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Mariano Iberico

la familia. Diserta, en seguida, sobre la insuficiencia de las soluciones que dependen exclusivamente de las leyes. Hace a continuación una sañuda crítica al marxismo y a los partidos afines a él pensando, sin duda, en el aprismo. Su fórmula es: ”Solo la moralidad salvará al Perú”. Esto lo lleva a una serie de páginas sobre el valor moral que parecen arrancadas de sus escritos netamente filosóficos.

[ III ]

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MaRIano IBeRIco.- Mariano Iberico nació en Cajamarca el 11 de abril de 1882, hijo de Mariano Iberico, comerciante de esa ciudad, y Concepción Rodríguez de Iberico. Por el lado paterno, tanto como el materno, desciende de familias oriundas de Chachapoyas. Estudió, bajo disciplina rígida, en el Colegio de San Ramón, dirigido entonces por Agustín Pérez García. En dicho plantel se daba mucha importancia a las matemáticas y a la física, aunque ni para esta disciplina ni para la química había laboratorios. Los alumnos realizaban combinaciones matemáticas para las fórmulas químicas. El ambiente era liberal y algo anticlerical, dentro del marco del conservadurismo del ambiente. El mismo Pérez García enseñó a Iberico las primeras nociones de filosofía (moral teórica en el tercer año de secundaria y moral práctica en el cuarto) con el texto de Pedro Manuel Rodríguez mezcla de racionalismo y de eclecticismo con un positivismo teñido de espiritualismo. Se concedía también mucha importancia a la historia antigua, y en las clases de literatura –cuyo maestro, Antonio Mata, influyó mucho sobre Iberico- se enseñaba de memoria las composiciones de algunos clásicos españoles. No se estudiaba el inglés; en cambio, el aprendizaje del francés era bueno y ello ayudó bastante a Iberico más tarde.

Mariano Iberico tuvo desde muy niño un ojo perdido, y su defecto en la vista motivó que sus padres decidieran que no siguiese estudios universitarios. Pero él, con tesón y energía, obtuvo que cambiaran de parecer, primero para entrar a la Facultad de Letras, y luego a la de Jurisprudencia, y así pudo seguir una carrera intelectual y profesional y liberarse de vivir una vida vegetativa en la provincia. Llegó a Lima por primera vez en 1909, con atraso por las lluvias, para matricularse en la Facultad de Letras de la Universidad de San Marcos. Viajó de Cajamarca a Yonán durante dos días a caballo, de Yonán a Pacasmayo en tren, y de Pacasmayo al Callao en vapor. Cuando él se matriculó, Deustua había viajado a Europa. Entre sus profesores estuvieron Alejandrino Maguiña, en psicología, lógica y moral; Carlos Wiesse, en sociología; el “coronel doctor” Hildebrando Fuentes en metafísica; Javier Prado en historia de la filosofía moderna. Imperaban los textos de Hoffding, Rodríguez y Masci. En su cátedra, Prado se manifestaba entusiasta de Fouillée y de su doctrina de las “ideas-fuerza”.

Iberico, cuya inclinación primera fue por la literatura, quizá por la poesía, pronto cambió este rumbo y se orientó hacia los estudios filosóficos, principalmente por los de psicología y estética. Su tesis para el bachillerato en letras (1913) versó sobre ”El carácter”, bajo la influencia de Fouillée, y fue publicada en la Revista Universitaria, aunque luego su autor se arrepintió de ella. A su regreso de Europa, Deustua trajo la boga del bergsonismo, que por entonces ejercía un verdadero predominio en el movimiento filosófico francés. Con su amistad, su enseñanza y sus consejos gravitó sobre Iberico. Cuando este decidió hacer su tesis doctoral sobre aquella doctrina, encargó a París los libros del autor de La evolución creadora, por medio de la librería de la señora Rosay gran agencia de actividad cultural en Lima en esa época. Se graduó exitosamente de doctor en 1916 con La filosofía de Enrique Bergson. Su libro fue puesto en manos del filósofo por el amistoso conducto de Francisco García Calderón y mereció una carta aprobatoria y alentadora que fue una consagración.

Después de una corta peripecia como profesor de historia en el Colegio Nacional de Guadalupe y con una experiencia más prolongada a cargo del curso de filosofía y moral militar en la Escuela Militar de Chorrillos, Iberico ingresó a la docencia universitaria en 1919 y dictó sucesivamente casi todos los cursos de la especialidad de filosofía. Sin embargo, su dedicación MaRIano IBeRIco (1882-1974)

Filósofo y abogado cajamarquino, en 1919 fue incorporado al cuerpo de catedráticos de la Facultad de letras de la universidad de San Marcos. allí dictó las cátedras de historia de la filosofía moderna y luego, filosofía subjetiva, historia de la filosofía antigua, estética y filósofos contemporáneos. en 1931 fue designado vocal de la corte Superior de lima, y luego pasó a vocal de la corte Suprema en 1943. Fue rector de San Marcos de 1952 a 1955, año en que fue designado ministro de educación pública. escribió y publicó varias obras sobre temas filosóficos.

