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Las intervenciones en las preexistencias arquitectónicas y urbanas

Zumthor muestra estos 12 puntos que de forma objetiva piensa que son necesarios para la creación de una atmósfera en un proyecto de arquitectura. Y complementariamente, menciona tres puntos a tener en cuenta respecto a la relación entre la arquitectura y el entorno, en la construcción de atmósferas. Primero, observar el paisaje, el bosque, los árboles, las hojas, etc. y empezar a desarrollar cierto afecto por lo que se observa. Luego, hay que ‘cuidar’, esto tiene relación con la sostenibilidad en términos ambientales. Tercero, hay que buscar la medida adecuada, la justa medida, la cantidad adecuada, el tamaño correcto, la forma correcta para el objeto y su ‘querido’ entorno. El resultado es, afirma Zumthor, la sintonía, armonía o posiblemente incluso la tensión.

Mientras Zumthor habla sobre el diseño y construcción de las atmósferas, Böhme otorga al sujeto la capacidad de generarlas.

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Independiente de cómo ambos autores se enfrenten a las atmósferas, es necesario discutir sobre cómo se intervienen las preexistencias arquitectónicas y cómo se altera el ciclo natural de una obra de arquitectura obligándola a extenderse desmarcada de su concepción original. Vuelve entonces a aparecer el problema de la de significación en favor del valor histórico- documental, en desmedro del valor artístico- arquitectónico que, en este caso, adquieren las edificaciones convertidas en ruinas, específicamente las ruinas del salitre de Tarapacá.

Las intervenciones en las preexistencias arquitectónicas y urbanas

Los lugares y la arquitectura asociada a ellos, son entendidos como recursos culturales de una sociedad que se construye en el tiempo (Ferrada, 2001:1), dejando así un legado que es necesario salvaguardar.

Esta salvaguarda en nuestra realidad local es abordada desde la intervención para el cuidado o mantenimiento y es conceptualizada o determinada sobre la base de criterios (asociados en su mayoría a la industria cultural), y no desde una teoría. Estos criterios están generalmente dirigidos a ratificar el papel de la autenticidad, lo verídico, lo genuino, y lo fidedigno de las manifestaciones culturales y su conservación dentro de los inmuebles.

Cabe preguntarse entonces, ¿qué pasaría si estas intervenciones fueran determinadas desde una teoría? El arquitecto Mario Ferrada Aguilar, en su ensayo: “Proyectar sobre los proyectos” establece que la conservación y desarrollo contemporáneo de la preexistencia arquitectónica requiere de una interacción entre contexto o entorno en lo que se denomina lugar, enfatizando también el papel de la estratigrafía, y no solo la búsqueda del estado prístino. Esta conservación requiere el máximo de integridad material en post del respeto a la autenticidad.

“Los inmuebles y conjuntos arquitectónicos cuentan con cualidades de uso, representatividad y significado atribuidos por la sociedad que los utiliza y habita. Estos recursos culturales, por el potencial económico y social que importan, además de su importancia histórica, se presentan como soportes vigentes a necesidades y demandas actuales, lo que permite conservarlos mediante acciones innovadoras de reactualización”

(Ferrada, 2001:3)

Esas “demandas” responden a lo que Pallasmaa critica en esta nueva significación de la arquitectura: el ocularcentrismo en torno a lo vestigial. Estas acciones innovadoras de re-actualización no son más que intervenciones que buscan reciclar la arquitectura, para mejorar su uso o transformarlas para una nueva función.

Ese es, precisamente, el enfoque que se le da a las ruinas en nuestra realidad.

BREVE DISCUSIÓN SOBRE LOS PARÁMETROS PARA GARANTIZAR LA CONSERVACIÓN DE LA PREEXISTENCIA

A continuación se detallan aspectos que Ferrada considera básicos a fin de establecer las cuestiones esenciales que garanticen la preservación de las preexistencia, tanto como factor de identidad, como potencial de innovación. Desde el planteamiento del problema de la investigación, más el objetivo de generar lineamientos teóricos para la

conservación desde lo sensorial, estos aspectos serán analizados y criticados (Ferrada, 2001:7).

