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SOCIEDAD | ABUSO Y MALTRATO EN LA
from Nuestr@s Mayores. Revista de la Fundación Astur para las personas mayores. Edición Octubre 2020. #2
by PANDORA
SOCIEDAD
Dr. Fernando Botta. Geriatra-Gerontólogo
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Abuso y maltrato en la vejez
Niñez, adultez, vejez, son etapas de la vida; niño, adulto, viejo serían maneras de denominar a los que estén en esa etapa. A nivel internacional se considera que se ingresa en la vejez a los 60 años de edad en los países no desarrollados y a los 65 en estos. De vejez surge la palabra viejo, que suele usarse, erróneamente en forma peyorativa.
Dada la discriminación que existe sobre la vejez y la palabra «viejo» es que se ha introducido el término persona adulta mayor como una manera de dignificar y reconocer sus derechos y no usar ese término. «Viejos son los trapos», escuchamos repetidamente, de forma muy significativa.
Se trata de promover desde la gerontologíageriatría el envejecimiento activo, digno y saludable, en el marco del goce efectivo de los derechos y de los deberes, buscando crear mecanismos de denuncia, atención y paliación de la violencia y el maltrato de las personas mayores.
Promover el buen trato, la inclusión social y la no discriminación por edad (edadismo) tanto en la familia, la comunidad y ambientes laborales, permite dar valor y estimular la participación de las personas mayores en una sociedad que necesariamente debe ser y estar integrada por personas de todas las edades.
En 2011 las Naciones Unidas establecieron el 15 de junio como Día Mundial sobre Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato a la Vejez, como forma de darle trascendencia al tema.
En el inconsciente colectivo se discrimina a la vejez, ya desde los estándares de belleza, que se asocian a la juventud, hasta la repetida frase «la vejez no viene sola», que resume todos los conceptos negativos, asociándole enfermedad, deterioro y dependencia, situaciones que suceden a cualquier edad pero que sin dudas son frecuentes en la vejez.
Es posible envejecer sano, activo y exitoso, eso lo sabemos desde hace muchísimos años, el concepto de «nuevo envejecimiento» más reciente, implica introducir en la cultura un diferente paradigma, positivo, incluso transformando la lucha contra el maltrato por promoción del buen trato. El abuso y maltrato no se dan usualmente sobre las personas mayores con envejecimiento saludable y activo, sino sobre aquellas que han envejecido patológicamente, es decir con enfermedad y algún grado de deterioro físico, social y/o mental.
El buen trato se inicia quitando estereotipos negativos frente a la vejez, llamando a las personas mayores con respeto por su nombre propio, y no «abuelo» o «viejito» en forma genérica, que implica sobreprotección, despersonalización y hasta infantilización. El buen trato con los mayores también implica tener en cuenta y respetar su opinión, su voz, sus decisiones y sus voluntades anticipadas, permitiéndoles y estimulándoles a expresar sus sentimientos, sus miedos, sus propuestas, acompañándoles a conquistar sus aspiraciones, descubriendo nuevos talentos y capacidades sin temor a la discriminación, empoderándoles en el manejo de su propia experiencia vital, promocionando la nueva longevidad.
Se debe promover y permitir que las personas mayores se sientan y sean útiles y productivas, generando desde las políticas públicas oportunidades formativas y laborales que reconozcan sus experiencias y habilidades, adecuando normas laborales y jubilatorias que les excluyen. No debe admitirse que el acceso a servicios sociosanitarios tenga como criterio limitante la edad; los mayores tienen los mismos derechos y no puede admitirse la cultura del descarte por la sola edad, la tecnología médica debe ser accesible a todas las personas según sus necesidades y en forma razonable.
Al abuso, que puede ser físico, sicológico o financiero, lo podemos definir como cualquier tipo de conducta intencional de la que derive un daño hacia la persona mayor, con el fin de obtener un beneficio por el abusador o un cambio de una conducta del abusado.

Abuso físico es el uso del dolor y la fuerza con daño físico (abuso sexual, privación de alimentos o líquidos, medidas de contención físicas, etc. ).
El abuso sicológico se exterioriza más sutilmente, ya mediante intimidación, humillación, trato despersonalizado o infantil, falta de trato respetuoso, privación de contacto
con seres u objetos queridos, amenazas de abandono y otras manifestaciones, causando sufrimiento moral y emocional.
El abuso financiero se concreta por el uso inadecuado o ilegal del dinero o bienes del mayor. Piénsese en los muy frecuentes préstamos, o en la incitación a la firma de documentos de cesión de derechos sobre sus bienes o testamentos mediante engaños.
El abuso tiene algunas otras expresiones, aún más sutiles.
Como cuidados inadecuados podemos definir la falla en el soporte individual para satisfacer necesidades específicas.
Negligencia es la falta de intervención de una persona o sistema de atención cuando ella es necesaria y no se brinda por considerar la edad, e impide al mayor la satisfacción de necesidades o cuidados para mantener la salud física o mental, no disponiendo o privándole de recursos para tales fines (vivienda, alimentación, higiene, vestimenta, calefacción, atención médica, etc.).
El abandono es la falta en proveer esos cuidados cuando fueren necesarios por contar con los medios para ello, no otorgándolos.
Los abusadores, en lo colectivo, somos todos en nuestra cultura signada por el edadismo; estamos maltratando.
En lo individual usualmente los abusadores son familiares directos del mayor o sus cuidadores principales; aunque el familiar o cuidador se presente socialmente como insospechable, debemos siempre estar pensando y alertas en que pueda ser un abusador, por más amor y cariño que demuestre y sienta hacia el mayor.
Existen conductas altamente sospechosas por parte del cuidador abusivo: se niega a que la persona mayor sea entrevistada en privado o interfiere en la entrevista, inte-

rrumpe, pretende monopolizar el diálogo. A veces actúa agresivamente (amenaza, insulta, intimida) justificándose a sí mismo, da respuestas hostiles o inapropiadas, reacciona con indiferencia o exageradamente. El abusador puede tener una historia personal de adicciones, malos tratos, subempleo, problemas conyugales.
El cuidador-familiar forzado a asumir el rol por circunstancias no deseadas puede transformarse en abusador como consecuencia del desgaste (burn out), es necesario prevenirlo. El abusador culpabiliza en lugar de asumir como parte del deterioro o enfermedad al mayor de su incontinencia, vagabundeo o dependencia (cuando existen); se resiste a estudios o internación del mayor, considerándoles innecesarios o no beneficiosos.
El Estado debe garantizar y promover el derecho humano de los mayores a no ser abusados ni maltratados, ello está plasmado en la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores del año 2015; pero todos y cada uno de los ciudadanos debemos involucrarnos en cambiar la cultura de aceptarlo y tolerarlo y mirar para el costado cuando lo vemos o sospechamos. Tan abusador es quien maltrata como quien no denuncia.

