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ENTRE LIBROS Y UN MATE
G A C E T A P A R N A S U S M A R Z O 2 0 2 2 | V O L . 1 2
Entre libros y un mate
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P P PO O OR R R P P PR R RII IM M ME E ER R RA A A V V VE E EZ Z Z
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Entre libros y un mate
Por primera vez
Mi amiga Valeria Canata, hace unos días publicó en Instagram esta fotografía. Me remontó al relato que sirvió de contestación.
https://www.instagram.com/p/VekfjmClmJ/? utm _ medium=copy_ link
Recuerdo esa casa, del año 2009. Siempre me gustó viajar y mucho tienen que ver en eso mis abuelos, fui el primer nieto, y, por lo tanto, uno muy mimado por ellos. Desde poco después de nacer, cuentan que empecé a tomar ruta con ellos. Aquellos mimos llegaron al extremo de que cuando llamaban al único celular que había en casa, me preguntaban si quería ir a Asunción y al decir que sí, abuelo venía a buscarme para después directamente volver allá, eran viajes idas y vueltas.
Es así como, desde temprano saboreé al viento entrando por la ventana de la camioneta, el turno entre las noticias y la guarania sonando por la radio, la recta y las curvas de la ruta y traspasando mi propia experiencia, el tiempo que iba tomando cuerpo en un gordito de lentes con la mirada contenta. Los viajes siempre fueron familiares hasta aquel momento en el que una compañera de colegio me informó que, acababa de ser electo para representar al colegio en un Intercolegial en Pilar.
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Entre libros y un mate
La noticia llegó a ella para ser trasladada hasta mí por medio de los profesores que se encargaron de la elección. Iba a ser yo el orador frente a otros chicos en el evento que aglutinaría mucha gente en la capital de Ñeembucú. Con entusiasmo lo acepté y comuniqué a mis padres (pidiendo permiso, claro), al obtener el visto bueno y algo de dinero para el viático, preparé un discurso con ayuda de papá, una mochila y un colchón para viajar. Era la primera vez que viajaba con mis amigos, la mayoría de ellos, presentes ahí por deportes y otros para cantos y danzas. El colectivo fue una fiesta. El entusiasmo nos vistió uniformados con una remera especial y hasta calcomanías nos puso.
A través de mis audífonos, cantaba Luis Alberto del Paraná y en otro momento, una compañera me enamoró cuando cantó “Nombrándote che Paraguay ” . Salimos de CDE por la mañana temprano y tomamos el camino a Encarnación, ciudad que superamos no sin antes haberme hecho recordar otro viaje que de niño hice por ese mismo camino hasta la ciudad de Pirapó. Ese, había sido con mi familia paterna años atrás. Mi joven mirada, de esa manera, comenzaba a degustar las sensaciones del cariño y la breve nostalgia cuando bordeamos un camino que atravesaba piedras que, al parecer antes fueron mucho más grandes.
El largo viaje hasta Pilar pasó por una recta que se amplió en kilómetros sin ver otra cosa que ese caliente asfalto y el verde de los campos de ganados alrededor. Llegamos, y como imaginaba, todo era diferente.
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Entre libros y un mate
La tierra blanca anunciada por un profesor estuvo lejos de ensuciar la alpargata blanca que llevaba puesta y las casas antiguas, las calles y sus formas, me hicieron conocer el generoso impacto de estar por primera vez en un lugar, de apreciarlo y refrescarme con su viento, de conocer el agradable asombro de querer quedarse y reír, reír y sustanciar un poco más a la vida.
En uno de los recorridos que hicimos a lo largo de la semana que estuvimos ahí, contemplé frente a mí el Cabildo de Pilar. Recordé que, siendo más niño, viendo su imagen en un diario, deseé algún día conocerlo. Había sido un deseo cargado de inocencia y a los pocos años que vinieron encima, este ya estaba cumplido. Sentí, por primera vez en mi vida, la realización de un sueño que mirando el periódico parecía lejano y que, en ese momento, ya estaba frente a mí. Gracias a eso sostengo que, en la vida soñamos siempre y cuando nos distraemos, los sueños ya fueron cumplidos.
Una de las largas caminatas transitamos por esta casa, la de la imagen. Animados por un aire pueril, fingimos atajar sus paredes para registrar el momento en una foto. La imagen sigue en mi álbum y también puedo mostrártela. Yo no sé si la casa mantiene el mismo panorama que esta imagen y la que conocí yo, si fue reformada y está más linda o fue llevada por el olvido. Sí sé que es válido mirar hacia atrás para visitarse a uno mismo, a su experiencia y a viejos cariños; también los paisajes y los sueños cumplidos. Abogado, escritor y
Francisco Esquivel
poeta. franciscoesqs