1.- La preexistencia arquitectónica, urbana, paisajística, ambiental y territorial es un bien cultural de carácter social que atañe a la memoria colectiva de una comunidad específica.

La principal crítica está dirigida a la concepción de la preexistencia (para efectos de la investigación; ruina) solamente como un bien cultural de carácter social. La ruina a partir de la percepción sensorial debiese ser entendida como una obra de arte enmarcada en un espacio físico, que adquiere valor desde su degradación y no desde su carácter social o histórico.

2.- No es posible su reducción sólo a consideraciones económicas y crematísticas, porque se sitúa en un ámbito distinto que no es comparable.

3.- La actuación sobre la preexistencia, como bien común, no queda reducida a su cuantificación y conservación física, sino que implica su revalorización innovadora y creativa. Este hecho supone su puesta al servicio de la sociedad en su conjunto para su uso y disfrute, abriendo nuevos significados.

En este punto, con el autor hay una correspondencia: durante esta investigación se plantea la revalorización a través del entendimiento sensorial para ponerse al servicio de las experiencias de los visitantes.

4.- Su pérdida implica una desaparición irreparable que no se puede suplir con posibles beneficios obtenidos en otros aspectos o ámbitos. Estas pérdidas disminuyen la capacidad instalada de una ciudad, desperdiciándose recursos culturales que importan beneficios ambientales, energéticos y económicos.

Se hace necesario definir la pérdida: en el caso de las ruinas de la industria del salitre la pérdida es tanto natural como antrópica. Sin duda ambas son irreparables, sin embargo, al haber un proceso de pérdida natural también hay un proceso de ganancia, alejado de los beneficios señalados por el autor. Los beneficios adquiridos desde la degradación natural están asociados a la nueva condición prístina y de deriva que permite

conectarse con el inmueble (o los vestigios de él) de manera casi instintiva a través de los sentidos.

5.- Dado que la preexistencia afecta al conjunto de la sociedad, nadie puede atribuirse en exclusiva, o de forma unilateral, la toma de decisiones que impliquen su alteración o desaparición.

Es en este sentido, que debiesen existir instancias de discusión sobre las decisiones de conservación y sobre las acciones para llevar este propósito a cabo o, en su defecto, decidir sobre la desaparición total natural, como parte del ciclo cumplido de vida de los inmuebles.

6.- Las decisiones que afecten a la intervención sobre la preexistencia deberán tomarse con el asesoramiento de los correspondientes expertos y organismos cualificados, tanto desde el punto de vista científico como profesional, dentro de un ámbito interdisciplinario.

7.- La renuncia a cualquiera de los elementos que componen el valor cultural de la preexistencia, sólo podría estar justificada cuando sea incuestionable que se obtiene un bien común cultural y una revalorización de la memoria colectiva de un carácter más elevado.

8.

- En cualquier caso, el supuesto anterior sólo deberá tomarse en consideración mediante un acuerdo social y colectivo asumido de manera indudable por todo el conjunto de ciudadanos que son, en definitiva, los depositarios directos de este bien cultural.

9.- En la medida que pudieran entrar en conflicto intereses privados o particulares con la conservación y defensa de esta memoria colectiva, ésta tendrá siempre carácter prioritario.

En el caso de la conservación a través del entendimiento sensorial de las atmósferas arquitectónicas, los intereses particulares están dirigidos a la interpretación de los sitios y a la experiencia en ellos, de manera de vivenciarlos antes de su total desaparición de forma natural. Esto, para permanecer como parte de la memoria colectiva desde una nueva

perspectiva (arquitectónica- artística). Sin duda, lo prioritario desde estos nuevos lineamientos es la experiencia y es por eso, que cualquier intervención que dañe o altere esta posibilidad, debe ser cuestionada.

10.- Los responsables sociales y políticos son los encargados de preservar este bien cultural, por lo que deberán optimizar la compatibilidad de los posibles intereses legítimos enfrentados sin vulnerar nunca el criterio de prioridad expresado anteriormente.

