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III. Pregúntale a Colombia
Postal desde París de Nicole a Luz, con pintura del encuentro de las dos amigas. Septiembre de 1993. Archivo personal de la familia Amorocho, Federico Durán.
París. 1995. Fotografía de Ignacio Gómez Pulido.
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Tercer Acto 111
En septiembre del 93, Luz y Nicole se vieron de nuevo. Luz pasó por París, pero se encontraron en Libourne, en la estación de tren.
NICOLE SONOLET102: Mi muy querida Luz. Este pequeño dibujo infantil representa tu llegada a la estación de Libourne en septiembre del 93. Desde aquí espero que este año nuevo sea bueno para ti: amigos, traducciones, visitas de Leonor etc.… Aquí, los dos últimos meses tuvieron un clima aterrador: lluvia, lluvia, lluvia que se mete a las casas, que no deja montar en carro, que desmoraliza —en lo único que pienso es en el sol—. Me voy un mes a París para retomar aliento. Un fuerte abrazo, Nicole.
Y Luz le contesta:
LUZ AMOROCHO103: Volver a Colombia después de mi viaje, en el que estuve tan contenta, y sentir que todos los problemas de cada día, de la calle, de la política, y de tu propia vida, te caen encima, es muy duro y tampoco es
102 Carta de Nicole a Luz, septiembre de 1993. 103 Carta de Luz a Nicole, enero de 1994.
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bueno para la salud, pero uno termina por aceptarlo: yo soy de aquí y todas las cosas me pertenecen. Un poco como la familia: muchas veces es una mierda, pero tú no puedes —y no quieres— cambiarla por otra. Y aún más, no pierdes la esperanza de modificarla al menos un poquito. Por el momento, pienso que 1994 va a ser un poco diferente para mí, por el hecho de la presencia de mi hermana en mi vida de todos los días.
Su relación con Colombia me intriga. El país que Luz logró por fin, con 77 años, confesar que aceptaba. ¿Cuál país es el que a uno le pertenece?
LUZ AMOROCHO104: Querida Nic, Se me complica tanto la cotidianidad: enredos por resolver, compromisos, etc.… pero, sobre todo, por un malestar diario que comparto —así lo creo— con muchos colombianos, y que me impide lograr mi deseo —muy presente—de comunicarme con la gente que quiero. […] Es un sentimiento colectivo que, al principio, respondía al escándalo que estalla, en una sociedad más bien cerrada, cuando hay un magnicidio, una muerte atroz, el sacrificio de un niño, es decir, actos dispares, ejecutados contra individuos o grupos distintos. Pero, después, la repetición desmesurada hace que el acto, insoportable en sí, se vuelva una noticia más. El cuerpo social se anestesia, para poder sobrellevar la vida de todos los días, para poderla vivir: oyes sin oír, miras la tele y cambias de canal. […] [Ahora mismo] hay un gobierno desacreditado, frágil, mentiroso, que dice que todo saldrá bien; y el congreso, en el que una cantidad considerable de individuos está acusada de elegirse con dólares del “narco”, ahora va a decidir sobre la aprobación (o no) de unas reformas a la Constitución, tan convenientes para el gobierno (el presidente) y sus corruptos intereses.
Entretanto, el país es testigo de un enfrentamiento entre las “fuerzas del orden” y las masas de campesinos que se desplazan —desde varias regiones— para llegar a los centros urbanos, en protesta por las fumigaciones de enormes extensiones de territorio sembradas con coca y que para ellos representa su único ingreso105. Y, detrás de ellos, hombro a hombro (para ayudarlos) la “Guerrilla” —alguna vez revolucionaria— profusamente contaminada por el tráfico de cocaína y de amapola. Además de eso, grandes propietarios de enormes extensiones de tierra, que son los capos de la droga.
104 Carta de Luz a Nic, escrita desde Bogotá en agosto de 1996. 105 Y, para las culturas aborígenes, una planta sagrada. Postal de Año Nuevo desde Bogotá de Luz a Nicole, enero de 1994. Archivo de Christine de Bremond d’Ars.

Tercer Acto 113

Luz en otro paseo. Ca. 1989. Archivo personal de la familia Amorocho, Federico Durán. Por otro lado, en las ciudades, los ciudadanos salen a la calle a protestar contra el alza de los servicios, o que les pagan mal o lo que sea. Y fuera de eso está la “Contra guerrilla”, paramilitar. Al comienzo, pagos por los propietarios de grandes “fincas”, para defenderse del asalto de la guerrilla, que quería (y aún quiere) su ganado y sus tierras, y que los obliga a darles plata periódicamente, si quieren tener “paz”.
Esos “contras”, que servían también a los grandes “capos” de la droga y derivan su fuerza de la droga, tienen como razón de ser el combatir a la guerrilla (¡¡ella misma también financiada con la droga!!). Los “Contras” son muy tolerados por el ejército, la otra cara de la misma moneda, el odio a la guerrilla los une. Y, en medio de todas esas fuerzas, los campesinos masacrados.
Una carta escrita hace más de 25 años acerca de la misma guerra, una guerra, como dijo el otro, vicaria. Una guerra que el imperio mandó a hacer contra una droga que resulta ser el producto colombiano que más se vende, pero de eso no se puede ni hablar. Una guerra ajena, como dice Luz, de todos contra todos, pero todos financiados por el Narco.