13 minute read

Capitulares en las Hojas de Cultura Popular

CÓMO UTILIZAR LAS CAPITULARES

1. capitulares incluidas

Advertisement

La manera más común de crear una letra capitular es incluirla al inicio del texto sin que pase de la línea más alta de este. Se debe ajustar apretadamente con el texto que la rodea y su distancia casi siempre debe ser menor que la del interlineado del mismo o se adapta visualmente a las formas de la letra. La capitular debe estar alineada ópticamente con la parte superior del texto y la base de esta se debe ajustar con alguna de sus líneas.

LAS LETRAS CAPITULARES por su estilo, tamaño y aplicación pueden ser utilizadas para dar énfasis al principio de un párrafo, una página o un capítulo de un escrito.

Está bien ser creativos con las capitulares pues son un detalle de diseño al iniciar un texto, pero hay que ser sutiles con ellas. Si no se va a utilizar la misma tipografía del texto, se debe seleccionar una acorde al tipo de contenido, ya sea disponiéndola en mayúsculas o minúsculas.

Finalmente, lo más importante para utilizar capitulares es que logren introducirnos con sus diseños al texto y le adicione a este belleza y color.

Un sombrío bosque de abetos se ceñía a ambos lados del congelado río. Un viento reciente había despojado a los árboles de su blanca capa de escarcha, y parecían inclinarse unos hacia otros, negros y siniestros, a la luz del ocaso. Un vasto silencio reinaba sobre la tierra.

Ella misma era toda desolación, sin vida, sin movimiento, tan solitaria y fría que su espíritu no era siquiera el de la melancolía.

Un sombrío bosque de abetos se ceñía a ambos lados del congelado río. Un viento reciente había despojado a los árboles de su blanca capa de escarcha, y parecían inclinarse unos hacia otros, negros y siniestros, a la luz del ocaso. Un vasto silencio reinaba sobre la tierra. Ella misma era toda desolación, sin vida, sin movimiento, tan solitaria y fría que su espíritu no era siquiera el de la melancolía.

Un sombrío bosque de abetos se ceñía a ambos lados del congelado río. Un viento reciente había despojado a los árboles de su blanca capa de escarcha, y parecían inclinarse unos hacia otros, negros y siniestros, a la luz del ocaso. Un vasto silencio reinaba sobre la tierra. Ella misma era toda desolación, sin vida, sin movimiento, tan solitaria y fría que su espíritu no era siquiera el de la melancolía.

2. Capitulares sobresalientes

Otro modelo de capitular es cuando la letra descansa en la línea base de la primera o segunda línea de texto, y se eleva sobresaliendo de la línea superior de la caja tipográfica.

Sucedió que, al llegar a un sitio de nombre Almorox en tiem- po de vendimia, un viñador le dio de limosna un racimo de uvas. Estropeados los cestos como es común que se mantengan, y muy maduros los frutos por la estación, el racimo se le desgranaba en la mano. Si se echaba en el saco, se volvería zumo y ya no serviría. Entonces resolvió darse un banquete por no poderlo llevar y por darme gusto, pues ese día ya me había propinado muchos rodillazos y golpes.

Sucedió que, al llegar a un sitio de nombre Almorox en tiem- po de vendimia, un viñador le dio de limosna un racimo de uvas. Estropeados los cestos como es común que se mantengan, y muy maduros los frutos por la estación, el racimo se le desgranaba en la mano. Si se echaba en el saco, se volvería zumo y ya no serviría. Entonces resolvió darse un banquete por no poderlo llevar y por darme gusto, pues ese día ya me había propinado muchos rodillazos y golpes.

�ucedió que, al llegar a un sitio de nombre Almorox en tiempo de vendimia, un viñador le dio de limosna un racimo de uvas. Estropeados los cestos como es común que se mantengan, y muy maduros los frutos por la estación, el racimo se le desgranaba en la mano. Si se echaba en el saco, se volvería zumo y ya no serviría. Entonces resolvió darse un banquete por no poderlo llevar y por darme gusto, pues ese día ya me había propinado muchos rodillazos y golpes.

