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Gonzalo Torrente Malvido In Memoriam

27/12/2011 De los escritores malditos, se habla poco, Carlos Oroza y Gonzalo Torrente Malvido, pertenecen a esa generación de bohemios puros que se extinguió el siglo pasado

Conocí a Gonzalo Torrente Malvido, a fnales de los 70, en el restaurante Gades, cerca del café Gijón, en Madrid, era buen amigo de Pepa Flores y tertuliano de los gallegos que frecuentaban ambos locales; por aquella época, Laxeiro y Lodeiro, eran una pareja con la que casi siempre coincidíamos, sobre todo cuando algún gallego inauguraba su exposición madrileña, la presentación corrió a cargo de Lodeiro.

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Gonzalo, con su fgura desgarbada, destacaba del conjunto, se le conocía rápidamente por el gran parecido físico con su padre. A punto de producirse la transición democrática, Gonzalo viaja muchas veces a Vigo, donde coincidíamos a la hora de los vinos, entre la taberna de Eligio y la de La Viuda, en la Puerta del Sol, lugar de encuentro de la intelectualidad de entonces. Después de la transición me lo encontré en la calle del Príncipe, había desaparecido del mapa, y acababa de regresar de Marrakech, me estuvo contando que había encontrado una nueva profesión, me interesé por el tema y me explicó que su trabajo consistía en hacer de sus clientes gentes de mediana cultura, capaces de distinguir un Goya de un Velázquez y un Dalí de un Picasso. Su trabajo consistía en acompañar al matrimonio en cuestión, hablar delante de sus amigos cultos de temas interesantes en los que previamente les había instruido, acompañarles a comprar antigüedades, cuadros, bibliotecas por metro cuadrado y demás adminículos sólo al alcance de abultados bolsillos, sugerir la invitación de tal o cual famosillo o cultito al alcance y en defnitiva dar un cierto empaque de cultura a nuevos ricos. Después de detallármelo todo, me quedé algo desconcertado, no me imaginaba yo a mi tocayo, en esos menesteres, pero pasados unos días, me acordé, de sus fabulosas historias de cuando estuvo en Carabanchel y sus supuestas discusiones

sobre la revolución bolchevique con Marcelino Camacho, que resultaban a todas luces increíbles.

Y Poe, Poe, Poe, Poe

Gonzalo, era un amigo entrañable, con el que se podían pasar días enteros hablando de lo divino y de lo humano sin desear que llegase el fn de la conversación. Solía decir que un día su padre cuando leyó uno de sus libros le dijo: "Eres tan bueno como Cervantes." claro que conociendo a su padre, todos sabíamos que lo dicho era una de sus ironías demoledoras, pero él parecía no querer saberlo y menos reconocerlo. Al igual que Carlos Oroza, llegó al fnal de sus días casi en la indigencia, aunque hay quien dice que le vio dormido en un banco, o deambulando por las calles, Gonzalo Torrente Malvido nos deja su obra literaria, una magnífca adaptación del guión del Rey Pasmado, y a los que seguimos vivos y tuvimos la suerte de disfrutarlo en vida un gran dolor por la pérdida del amigo.