ANÁLISIS SOBRE LOS CRITERIOS Y LÍMITES DE LA INTERVENCIÓN EN LAS RUINAS

“La definición conceptual y experimental de los límites apropiados y escalas ajustadas de la intervención, ayudarán a determinar, a través del proyecto de rehabilitación, en qué medida, escala y nivel, debe intervenirse para posibilitar la adecuada respuesta a las demandas actuales (sociales, urbanas, arquitectónicas), considerando la estructura de atributos fundamentales del inmueble o conjunto arquitectónico”.

(Ferrada, 2001:7)

Ferrada a partir de esta definición conceptual hace hincapié en que esta generará criterios que orientarán el trabajo del arquitecto para asegurar la coherencia entre los atributos estructurales de la preexistencia y las necesidades de re-actualizarse dentro del desarrollo contemporáneo.

Indica también que la experiencia en la intervención sobre preexistentes ha establecido algunos puntos básicos que resume en 8 criterios de actuación, todos los cuales están interrelacionados y que se exponen a continuación:

1. INTERVENCIÓN/ INTEGRIDAD/UNICIDAD.

“El valor del patrimonio arquitectónico no reside únicamente en su aspecto externo, sino también en la integridad de todos sus componentes como producto genuino de la tecnología constructiva propia de su época. De forma particular, el vaciado de sus estructuras internas para mantener solamente las fachadas no responde a los criterios de conservación” (ICOMOS, 2003)

Así, la conservación a través del entendimiento sensorial, debe contemplar la visita como única intervención dentro del lugar, entendido desde su condición de ruina. Esto a la vez, enfocando los esfuerzos en la degradación natural de los diferentes aspectos del inmueble: estructuras, instalaciones y su funcionalidad.

Cabe destacar que muchas de las ruinas del salitre de Tarapacá han sido constantemente desmanteladas y vaciadas; en este caso la mera presencia frente a la facha de un inmueble sí puede generar una atmósfera (esto será abarcado en mayor profundidad en cada caso de estudio) y, por lo tanto, si constituye un valor experimental y requiere un criterio de conservación.

2. INTERVENCION/ AUTENTICIDAD

“En un mundo que está cada vez más sujeto a las fuerzas de la globalización y la homogeneización, y en un mundo en el cual la búsqueda de la identidad cultural se persigue en ocasiones a través de nacionalismos agresivos o de la supresión de las culturas minoritarias, la toma en consideración de la autenticidad en la práctica de la preservación aporta esencialmente una aclaración y una iluminación de la memoria colectiva de la humanidad” (Carta de Nara sobre Autenticidad. Nara, Japón. 1994)

La autenticidad corresponde a una cualidad que se orienta al plano metodológico de la intervención (proyectación), relativo al modo en que una cultura y sociedad, hace uso de las fuentes de información (por ejemplo: documentación original sobre el inmueble), a través de las cuales hacer posible la verificación científica de los atributos que en determinada época se otorgan a un bien patrimonial (Ferrada, 2001:8).

El autor señala que los valores patrimoniales “probados” y que se corresponden con la comunidad que los aprecia, percibe y construye deben ser estudiados y deben dirigir las intervenciones de manera que las características originales del bien no sean pasadas a llevar.

En el caso de las ruinas del salitre de Tarapacá la autenticidad de los vestigios es indudable y está enmarcada en un contexto territorial, histórico y social único. Los criterios para probar y determinar las posibles intervenciones muchas veces están demás. En el caso de los sitios menos conservados, la incorporación de elementos externos (como basurales, huellas de autos, intervenciones de empresas mineras), sí pone en riesgo, la autenticidad y la interpretación de los aspectos a percibir sensorialmente, ya sean constructivos, estéticos, materiales, etc.

Sin embargo al contrario de lo que indica el autor, “tengamos en cuenta que toda intervención implica una transformación de la situación de origen y, por tanto, una merma de autenticidad original” (Ferrada, 2001:8), la intervención entendida como la visita de las personas que quieran experimentar las atmósferas arquitectónicas disponibles en cada sitio, no debiese mermar la autenticidad, puesto que no contempla ningún elemento que altere ni interrumpa la degradación natural y el ciclo de vida de los inmuebles.

