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Cultura Analiza historiadora la sororidad

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Fraternidad

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El término, que alude a la solidaridad entre mujeres, entró al Diccionario de la Lengua Española en 2018

En 2018 se introdujo en el Diccionario de la lengua española el término “sororidad”, que alude a la relación de solidaridad entre mujeres. Sin embargo, el libro “Historia de la sororidad. Historias de la sororidad” muestra que el significado de este término viene de siglos atrás.

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“La historia de la sororidad es al menos tan larga como la de la hegemonía del patriarcado”, declara en una entrevista con Efeminista la coordinadora del libro y catedrática de Historia Moderna en la Universidad de La Rioja Ángela Atienza.

“Historia de la sororidad. Historias de la sororidad” (Marcial Pons) reúne diferentes ensayos, en los que se ahonda en las diversas formas y manifestaciones de la solidaridad femenina en la Edad Moderna (s. XV – s. XVIII) para combatir la narrativa patriarcal que “ha ido configurado una imagen de las mujeres en las que la sororidad no tiene cabida ni existencia”, señala Atienza.

“Me he propuesto que podamos hablar del ‘imaginario insolidario de la feminidad’ para redefinir esta construcción cultural sobre nosotras. Un imaginario que nos presenta y representa como enemigas, antagónicas y hostiles entre nosotras. Y que incide en que esa hostilidad y rivalidad forman parte de nuestra naturaleza”, agrega.

Una mirada histórica

La catedrática en Historia Moderna Ángela Atienza (Calatayud, Zaragoza,1963) reconoce que “ha sido la eclosión y la gran proyección de la sororidad actual la que nos ha hecho ‘ver’ y distinguir la histórica”.

Me he propuesto que podamos hablar del ‘imaginario insolidario de la feminidad’ para redefinir esta construcción cultural sobre nosotras”.

ÁNGELA ATIENZA CATEDRÁTICA

“Este es uno de esos ejemplos claros de cómo las preocupaciones del presente orientan las preguntas sobre el pasado”, declara la investigadora.

El fenómeno de la sororidad ha sido estudiado desde perspectivas antropológicas, sociológicas o desde la filosofía política, pero “no hay nada hecho en perspectiva histórica” más allá de la edad contemporánea, señala Atienza, quien defiende el potencial transformador de esta disciplina y subraya que en lo que respecta a esta temática está todo por hacer.

Preguntada, entonces, por el silenciamiento de la historia de la sororidad, que también ocupa el mundo medieval y la Antigüedad, Atienza manifiesta que esta pregunta “va al corazón de la Historia con mayúscula” porque es una cuestión relacionada con el poder y la cultura.

“El poder es el poder de nombrar y también el de silenciar”.

Han pasado siglos y siglos para darle nombre a la solidaridad entre mujeres, y es que para la historiadora, “el poder es el poder de nombrar y también el de silenciar”.

“Sororidad”, por primera vez en letra impresa

Para encontrarnos por primeva vez con la palabra “sororidad” en letra impresa, Atienza se traslada a 1921, cuando en un artículo publicado en el semanario de Buenos Aires “Caras y Caretas”, Miguel de Unamuno muestra su extrañeza por la ausencia en el léxico español de una palabra que nombre esta realidad. El artículo se titula “Sororidad. Ángeles y abejas” y allí Unamuno reflexiona sobre el personaje de Antígona de la tragedia griega de Sófocles.

“Antígona queda como el eterno modelo de la piedad fraternal y del anarquismo femenino. ¿Frater- que contribuyen a arrojar luz sobre la genealogía de la amistad femenina. nal? No; habría que inventar otra palabra que no hay en castellano”, escribe Unamuno.

Esa palabra es sororidad y, como señala Atienza, nadie coge el testigo hasta varias décadas después.

Literatura feminista

“No va a ser hasta comienzos de los setenta del siglo XX cuando asistimos a la eclosión de la noción en el marco del movimiento feminista que empujaba un grupo de mujeres de Nueva York”, explica la historiadora.

Entonces, Susan Brownmiller formuló la expresión “sisterhood is powerful” (la sororidad es po- derosa), un concepto que pronto se abriría paso en la literatura feminista americana con conocidas escritoras como Robin Morgan o Kate Millet, entre otras.

“Esa expresión dará significado político a la entidad y a la identidad de la sororidad y también le aportará el perfil combativo con el que entendemos y vemos la sororidad actual”, agrega la catedrática.

Para Atienza, el poner nombre al afecto entre mujeres y su posterior difusión “es la conquista del reconocimiento y la designación de una realidad que había estado presente en la vida de las mujeres desde siempre”. (EFE)

Coinciden tres escritoras: “La palabra sana heridas”

Almas heridas, Cuerpos y sentimientos despojados y Voces silenciadas. Así, como divide la escritora maya tzotzil Susi Bentzulul (1995) su primer poemario, viven hoy en día las mujeres no sólo en México, sino en el mundo. Palabras como agonía, angustia, dolor, silencio, muerte y olvido marcan sus vidas; pero también esperanza, fe, valentía, lucha, fuerza, rebeldía y solidaridad.

Por esta razón, coinciden las escritoras Bentzulul, Ethel Krauze y Carmen Boullosa, es vital que las mujeres hablen, denuncien, nombren, escriban y compartan sus historias, porque “la palabra sana heridas” y permite reconstruirse.

“Es tiempo de las mujeres, es momento de contar nuestras historias de vida, su rescate es vital”, afirma Krauze. “Todas las mujeres son seres extraordinarios y lo tenemos silenciado, lo tenemos no dicho, guardado; son como silencios de oro que deben reverberar y convertirse en palabras, un legado para las futuras generaciones”, agrega.

“Estas historias de vida forman parte del acervo y la cultura. Hay que rescatarlo, ya sea a nivel familiar, como herencia para tus hijas y nietas, o porque lo quieras publicar. Me parece importante ir creando esta cultura escrita, hay mucho trabajo que hacer ahí. Es como si abrieras una caja mágica”, considera la poeta y narradora.

Una caja que, en ocasiones, puede ser de Pandora y al abrirla se liberan todos los males que carcomen el alma, admite Bentzulul, quien evoca en su poemario Mujeres olvidadas (Tenbilal antsetik) historias de niñas indígenas violadas por sus padres o sus hermanos, madres golpeadas o asesinadas y abuelas que murieron sin saber distinguir las violencias.

Por su parte, Boullosa dice que siente “una enorme esperanza” al ver la lucha de las mujeres. “Me encanta la diversidad de feminismos. Me lleva a hincarme ver las manifestaciones de tumultos de mujeres, me conmueve, me alegra. Entiendo la furia, la alegría, porque todo está tan cargado; lo comprendo y lo necesitamos.

“Me gusta esta selva de feminismos, que a veces no quieren hablar entre sí, que se pelean feamente; me parece que era muy necesaria”, dijo. (Agencias)

Campeche, jueves 9 de marzo del 2023

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