En algunos casos las capitulares incluidas pueden estar alineadas siguiendo su contorno y esto permite que el texto tome otras formas.

pesar de todo, la orgía era alegre y magnífica. Los gustos del duque eran muy especiales y su ojo era bueno para colores y efectos. Le tenía sin cuidado lo que resultaba decoroso para la pura moda. Sus planes eran temerarios y fogosos; sus ideas brillaban con bár- baro esplendor. Podría considerársele loco, pero sus seguidores no lo teníanportal. Erapreciso oírlo, y verlo y tocarlo, paracerciorarse de que no lo estaba. En ocasiones la primera línea del texto se aproxima a la parte superior de la letra capitular, esto ayuda con el inicio de la lectura. Las líneas de texto que la suceden, pueden ser distanciadas y alineadas verticalmente.

l día comenzó favorablemente. No habían perdido ningún perro durante la noche y se pusieron en marcha en medio del silencio, la oscuridad y el frío, mucho más tranquilos de ánimo. Bill parecía haber olvidado sus presagios de la noche anterior, y hasta bromeó con los perros cuando, a mediodía, volcaron el trineo en un tramo del camino que se encontraba en mal estado.

uién sabe. El hecho es que aún no soplaba la más mínima brisa. La noche estaba clara, despejada, con luna y estrellas y todo eso. De no ser por la TV, nadie hubiera sospechado que se nos venía encima un huracán, y de los más apocalípticos. Mis ojos (“de gata”, decía el Nene) se adaptaron enseguida a la oscuridad.

ari lo ignoró y se dedicó a inspeccionar la mesa. A un lado, había pequeños tenedores de cóctel convertidos en ridículos aretes. Al otro extremo, fotografías en blanco y negro de picos andinos, plateados y coronados de nieve, y otras de fortalezas de piedra en ruinas e iglesias coloniales. En ninguna de ellas había gente: sólo paisajes, edificios y piedras dispersas talladas por los incas; todo se veía deshabitado y vacío. l día comenzó favorablemente. No habían perdido ningún perro durante la noche y se pusieron en marcha en medio del silencio, la oscuridad y el frío, mucho más tranquilos de ánimo. Bill parecía haber olvidado sus presagios de la noche anterior, y hasta bromeó con los perros cuando, a mediodía, volcaron el trineo en un tramo del camino que se encontraba en mal estado.

l día comenzó favorablemente. No habían perdido ningún perro durante la noche y se pusieron en marcha en medio del silencio, la oscuridad y el frío, mucho más tranquilos de ánimo. Bill parecía haber olvidado sus presagios de la noche anterior, y hasta bromeó con los perros cuando, a mediodía, volcaron el trineo en un tramo del camino que se encontraba en mal estado. Proyectar fuera de la columna de texto la letra cuando tiene adornos, es una manera creativa y diferente de utilizar una capitular incluida.

e le acerqué y lo toqué con la mano. Era un gato negro, muy grande por cierto, tanto como Plutón, y muy parecido a él en todos los respectos, salvo en uno: Plutón no tenía un solo pelo blanco en ninguna parte del cuerpo, pero este tenía un mechón blanco enorme, aunque indefinido, que le cubría casi toda la región del pecho.

e le acerqué y lo toqué con la mano. Era un gato negro, muy grande por cierto, tanto como Plutón, y muy parecido a él en todos los respectos, salvo en uno: Plutón no tenía un solo pelo blanco en ninguna parte del cuerpo, pero este tenía un mechón blanco enorme, aunque indefinido, que le cubría casi toda la región del pecho.

e le acerqué y lo toqué con la mano. Era un gato negro, muy grande por cierto, tanto como Plutón, y muy parecido a él en todos los respectos, salvo en uno: Plutón no tenía un solo pelo blanco en ninguna parte del cuerpo, pero este tenía un mechón blanco enorme, aunque indefinido, que le cubría casi toda la región del pecho.

3. otras maneras

La letra capitular también puede ir sangrada en el texto, entonces las letras que la preceden deben ser nuevamente ajustadas en algún lugar dentro del cuerpo de la letra.

�ermanecí inmóvil contemplándola, sin atreverme a averiguar cuál era su mal. Estaba como dormida: su rostro, cubierto de palidez mortal, se veía medio oculto por la cabellera descompuesta, en la cual se descubrían estrujadas las flores que yo le había dado en la ma- ñana: la frente contraída revelaba un padecimiento insoportable, y unligero sudorle humedecíalassienes: de losojoscerradoshabían tratado de brotar lágrimas que brillaban detenidas en las pestañas.

Permanecí inmóvil contemplándola, sin atreverme a averiguar cuál era su mal. Estaba como dormida: su rostro, cubierto de palidez mortal, se veía medio oculto por la cabellera descompuesta, en la cual se descubrían estrujadas las flores que yo le había dado en la ma- ñana: la frente contraída revelaba un padecimiento insoportable, y unligero sudorle humedecíalassienes: de losojoscerradoshabían tratado de brotar lágrimas que brillaban detenidas en las pestañas.