el nueVo aBSoluto

esta obra del filósofo Mariano Iberico fue editada en 1926 por José carlos Mariátegui y publicada por su propia editorial. consiste en una recopilación de ensayos y artículos en la que se aprecia la influencia que tenían sobre Iberico las ideas creacionistas del filósofo francés Henri Bergson (1859-1941). a la enseñanza se desarrolló de modo principal en las cátedras de psicología, estética, historia de la filosofía antigua y moderna. Dejó indelebles recuerdos en sus discípulos no solo por su saber sino por la “vida” de su enseñanza envuelta en una sustanciosa elocuencia teñida a veces por un fondo lírico.

La sublevación de Leguía el 4 de julio de 1919 decidió acaso el destino de Iberico, pues había sido nombrado por el gobierno de José Pardo adjunto de la legación en Londres, y renunció al efectuarse aquel pronunciamiento.

En 1920 publicó su libro Una filosofía estética, que incorporó la tesis sobre Bergson e intentó una prolongación del bergsonismo en las esferas de la moral y de la estética. Las ideas de creación y de libertad en la evolución cósmica y humana constituyen los principios dominantes en esta obra, desgraciadamente llena de erratas.

En El nuevo absoluto (1926), editado por José Carlos Mariátegui, reunió una colección de estudios y ensayos en que se confirma la influencia del creacionismo bergsoniano. Iberico constata allí la aparición de un nuevo concepto de lo absoluto que no implica ya las notas de inmovilidad e inmutabilidad, propias del absoluto eleático, sino que lo piensa identificándolo con el dinamismo creador de la vida. En el último capítulo hay un ensayo sobre la “soledad en el tiempo” destinado a caracterizar la ruptura del hombre moderno con el pasado que representan la tradición y la historia.

En el año 1927 recibió Iberico de la Universidad de San Marcos una bolsa de viaje para realizar en Europa estudios de su especialidad. Vivió un año en París. Asistió a clases en el Colegio de Francia y en la Sorbona y quedó especialmente impresionado por un curso sobre San Juan de la Cruz y el problema de la experiencia mística, así como por la ceremonia de la incorporación de Paul Valéry a la Academia Francesa.

De regreso al Perú, volvió a la cátedra. En 1930 y 1931 ejerció la vocalía interina de la Corte Superior de Lima. Hacia 1930 aprendió el idioma alemán como autodidacta y así pudo familiarizarse con muchos autores, entre los cuales lo atrajeron, sobre todo, Bachofen y Klages.

En La unida dividida (1932) Iberico considera el tema de la división interior como resorte del dinamismo y de la creatividad anímica, y lo hace estudiando monográficamente tres figuras en las que este principio aparece con claridad evidente: Pascal, Dostoievski, Unamuno. Místico el primero, angustiado el segundo y agónico el último.

El nombramiento como vocal titular de la Corte Superior de Junín y Huánuco lo llevó en 1934 a vivir en Huancayo. Los paseos por los alrededores de esa ciudad, tan parecidos a los de Cajamarca, inspiraron su bello libro Notas sobre el paisaje de la sierra, que editó en 1937, obra única en su género en la literatura peruana. El sentimiento de la vida cósmica apareció en Lima en 1939 y en buenos Aires en 1946. Ambas producciones revelan la inclinación metafísica y estética de Iberico por la vida profunda y el espectáculo de la naturaleza como actividad de configuración y como paisaje. En El sentimiento de la vida cósmica, libro que trasunta claramente la influencia de Klages, Iberico intenta realizar un estudio psicológico y etnográfico del sentimiento de la naturaleza, principalmente del sentimiento del ritmo cósmico, cuya desaparición en el mundo moderno implica el advenimiento destructor del mecanicismo en la teoría y en la técnica, mecanicismo enemigo de la creatividad artística y del sentido filial con respecto a la vida y a la tierra. Por lo cual Iberico preconiza, no una vuelta a la naturaleza al estilo de Rousseau, sino un nuevo respeto y un nuevo amor por las intuiciones elementales de la vida cósmica y por sus auténticas expresiones en el ámbito del paisaje y del arte.

No abandonó, pues, su vocación esencial al ocupar la magistratura. En 1936 fue nombrado vocal titular de la Corte Superior de Lima y ejerció la presidencia de este tribunal durante el año judicial de 1943. Es una prueba de las anómalas características dentro de las que se recluta en el Perú el personal de la Corte Suprema, el hecho de que no se produjera el ascenso de Iberico.

