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El V Congreso de los Soviets
El V Congreso de los Soviets
Los anglofranceses desembarcan el uno de julio en Murmansk; los blancos entran el dos en Oremburgo; los checos entran el tres en Ufá. El V Congreso Panruso de los Soviets se reúne el día cuatro.
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Se hallan presentes 1.164 diputados, de ellos 773 son comunistas; 353, socialistas-revolucionarios de izquierda; 17, maximalistas; 10, independientes; 4, anarquistas; 4, socialdemócratas internacionalistas, 3, representantes de nacionalidades. Se abre el congreso con una declaración urgente del comisario de guerra Trotski. Se entabla inmediatamente la batalla política. En las tropas rojas, que se hallan en la región de Kursk, en las proximidades de la frontera ucraniana defendida por los alemanes, se alimenta una inquietante agitación. Se excita a las tropas a emprender la guerra contra los alemanes. Algunas unidades reclaman la ofensiva. Un comisario ha sido asesinado, un jefe de brigada, herido. Algunas partidas de guerrilleros llevan a cabo incursiones en territorio ucraniano. Unos energúmenos han amenazado con sus granadas al presidente de la delegación de paz en Ucrania, Racovski. Hay que, acabar con esa situación. «He dado la orden —dice Trotski— de fusilar a los agentes del enemigo que fomentan estos desórdenes; solicito la aprobación del congreso». Estalla en la sala una salva de alaridos. «¡Fusilador! ¡Kérenski!», gritan los socialistas-revolucionarios de izquierda. Su líder, Kamkov, aprueba abiertamente desde la tribuna «el poderoso y sano impulso que arrastra irresistiblemente a los revolucionarios rusos en ayuda de sus hermanos de Ucrania». Esta aprobación formal de las actividades de los guerrilleros que se esfuerzan por crear, de hecho, un estado de guerra, levanta protestas indignadas. La vehemencia de los socialistas-revolucionarios de izquierda sube en el acto hasta el paroxismo. «¡Dejadnos hablar —gritan— antes de fusilarnos!» Zinóviev defiende la proposición de Trotski, que es aprobada por dos tercios de mayoría. «La salvación de la República —se dice en aquella proposición— es la ley suprema. Quien a ella se oponga será suprimido.» Los socialistasrevolucionarios abandonan el salón a manera de protesta, luego vuelven y se reanuda el duelo con mayor violencia.
Maria Spiridonova4 ataca a los bolcheviques con una vehemencia rayana en el histerismo. Habla de la Ucrania mártir y traicionada; acusa a los «usurpadores bolcheviques» de «saquear a la gente del campo»,
4 Maria Spiridonova, miembro del partido socialista-revolucionario, siendo todavía una estudiante muy joven, ejecuta en el año 1906 al gobernador de Tambov, que había reprimido con gran
de arruinar a los campesinos, de enviar secretamente a los alemanes trenes cargados de oro, de estar al servicio de Alemania... Lenin mueve la cabeza. Sus contestaciones, plagadas de interrupciones, son plenas de sentido común. «Un partido que permite que sus representantes más sinceros caigan en semejante cenagal de mentiras y de equivocaciones, está perdido». Pretender hacer pedazos el tratado de Brest-Litovsk equivale a poner alrededor del cuello de los campesinos el nudo corredizo de los terratenientes. Lo esencial es ganar tiempo: la República se afirma, mientras que los imperialismos han llegado al límite de sus fuerzas. La guerra civil es necesaria para el socialismo; los partidos no deben colocarse en el punto de vista del individuo víctima del hambre, sino en el del socialismo... Los socialistas-revolucionarios de izquierda levantan contra nosotros a los campesinos: ¡Guerra implacable, pues, a los socialistas que nos abandonan en el momento en que hay gente que se dedica a acaparar el trigo mientras otra gente se muere de hambre! No retrocederemos ante ninguna lucha. Haremos un recuento y nacionalizaremos todo, si es necesario. He aquí nuestras soluciones prácticas: monopolio y tasa del trigo; precio máximo; disminución de los precios de los artículos manufacturados en un 50 % para el campesino pobre y 25 % para el medio.
A ese punto han llegado los debates, en una atmósfera cargada de corrientes contrarias, cuando se recibe la noticia, el 6 de julio, a las cuatro, de que el embajador de Alemania en Moscú, conde Mirbach, acaba de ser asesinado, en el edificio de la Legación, por dos terroristas socialistas-revolucionarios de izquierda que pertenecían al personal de la Checa. El congreso, que celebra sus sesiones en el Gran Teatro, suspende inmediatamente sus trabajos, pero se prohíbe abandonar el local a los diputados socialistas-revolucionarios de izquierda. Éstos pasan la noche en una mortal inquietud, aguardando unas veces ser liberados por la insurrección que ellos han preparado y otras veces temiendo ser víctimas de una masacre llevada a cabo por los bolcheviques «agentes de Alemania».
crueldad los disturbios agrarios. Detenida y martirizada por los gendarmes, pasa luego once años en el presidio siberiano de Akatui, en el cual el régimen de vida es tan terrible que los condenados eligen el suicidio como protesta suprema. Maria Spiridonova, liberada por la revolución, llega a ser el líder del partido socialista-revolucionario de izquierda. Enemiga irreductible de los bolcheviques, fue después internada.