Como se ha expuesto anteriormente a lo largo de la investigación, la realidad local de los sitios del salitre está ligada a la intervención desmesurada e irresponsable: la de los vestigios integradores para satisfacer las necesidades de la industria cultural. Sin embargo, son estas intervenciones las que se llevan a cabo sobre los criterios erróneos. Es rescatable es esfuerzo de Ferrada, por recalcar la importancia de ocupar criterios y técnicas atingentes que no traigan mayores consecuencias ni estéticas ni materiales.

Estos criterios erróneos están ligados generalmente a: 1) la re-activación funcional de los inmuebles para generar espacios de exposición de otros vestigios relacionados al

inmueble mismo o al sitio en general (mal llamados museos de sitio o centros de interpretación). 2) la protección (tanto material como legal) de los inmuebles para evitar su degradación, mal ocupación, y daños asociados a estos procesos.

Dentro de esta investigación ambos criterios son cuestionados por significar la alteración del ciclo natural de las ruinas y de su posible vivencialidad a través de lo sensorial.

3. INTERVENCIÓN MÍNIMA / EFICIENCIA PROYECTUAL.

El criterio de la mínima intervención, enfatiza la importancia de aprovechar al máximo las cualidades arquitectónicas y urbanas del preexistente, tanto desde el punto de vista social y cultural, como desde su potencia físico-energética, revelando el principio de manejo sustentable y ecológico de los recursos culturales existentes, evitando por esta vía el aumento de costos económicos asociados.

La mínima intervención debe orientar el patrón de actuación en la rehabilitación, ayudando de esta forma al criterio de reversibilidad anotado más adelante. Siempre que resulte factible, las estructuras y elementos arquitectónicos relevantes presentes en el inmueble y que presenten deterioro físico, deben ser reparados y no substituidos. Toda manipulación – tanto proyectual como de obra - del preexistente implica un riesgo, que eventualmente puede agredir la integridad estructural – tipológica.

"Se debe considerar el imperativo ético de reducir el tratamiento a un mínimo, pues, cada intervención sucesiva aleja más al objeto de su estado y aspecto originales" (Ward, 1986:20).

Por tanto, en función de los objetivos proyectuales, es aconsejable actuar sobre lo estrictamente necesario asumiendo la degradación natural que impone el paso del tiempo. Deben rechazarse los tratamientos demasiado intervencionistas, que sin una argumentación con base en la autenticidad, puedan agredir la integridad del bien, imposibilitando la construcción de nuevos significados a partir de la estructura tipológica identificada.

4. INTERVENCIÓN / DIFERENCIACIÓN ENTRE LO EXISTENTE Y LO INTERVENIDO.

“No deben destruirse los elementos diferenciadores que caracterizaban a la edificación y su entorno en su estado original o en el correspondiente a las etapas más antiguas. Cada intervención debe respetar, en la medida de lo posible, el concepto, las técnicas y los valores históricos de la configuración primigenia de la estructura, así como de sus etapas más tempranas, y debe dejar evidencias que puedan ser reconocidas en el futuro” .

En el caso del planteamiento de los lineamientos para la conservación a través del entendimiento sensorial, los elementos externos son mínimos y debiesen no tener ninguna incidencia en el espectador, es decir, tal como se trabaja en los santuarios de la naturaleza y en los museos de sitio bien entendidos: los elementos externos destinados principalmente a la información para el visitante, deben estar alejados de las ruinas naturales. En este sentido, no se puede hablar de una conciliación entre lo nuevo y lo auténtico puesto que lo nuevo no es parte de la intervención en el sitio.