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RacSo. Óscar Miró Quesada de la Guerra (1884-1981) (1) realizó una gran difusión de temas científicos en el diario el comercio. en sus páginas escribió durante décadas sobre los avances de la ciencia moderna, en el afán de contribuir con el progreso nacional. arriba, a la derecha (2), lo vemos junto a un grupo de notables, entre los que destaca el diplomático Víctor andrés Belaunde. Su muerte causó un hondo pesar en la sociedad, como se puede colegir en las portadas de los medios de comunicación que dieron cuenta del hecho (3).

la apaRIcIÓn

este ensayo ontológico del filósofo cajamarquino Mariano Iberico fue publicado en 1950 por la universidad Mayor de San Marcos. aquí, reunió una serie de ensayos sobre el “ser” y el “aparecer”. considerada como una de las obras más importantes de la filosofía peruana del siglo XX, incluye también ensayos sobre poesía y lenguaje.

En 1949 formó parte de la delegación nacional al Congreso Argentino de Filosofía, realizado en Mendoza, y tuvo a su cargo el discurso de agradecimiento y clausura de los trabajos en la ceremonia en el Teatro Colón de Buenos Aires.

La Aparición (1950) es uno de los libros más importantes de la filosofía peruana. Iberico ha realizado en él su esfuerzo intelectual más comprensivo y sistemático. Es esencialmente un ensayo ontológico cuyas tesis fundamentales serían estas: “el ser es así “, “todo ser aparece”. En la primera el autor se opone a la tesis eleática que afirma escuetamente: “el ser es”. Para Iberico el ser no solamente es, sino que es de algún modo: ”así”. Por la segunda, el autor asienta la vocación del ser hacia el aparecer, y de este modo establece la categoría del aparecer como una necesidad universal del existir. Este libro contiene también estudios sobre la poesía y el lenguaje que, aparte de su intención filosófica, responden a intensas aficiones de autor por las realizaciones y los problemas de la expresión literaria.

En octubre de 1951 Iberico fue nombrado representante del Perú, con el rango de embajador, ante el Comité Jurídico Internacional de Río de Janeiro, y en el mismo mes y año presidió la representación de su país en el Congreso de la Unión Latina, reunido en la capital brasileña. Ejerció el cargo antedicho de representante jurídico hasta fines de diciembre de 1952. A pesar de que nunca llegó a ser decano de la Facultad de Letras, por el régimen de ”gamonalismo” universitario que por tanto tiempo imperó en ella, fue elegido rector de la Universidad de San Marcos el 23 de diciembre de 1952. El 4 de diciembre de 1955 asumió el cargo de ministro de Educación Pública en el Gabinete presidido por el vicealmirante Roque A. Saldías bajo el régimen del general Manuel A. Odría. Circunstancias políticas ajenas a él hicieron breve su duración en este cargo.

El libro de Iberico Perspectivas sobre el tema del tiempo (1958) es una colección de estudios y ensayos en que se expresan en forma libre los principales temas de su producción: mística, metafísica, poesía. Temas contemplados dentro de la problemática que plantea al autor su vieja preocupación por la idea del tiempo.

El estudio de la filosofía de Aristóteles ha llevado a Iberico a formular precisas objeciones contra la hostilidad bergsoniana hacia la forma como vocación plástica de la expresión vital. Y así escribe en Perspectivas sobre el tema del tiempo: ”Me parece que Bergson no concede suficiente importancia a la capacidad y, si se permite la expresión, a la vocación plástica de la vida. La vida no solo empuja a la materia, no solo se filtra a través de las mallas del mecanismo material, sino que plasma la materia y la configura según una intención de forma. Bergson pone el acento en la musicalidad de la vida y no se fija con suficiente delectación en las formas de la materia que sin duda inmovilizan por un instante su impetuoso correr, pero por eso mismo fulgen en medio al torrente de las apariencias como islas de armonía y de perfección. Bergson identifica la vida con la absoluta movilidad, y por eso desdeña, sobre todo en cuanto a las creaciones plásticas de la naturaleza, aquellas que parecen aprisionar para siempre su fluir creador”.

De otro, la lectura de Klages y de filósofos del romanticismo alemán como Shelling y Novalis, unida a cierta disposición estética del autor, le ha sugerido algunos reparos relativos a la escasa o ninguna importancia que concede Bergson a la naturaleza rítmica y cíclica de la vida.

“Bergson –afirma– ha estudiado con genial profundidad lo que él llama duración, y que no es otra cosa que la continua, incesante, renovación de lo real. Pero entre los caracteres de esa duración no ha señalado el ritmo; y toda duración, todo tiempo, es esencialmente ritmo, pulsación, alternación de términos opuestos a través de los cuales se afirma, y por decirlo así, resucita para volver a morir y resucitar indefinidamente la eterna juventud de la vida. Y es tanto más notable el olvido de este carácter alternante rítmico de la vida, cuanto que solo gracias al ritmo puede participar el hombre en el misterio de la perenne renovación cósmica”.

“La vida –ha dicho también Iberico– no es exactamente un río; es más bien comparable a un océano en cuyo majestuoso ir y venir se insertan los cambios cíclicos de las estaciones, el oleaje

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