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La vocación turística de México

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DEBATE NACIONAL

DEBATE NACIONAL

LA VOCACIÓN TURÍSTICA DE MÉXICO

Lic. Juan Carlos Arnau Ávila *

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Cualquier persona, grupo social, comunidad o país, tiene ante sí el reto de sobrevivir, de generar las condiciones para que todos sus integrantes encuentren una actividad productiva, que les permita cubrir sus necesidades básicas y alcanzar su pleno desarrollo intelectual y humano.

Esta búsqueda o definición de la vocación de cada país, a veces se presenta de manera muy natural, por su entorno o su grado de desarrollo, pero a veces es una búsqueda más intrincada, accidentada y hasta misteriosa.

Mi hipótesis, es que la calidad de vida de la humanidad en la segunda mitad del siglo XX y lo que va del siglo XXI, le asignó al turismo una importancia muy destacada, por los impactos adicionales que su práctica y disfrute le genera a la población receptora.

México no ha descubierto, ni aceptado a plenitud, su vocación primordial y a mi juicio, su riqueza natural, histórica y cultural, que ha sido producto de fenómenos sociales de muchos años; de una idiosincrasia derivada de un mestizaje muy intenso y de unas características naturales de un extenso territorio, con una ubicación geopolítica y geográfica privilegiada, le ha venido restregando en la cara, con una extraña resistencia a aceptarlo, que el turismo es su vocación más acendrada, más conveniente, más rentable y más efectiva, para procurar generarle a sus habitantes una calidad de vida satisfactoria.

Dejando de lado algunas manifestaciones históricas muy antiguas, como Marco Polo, Thomas Cook o Alexander von Humboldt, es realmente la economía industrial, con una inusitada prosperidad detonada al terminar la Segunda Guerra Mundial, lo que realmente puso en el camino del turismo, a millones de personas, que sin duda eran muy adineradas al principio, pero al día de hoy, el turismo no es una actividad lujosa, excluyente, elitista, sino una manifestación cultural, educativa, lúdica, que fue encontrando y generando varios círculos virtuosos, que la arrojaron a casi todos los rincones de la tierra.

En el caso de México, fue el primer presidente civil de la era moderna, Miguel Alemán Valdés, el que asumió de una manera deliberada y proactiva, el desarrollo de una localidad, con una belleza inobjetable, como lo es Acapulco, como el destinatario de acciones de desarrollo urbano, para hacerlo atractivo al turismo. Recordemos que en el corredor Tijuana-Ensenada, ya se registraba el turismo de personajes famosos en su mayoría de la industria cinematográfica de Hollywood, mientras que en los poblados aledaños del Lago de Chapala, acostumbraban vacacionar las familias porfiristas.

Otros sitios como Veracruz, Puerto Vallarta, Mazatlán, Taxco, Cuernavaca, Puebla, Oaxaca, Mérida, Guanajuato o San Cristóbal de las Casas y varios más, registraron actividades, que el día de hoy son evidentemente turísticas, pero que en épocas pasadas no existía la claridad en su clasificación, ni en su evolución histórica.

Ya en la segunda etapa de la evolución turística, Cancún fue un experimento netamente financiero para atraer divisas, como una estrategia diseñada desde las filas hacendarias y financieras, seguido después del resto de los llamados Centros Integralmente Planeados, bajo el cuidado y la responsabilidad de FONATUR. Es evidente que las hermosas y variadas playas que existen en nuestras costas, fueron el primer detonador del turismo internacional, pero el acervo arqueológico y la belleza de varias ciudades que surgieron durante el virreinato, generalmente como producto de la muy rentable actividad minera y que hoy se denominan Ciudades Coloniales, fueron ya en su conjunto, las que empezaron a conformar, junto con nuestra gastronomía, fiestas religiosas, comunidades indígenas vivas, música y otras manifestaciones artísticas, producto de un intenso mestizaje, el embrión de la gran potencia turística que es hoy nuestro país.