5. INTERVENCIÓN / OPTIMIZACIÓN FUNCIONAL Y DE CAPACIDADES INSTALADAS (ENERGÉTICAS, SOCIALES Y ECONÓMICAS).

En este punto el autor ahonda en el criterio de optimización en las intervenciones de rehabilitación en arquitecturas de valor patrimonial, para el desarrollo sostenible de las funciones de la ciudad, vinculándose estratégicamente con la necesidad de aumentar, mejorar y perfeccionar la calidad de vida económica y social de los habitantes. Es decir, es un criterio que permite mejorar la función cultural de la arquitectura preexistente.

Este criterio y su atingencia dentro de los lineamientos planteados en la presente investigación es casi nula, puesto que la experimentación y detección de atmósferas arquitectónicas no implica ningún beneficio para ninguna ciudad aledaña. Los sitios quedarían expuestos al libre acceso y sólo resguardados según los planes de manejo a instaurar. Esta figura es muy similar al tratamiento que reciben los Santuarios de la Naturaleza.

En caso de que la intervención de los visitantes generara beneficios de alguna índole, los sitios deben seguir su ciclo natural de degradación sin ninguna intervención que las prolongue más de lo necesario.

6. INTERVENCIÓN / REVERSIBILIDAD

“La reversibilidad, corresponde a un criterio que busca evitar intervenciones inadecuadas, de manera de contar con la posibilidad de devolver el bien a su estado previo, posibilitando una correcta intervención que se pueda ejecutar a futuro, cuando el bien se haya deteriorado nuevamente” (Ferrada, 2001:9).

El tipo de conservación “sensorial” propuesto no debiese contemplar ningún tipo de intervención a futuro, es decir, cualquier consecuencia de la degradación natural debe ser respetada.

Lo sitios anexos a las ruinas planteados como centros de información y de partida (como las casetas de guardabosques en parques de grandes extensiones) deben ser reversibles, de manera que permitan dar ocasión a que mejoren los conocimientos e interpretaciones sobre el bien, pero también que puedan removerse de forma definitiva en las eventualidades.

"La reversibilidad es un principio sobre el que el conservador debe ser categórico. Esta palabra significa que un método de conservación debe poder invertirse si ocurre algo inesperado, de manera que el objeto pueda recuperar su estado inicial sin ningún daño" (Torraca, 1969:325).

7. INTERVENCIÓN / INTEGRACIÓN URBANO TERRITORIAL Y PAISAJÍSTICA.

El autor propone transitar del concepto de ambiente como forma supeditada al edificio, al concepto de forma y elementos como condiciones indisolubles entre sí.

En Chile actualmente se cuenta con la Ley 17.288/70 de Monumentos Nacionales y Ley General de Urbanismo y Construcciones, ambos cuerpos legales preocupados de

normar y proteger el patrimonio inmueble y urbano. Igualmente existe la Ley 19.300 sobre Bases del Medio Ambiente, que protege el recurso natural, tendiendo a evitar impactos negativos sobre su ecología.

En este sentido, en Chile aún hay vacíos legales, teóricos y prácticos sobre formas de intervenciones en ruinas arquitectónicas-arqueológicas que involucran tanto el territorio y a las ruinas como un todo entre sí. (VER ANEXO 2. PATRIMONIO Y CONSERVACIÓN).

8. INTERVENCIÓN / PARTICIPACIÓN.

“La selección y estrategia acometida sobre los preexistentes intervenidos, son acciones que deben decidirse a través de un proceso inclusivo en el que intervengan los interesados, tomando en cuenta sus hábitos y opiniones. Participación en cuanto a la selección y valoración de lugares y sitios como única posibilidad de ejercer la continuidad de un proceso cultural, de reconocer en la preexistencia una cualidad que refleja los significados culturales y la identidad, de manera activa y cambiante” (Ferrada, 2001:10).

El último punto de esta serie de criterios involucra al eje transversal de los lineamientos propuestos en la investigación: la participación. Sin embargo, se discrepa sobre lo estipulado sobre “los interesados, tomando en cuenta sus hábitos y opiniones”. La experimentación sensorial de las atmósferas arquitectónicas, debiese ser una acción completamente libre guiada por el instinto más que por los hábitos, como si se tratara de un lugar propio de la naturaleza.

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