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Comparte Arnaldo Coen la diversidad de sus exploraciones artísticas a lo largo de seis décadas

El artista ofreció una charla en el marco de la exposición antológica que se presenta en el Museo de Arte Moderno del Inbal

“Encontré que ya no quería ser de la onda del expresionismo, quería ser abstracto porque pensé que podía pintar la música”, reveló el artista Arnaldo Coen, quien se dio cita en el Museo de Arte Moderno (MAM) del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), donde con gran calidez y humor ofreció una charla en el contexto de su exposición retrospectiva Arnaldo Coen. Reflejo de lo invisible.

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Rodeado de su obra y de su público, el artista —quien el 10 de junio cumplirá 83 años y celebra más de 60 años de carrera artística, con la que marcó el arte contemporáneo mexicano— se puso a disposición de los visitantes para conversar. Al hablar sobre la diversidad de sus exploraciones, las cuales no tocaron solo una corriente plástica, sino que recorren desde el expresionismo, el abstraccionismo, el arte conceptual, hasta el performance, el videoarte y la instalación, entre otras, relató que en su juventud fue una charla con su so- brino lo que confirmó el camino que debía tomar.

“Cuando era joven adoraba a Paul Klee, quien me parecía fascinante, era como ver a un niño inteligente. Desde siempre cambiaba de estilos, no me preocupaba qué diablos era el estilo, solo hacía por el gusto de hacer, pero para la primera exposición que me consiguió mi excuñado me preocupé y empecé a hacer unas figuras de expresionismo abstracto, porque mis compañeros Francisco Corzas y Leonel Góngora me decían: ‘ya deja de estar haciendo vaciladas de diseño gráfico y ponte a pintar’.

“Lo que confirmó mi camino fue que, cuando estaba en mi estudio, tenía un sobrino al que debía entretener, le daba papel y colores, y cuando le pregunté qué eran sus pinturas, él me platicó su vida cotidiana. No le importaban si eran realistas o no, uno veía lo que contaba y ahí estaba, era clarísimo. De ahí salieron esas (primeras) obras, las que se exponen al inicio (en el núcleo Transgresión). Entonces, el que le daba lata mientras estaba pintando era yo”.

Compartió que la exposición retrospectiva recupera su deseo de querer pintar la música: “Me encantó cómo vieron estas niñas (las curadoras Katnira Bello y Brenda Caro) mi obra, como una obra musical que vuelve a un tema y lo lleva a través de sus variaciones hacia la cúspide, y luego regresa en diferentes movimientos o simplemente, como El bolero, de Maurice Ravel, es un retorno constante a un tema. De alguna manera vuelvo a tiempos pasados de mis obras, y voy de nuevo a la música o empiezo a experimentar algo que no he experimentado”.

Al hablar de los espectadores, expresó que ellos son los que van a destruir o a encontrarse con el artista, porque quien hace a un artista es el espectador. También dijo que cada obra es significativa para él. “Creo que la más importante es la que todavía no hago”.

Asimismo, relató su participación en Documenta 5 y rememoró algunas ideas sobre el arte conceptual: “En México no se hablaba de arte conceptual y, si se hacía, se hablaba de (David Alfaro) Siqueiros, pero, al final, todos los artistas son conceptuales. El movimiento de arte conceptual, ya experimental, quería quitar el objeto a cambio de la idea”.

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