Hombría bíblica Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo 1 Pedro 3:7 Cuando Dios estableció el matrimonio, sabía que uno de los principales componentes para edificarse el uno al otro sería el honor. Vemos esto en Su mandamiento a los maridos: ...dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida... Se define el honor como: “gran consideración o gran respeto que se da; especialmente, gloria, fama, distinción”. No es de asombrarse que tantas mujeres estén precipitándose en la actualidad al mundo laboral. Algunas tienen que trabajar, porque necesitan los ingresos. Pero muchas otras mujeres que no necesitan trabajar; trabajan porque buscan la honra, la satisfacción y la significación que no reciben de parte de sus maridos. El mundo seduce a nuestras esposas con falsas y doradas promesas de satisfacción y de verdadera significación. Si dejamos de honrarla y estimarla como mujer distinguida, entonces ignoramos la realidad de su necesidad y el poder seductor de la promesa del mundo. Es solo cuestión de tiempo antes que ella comience a fatigarse y a mirar a otro lado en busca de honor y respeto. Tristemente, en muchos casos en nuestro tiempo, las mujeres encuentran lo que han estado echando en falta, no en una profesión, sino en los cuidados de otro hombre. No regalemos la enorme responsabilidad que Dios nos dio para cuidar de nuestra amada esposa. ANTES que cualquier otra responsabilidad, ella es la provisión de Dios que debemos, amar, honrar y cuidar. En Su nombre.
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