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Sebastián Lemba
CAONABO
1494. Hace dos años, cuando Cristóbal Colón llegó a esta isla que nombró Española, estaba gobernada por cinco caciques... Cinco jefes de alma tranquila y poca guerra... Sin embargo el camino de las semanas fue cambiando las miradas. Y fue llegando la realidad... Y vino el tiempo en que Colón tuvo que retornar a España para contar "su descubrimiento". Y llegó la hora en que cinco europeos secuestraron dos mujeres indígenas y las violaron... Y se acercó el minuto en que mataron un puñado de nativos por el placer de matarlos... Y el adelantado Colón sonrió y dijo: “servirá para que nuestros hombres sean respetados. Hay que poner temores en esta tierra y mostrar que los cristianos somos poderosos para ofenderlos y dañarlos".
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Los árboles se estremecen, coro-coros y pitirris nostalgian la selva, y el indio comienza a rebelarse. Guanacagarí el traidor, amigo de Colón, le sigue siendo fiel junto a su tribu. Los otros caciques rompen la amistad. Desde España el almirante dice y ordena "sobrecargar los navíos de esclavos", para venderlos en Madrid. Cuando regresa a la isla se sumerge en la fiebre del oro. "Hay que mostrar a los reyes que los gastos del viaje no fueron inútiles", dice.
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