El propósito de este párrafo, es dibujar la variedad y riqueza de los destinos turísticos mexicanos, sin dejarnos apresar por rigores históricos o discusiones semánticas sobre si el Emperador Moctezuma hacía turismo al irse a Oaxtepec a disfrutar sus baños termales. El hecho es que el turismo empezó a florecer, a invadir esferas de la actividad cotidiana de manera inconsciente o imperceptible, hasta que nos dimos cuenta, que la naturaleza de varias comunidades atraía y coincidía al cien por ciento, con los destinos buscados por esos extraños consumidores, los turistas, que por su volumen e importancia, empezaron a hacerse notar en las economías locales.

La resiliencia del turismo, ya ha sido puesta a prueba y comprobada en varias ocasiones anteriores a ésta pandemia. Seguramente en una dimensión o gravedad, ciertamente menor, pero ese desempeño, nos permite pronosticar con certeza, que el turismo se va recuperar y resurgirá con mayores bríos, ímpetu y objetivos superiores a los que ya tenía antes de la pandemia.

Coincide este momento de cambio, con la idea de que la madurez en la conducción de los asuntos turísticos, que antaño eran exclusivos del Gobierno Federal, hoy han sumado a su gestión, a todos los gobiernos estatales, a muchos gobiernos municipales y decidida y definitivamente, a los empresarios de todo calibre y especialidad, particularmente en lo que se refiere a la gestión turística de cada destino, para que con sus gestiones encuentren su personalidad, su modelo de desarrollo, establezcan su capacidad de carga y promulguen las normativas específicas que coordinen su andar y evolución.

Las instituciones de educación superior especializadas en turismo, han hecho su labor y dan cuenta al día de hoy, de miles de jóvenes que egresan de sus aulas anualmente y que permiten prestar un servicio profesional y de calidad, que aunado a la tradicional calidez del pueblo mexicano, asegura un nivel de servicio de calidad mundial.

La conectividad aérea, la expansión tecnológica y en general la globalización, han puesto al alcance del consumidor, el mundo entero desde el punto de vista del producto turístico y por eso mismo, la competencia por la divisa turística es feroz.

Esta pandemia, agudizará éste fenómeno y eficientará sacando del mercado, a muchos prestadores de servicios, lo cual es un problema muy preocupante para todas las sociedades en general. A pesar de la fortaleza evidente y la importante posición que tiene México en el ámbito turístico internacional, es desafortunado que 80% del movimiento turístico se concentra únicamente en diez destinos turísticos, mientras que el restante 20% se dispersa en casi 200 destinos turísticos restantes. Aquí es donde vale la pena recordar y resaltar, que México tiene cientos de playas de calidad turística, de las cuales 54 ostentan el distintivo Blue Flag, 33 Sitios declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO (el 6º lugar mundial), 182 Áreas Naturales Protegidas, 193 Zonas Arqueológicas, 1,300 Museos, 123 Pueblos Mágicos e incontables sitios religiosos y artesanales, así como grandes centros metropolitanos, en los que miles de jóvenes y no tan jóvenes, crean diariamente arte de todo tipo, en las denominadas “industrias creativas”. México es, sin duda, un país sumamente interesante para cualquier viajero mundial.

El turismo representa la mejor oportunidad de empleo para los jóvenes, hombres y mujeres; el costo de creación de un puesto de trabajo es menor que en otros sectores; teniendo la oportunidad de ingresar con un nivel educativo modesto, obteniéndose en su devenir, la capacitación y el desarrollo subsecuente que todos buscamos. Pero no debemos perder de vista el hecho que el turismo ya no es una actividad elitista, sino de interés general.

Situación similar al de las actividades culturales y educativas, el turismo es sin duda una actividad positiva y deseada, tanto por los turistas, como por los prestadores de servicios turísticos. Pero es conveniente también recordar, que el turismo no es un fin en sí mismo, sino un medio para mejorar las condiciones de vida de las poblaciones receptoras. “Pero el turismo no se da por ósmosis o por generación espontánea; para que exista el turismo se necesita, no solo el atractivo y un mercado dispuesto a concurrir;

Depende también de que haya certeza en la inversión; Que haya procedimientos para sustentar su operación; Capacitación para prestar eficientemente los servicios conforme a los estándares y certificaciones ofrecidas y Requiere que en su funcionamiento se incluya al mayor número posible de los habitantes del destino, especialmente la población vulnerable”

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