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Dismorfia corporal: qué es, causas y síntomas

Los medios de la comunicación, las redes sociales y la cultura en general promueven una presión estética muy fuerte. En muchas ocasiones, eso provoca una preocupación por el aspecto físico. Sin embargo, la atención y preocupación excesiva por la propia imagen puede tener consecuencias graves como el trastorno dismórfico corporal.

Las personas con esta patología desarrollan una percepción distorsionada sobre diferentes aspectos de su físico y llevan a cabo una serie de conductas repetitivas. Si quieres saber más acerca de este trastorno, este artículo hablaremos sobre la dismorfia corporal: qué es, causas, síntomas y tratamiento.

Qué es la dismorfia corporal La dismorfia corporal, dismorfofobia o trastorno dismórfico corporal es un trastorno psicológico relacionado con la autoimagen física y corporal. Las personas que sufren esta patología tienen una percepción distorsionada y desmesurada de un defecto físico, ya sea real o imaginario, y se obsesionan por la apariencia física de una parte del cuerpo en concreto.

Esta patología suele manifestarse en la etapa de la adolescencia, ya que es cuando se desarrolla la identidad y se le da una gran importancia a la autoimagen, sin embargo, puede aparecer en cualquier momento. Entre las preocupaciones más prevalentes se encuentran las faciales, como la piel, el pelo o la nariz, aunque el foco de preocupación puede ser cualquier área corporal o la asimetría de alguna de las partes del cuerpo.

La dismorfia corporal o trastorno dismórfico corporal afecta tanto a hombres como mujeres, aunque estos suelen preocuparse por sus genitales o por una estructura corporal pequeña, mientras que estas por cara, pelo y pecho. Cuando la obsesión se centra en la masa muscular se denomina dismorfia muscular o vigorexia, mientras que cuando se centra en los dientes se denomina dismorfia dental.

Causas de la dismorfia corporal Contexto social: en las redes sociales y los medios de la comunicación existe una cultura de la imagen que afecta a la percepción e importancia que le dan las personas a su propio físico.

Bullying: las experiencias traumáticas en la infancia y/o adolescencia relacionadas con el acoso, la humillación o las críticas acerca de la imagen y apariencia física por parte de compañeros y compañeras de clase son un factor de riesgo para la génesis de esta patología.

Maltrato psicológico por parte de la pareja: hace referencia a la presión y exigencias por cumplir los estándares de belleza impuestos por una pareja afectiva.

Estilos de crianza: las familias que ejercen excesiva presión en el aspecto estético hacen uso de la crítica y la humillación a sus hijos o hijas.

Rasgos de personalidad: existen una serie de rasgos de personalidad que se asocian con la dismorfia corporal como la baja autoestima, el perfeccionismo, el neuroticismo o la inseguridad.

Antecedentes de problemas físicos en la adolescencia: la vivencia de complejos o estigmas físicos en el período de la adolescencia, como por ejemplo acné, puede favorecer el desarrollo de inseguridades y de atención y vigilancia excesiva de la propia imagen en el futuro.

Vivencias negativas o traumáticas como el abandono, tanto físico como emocional, promueven la inseguridad, el miedo patológico al rechazo y la necesidad de aprobación social mediante el aspecto físico.

Procesamiento visual: las personas con este trastorno tienen la tendencia de realizar un procesamiento visual centrado en los detalles y no holístico o global. Esta sensibilidad a los detalles no se limita únicamente a la apariencia externa, también a la percepción de otros aspectos visuales de la realidad.

Síntomas de dismorfia corporal Preocupación excesiva por uno o más defectos, reales o imaginados. El resto de las personas no los observan o no le otorgan apenas importancia en comparación con la persona que los percibe.

Percepción distorsionada o exagerada de las imperfecciones y defectos en los que se focaliza el sujeto.

Mantenimiento de esta creencia como objetiva e inamovible, aunque su entorno no la comparta. Pueden llegar a creer que su entorno no le dice la verdad acerca de su aspecto físico y le engañan para no hacerle sufrir.

Las preocupaciones acerca de estos defectos son constantes, se producen rumiaciones o pensamientos obsesivos acerca de estos.

Autoverbalizaciones negativas acerca del propio cuerpo o cara, provocando un desprecio sobre el propio físico.

Comportamientos repetitivos como mirarse al espejo, asearse en exceso, aplicarse maquillaje constantemente, etc.

Rituales mentales repetitivos como compararse mentalmente con otras personas o gente famosa continuamente.

Evitación del propio reflejo, de los espejos y de las imágenes o vídeos en los que se ve reflejado/a.

Intentos de ocultar o disimular los defectos percibidos mediante ropa, maquillaje o peinado.

Evitación de situaciones sociales por miedo o vergüenza, lo que puede llevar al aislamiento social.

Uso de una gran variedad de productos estéticos, así como pueden acudir a profesionales de la estética o intentar diferentes procedimientos estéticos. Todo ello sin lograr una satisfacción con el resultado.

Uso de técnicas de desviación de la imagen para ocultar imperfección percibida como emplear ropa o complementos extravagantes y llamativos.

Búsqueda de información en diferentes fuentes acerca del área física que le preocupa.

Sentimientos de miedo y ansiedad ante situaciones sociales, ya que temen que otras personas puedan ver aquellos defectos que perciben y burlarse de ellos.

Sentimientos de inseguridad e inferioridad acerca de la propia imagen.

Emociones como angustia y tristeza a causa de las preocupaciones.

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