DIRECTO
LAS AGUAS, BOGOTÁ. MARZO 2016. DÉCIMO OCTAVA EDICIÓN
UN PASEO POR LOS CERROS ORIENTALES
L
os cerros orientales son el alma de Bogotá. La cadena montañosa que comunica a los páramos de Chingaza y Sumapaz, macizos que conforman la principal reserva de agua de la ciudad, son patrimonio natural y cultural de los capitalinos. Los nombres de los cerros parecen poesía: Piedra Ballena, La Cumbrera, Roca de los Andes, Cuchilla Serrana y la Curva del Silencio. Otros nombres sí los conocemos bien: Monserrate y Guadalupe, los cerros más importantes de la ciudad. Allí se encuentra la reserva natural urbana más grande de Suramérica, que cuenta con diversas fuentes hídricas protegidas que favorecen la diversidad de ambientes y de ecosistemas. Esta área protegida que hace parte de la localidad de Santa Fe se llama Reserva Forestal Protectora Bosque Oriental de Bogotá. Allí se encuentran los santuarios de Monserrate y Guadalupe, detrás de ellos, la reserva del Acueducto y, ocultos bajo los árboles que se aprecian desde la ciudad, ríos y quebradas que bajan por entre cañones y bosques.
Con 3.152 metros, el cerro de Monserrate es equivalente a trece veces la altura de la torre Bacatá, el edificio más alto del país. Guadalupe, es más alto, mide 3.300 metros.
crecimiento de la ciudad. El proyecto Progresa Fenicia, amigo de la conservación de las riquezas naturales, en el artículo 2 del Decreto 420 de 2014 se plantea lograr la integración de los cerros orientales con el trazado urbano a través de la construcción de un parque de Piedemonte en las partes bajas de las montañas, que conecte los cerros con la ciudad. Este parque estará comunicado con la red de espacio público planteada en el resto del Triángulo de Fenicia. El proyecto respeta los cerros orientales, por eso la construcción del parque es un objetivo primordial y la vista de las montañas de Bogotá está asegurada para los habitantes del Triángulo de Fenicia.
En cada nivel de altura estos cerros ofrecen distintos ecosistemas silvestres, evidenciando la profunda riqueza natural que rodea a la ciudad. Al adentrarse un poco en la reserva, los bosques son impresionantes, así como los garrochos, los tunos y los espinos, especies de árboles populares en este piso térmico. Un poco más arriba, los cedros, arrayanes y cucharos, anuncian una temperatura más fresca. En ese ambiente es fácil encontrar colibríes, canarios, lagartijas, arañas eufonías, ardillas y libélulas. Este espacio verde y natural compone la diversidad que Progresa Fenicia El sonido incesante del agua despe- protege desde el proyecto. Un planteañada por la piel de los cerros baña las miento integral para el mejoramiento imponentes palmas de cera, manos de social, urbano, económico y ambiental oso, encenillos y raques que las orugas que permite el equilibrio en la ciudad usan como hogar para convertirse en renovada. Las áreas verdes dentro del mariposas. Triángulo de Fenicia serán mayores a las actuales, integrando los beneficios Este sistema de montañas, protegi- de la naturaleza de los cerros orientado por el Distrito por ser reserva na- les de Bogotá, con el plan de renovatural, se ha visto amenazado con el ción urbana.