Nunca debemos olvidar que Cristo murió por todos... Todos pueden ser igualmente los destinatarios de su gracia. El apóstol Pablo declara: «La predicación de la cruz es locura para los que se pierden; pero para nosotros, los que somos salvos, es poder de Dios. Porque escrito está: Destruiré la sabiduría de los sabios, y reduciré a la nada el entendimiento de los entendidos...» Es el deber de toda alma que invoca el nombre de Cristo contender por la fe que una vez fue dada a los santos. Hermanos míos, únanse a Cristo. Dejó las cortes reales y revistió a su divinidad de humanidad, para hacer a toda la humanidad partícipe de la naturaleza divina y permitirles escapar de la corrupción que hay en el mundo.
—Ellen G. White, «An Appeal», Review and Herald, 26 de septiembre de 1907.