Permanecí inmóvil contemplándola, sin atreverme a averiguar cuál era su mal. Estaba como dormida: su rostro, cubierto de palidez mortal, se veía medio oculto por la cabellera descompuesta, en la cual se descubrían estrujadas las flores que yo le había dado en la ma- ñana: la frente contraída revelaba un padecimiento insoportable, y unligero sudorle humedecíalassienes: de losojoscerradoshabían tratado de brotar lágrimas que brillaban detenidas en las pestañas. Frecuentemente palabras comenzadas con letra capitular son luego complementadas con pequeñas mayúsculas, versalitas o negritas, aunque esto no es necesario, es otra manera de hacer sutilmente la transición de una letra capitular al tamaño de los caracteres del texto.

�ú eres como uno de esos bravos que, cuando traspasan los umbrales de una taberna, me sacuden su espada sobre la mesa, diciendo: «¡Quiera Dios que no te necesite!», y apenas les ha producido operación al segundo vaso, la esgrimen contra el mozo, cuando realmente no había necesidad de tal cosa.

Tú eres como uno de esos bravos que, cuando traspasan los umbrales de una taberna, me sacuden su espada sobre la mesa, diciendo: «¡Quiera Dios que no te necesite!», y apenas les ha producido operación al segundo vaso, la esgrimen contra el mozo, cuando realmente no había necesidad de tal cosa.

Tú eres como uno de esos bravos que, cuando traspasan los umbrales de una taberna, me sacuden su espada sobre la mesa, diciendo: «¡Quiera Dios que no te necesite!», y apenas les ha producido operación al segundo vaso, la esgrimen contra el mozo, cuando realmente no había necesidad de tal cosa.

Tú eres como uno de esos bravos que, cuando traspasan los umbrales de una taberna, me sacuden su espada sobre la mesa, diciendo: «¡Quiera Dios que no te necesite!», y apenas les ha producido operación al segundo vaso, la esgrimen contra el mozo, cuando realmente no había necesidad de tal cosa.

Otra manera interesante de poner una letra capitular es ubicarla detrás del texto esto le da una apariencia más libre a todo el conjunto y permite que la capitular se exprese libremente en su tamaño y ubicación.

Había dejado ella caer la frente sobre el brazo en que se apoyaba y cuya mano estrechaba yo entre las mías, cuando oí en la pieza inmediata el ruido de los ropajes de Emma, que se acercaba. Aquella noche, a la hora de cena, estábamos en el comedor mis hermanas y yo esperando a mis padres, que tardaban más tiempo del acostumbrado. Por último se les oyó hablar en el salón como dando fin a una conversación importante

la cosa que el viajero del Tiempo sostenía en sus manos era una brillante armazón metálica, escasamente más grande que un reloj pequeño, y muy delicadamente fabricada. Estaba hecha de marfil y de cierta sustancia cristalina transparente. Y ahora debo ser explí- cito, pues lo que sigue (a menos que vayaa aceptarse su explicación) es algo absolutamente increíble.

i ba a decirle algo más, pero el acento confi dencial de su voz, la luz nueva para mí que sorprendí en sus ojos, me impidieron hacer otra cosa que mirarla, hasta que, notando que se avergonzaba de la involuntaria fijeza de mis miradas, y encontrándome examinado por una de mi padre (más terrible cuando cierta sonrisa pasajera vagaba en sus labios), salí del salón con dirección a mi cuarto. Inscribirlas dentro de formas geométricas o elementos decorativos a los que se les puede aplicar color, agrega un interés visual y original a la totalidad del texto.

úeres como uno de esos bravos que, cuando traspasan los umbrales de una taberna, me sacuden su espada sobre la mesa, diciendo: «¡Quiera Dios que no te necesite!», y apenas les ha producido operación al segundo vaso, la esgrimen contra el mozo, cuando realmente no había necesidad de tal cosa.

u eres como uno de esos bravos que, cuando traspasan los umbrales de una taberna, me sacuden su espada sobre la mesa, diciendo: «¡Quiera Dios que no te necesite!», y apenas les ha producido operación al segundo vaso, la esgrimen contra el mozo, cuando realmente no había necesidad de tal cosa.

u eres como uno de esos bravos que, cuando traspasan los umbrales de una taberna, me sacuden su espada sobre la mesa, diciendo: «¡Quiera Dios que no te necesite!», y apenas les ha producido operación al segundo vaso, la esgrimen contra el mozo, cuando realmente no había necesidad de tal cosa.

CAPITULARES EN LAS « HOJAS DE CULTURA POPULAR »

Editada en Bogotá entre 1947 a 1957, consta de 84 números. Con un formato de 33 × 25 cm e impresa en sistema tipográfico. Los textos están compuestos en linotipia y tipo suelto. Sus páginas están impresas a una y dos tintas sobre una gran variedad de papeles. Contiene insertos a color como láminas, cromos, sobres con cotenido adheridos a las páginas, etc.

This article is from: