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La editora viajera: Desafíos de la literatura infantil en el S. XXI
from La pieza secreta 1
F i o r e r a a r b á B E m i g r a n t e s . d e S h a u n T a n ,
Desafíos de la literatura infantil en el siglo XXI
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Editar un libro es una reflexión constante sobre nuestra representación del mundo para ofrecer una multiplicidad de puntos de vista a los niños (y a los adultos).
El editor es un personaje clave en el proceso de creación del libro, pero sus decisiones dependen también de los otros actores y del público.
Mi trabajo de editora me ha llevado a leer miles de manuscritos, a comentarlos y a participar en comités de lectura de varias editoriales infantiles a lo largo del mundo. Cada lectura ha venido acompañada de varias preguntas: ¿Cómo quiero nutrir la imaginación de los niños? ¿Qué visión del mundo actual y qué posibilidades quiero ofrecer a mis lectores? Francia, Inglaterra, Líbano, Marruecos, Portugal, Ruanda, la India, Nueva Zelanda, Chile y Canadá, en cada uno de esos lugares conocí y trabajé con diferentes editores, y cada uno de ellos se hace más o menos esas mismas preguntas. Pero las respuestas dependen del país, de su cultura y de su manera de vivir.
En este sentido, la representación de los géneros es una lupa interesante a través de la cual mirar y comparar. En los libros infantiles se pueden encontrar muchos estereotipos sexistas, tanto en las historias como en el diseño gráfico. Recuerdo una vez que fui a una librería en la India y me llamó mucho la atención la diferencia en los colores de las portadas de la sección de libros infantiles. Por un lado, había portadas rosadas o de tono pastel, muy brillantes y con lentejuelas, por el otro, portadas más oscuras y de tono azul. Como para los juguetes o la ropa, es fácil identificar el público a quien se dirigen estos libros. Esta dicotomía entre las princesas Disney y los autos no choca a la mayoría de los integrantes de la sociedad hindú, sino que más bien muestra, y justifica, la diferencia de trato que se da entre hombres y mujeres en la vida cotidiana del país.
Por suerte, las editoriales independientes infantiles allá proponen cada vez más historias que valoricen la igualdad entre los sexos desde la primera infancia. Karadi Tales ha publicado hace
poco Sadiq wants to stitch, un libro sobre un chico apasionado por la costura en la tradicionalista región de Cachemir.
Viajar ofrece puntos de comparación y permite formarse una opinión sobre estos temas universales, así como desarrollar el pensamiento crítico cuando uno está de vuelta en su propio país. Desde afuera, se podría pensar que la literatura infantil de países europeos como Inglaterra o Francia es más igualitaria y tiene más diversidad. Sin embargo, los cuentos de Grimm o de Perrault han marcado mucho la literatura infantil clásica y en estas historias las mujeres no tienen los mejores papeles. Los editores deben ahora pensar en nuevos relatos con nuevos modelos. Asistí a una reunión editorial en Francia durante la cual una editora propuso una historia que le gustaba bastante argumentando al final: “Y me gusta la protagonista porque es una chica de carácter”. Su jefe la molestó diciendo: “De nuevo una historia feminista”. Me entristece que este tipo de discusión todavía se dé en mi país. Desde 2005 una editorial infantil francesa -Talents Hauts- está especializada en libros en los que se lucha contra las discriminaciones, entre ellas la sexista. Recientemente han publicado una colección de textos de escritoras caídas en el olvido. Iniciativas así son muy necesarias en el paisaje editorial francés.
Es difícil ir en contra de una cultura. Editar, como escribir o ilustrar, es una lucha para el desarrollo del espíritu crítico. A veces, se necesita reescribir el pasado. Cuando estuve con la editorial Bakame en Ruanda, un país con un fuerte deber de preservar la memoria después del genocidio de 1994, los editores trabajaban en la reescritura de cuentos orales tradicionales. ¿Qué hacer con un texto en el que la moral trata de la punición del marido cuando su mujer come carne de cabra? Los editores se pusieron manos a la obra para cambiar muchas de las ideas y palabras anticuadas de estos relatos orales.
La representación de los géneros no es el único desafío en la literatura infantil contemporánea, también está la libertad de expresión, lo que uno quiere o puede mostrar a los niños para que lean o vean. En Portugal, la editora de Orfeu Negro me explicó su intención de proponer en su catálogo libros en contra de la cultura católica conservadora que es muy fuerte en el país. Ella descarta todas las referencias a la Iglesia o a otras formas de autoridad del Estado, como la policía. Por eso trabaja los textos con especial cuidado y mide sus palabras.
Al final, todos los actores en la realización y mediación de los libros son claves para cambiar las mentalidades. Un ejemplo significativo es Canadá, con la autonomía relativa entre su parte francófona, Quebec, y su parte anglófona. En Quebec, la literatura infantil se caracteriza por una libertad de tono y temas muy cercana a la que se puede encontrar en los países nórdicos. Los libros quebequeses tratan con naturalidad y humor temas relativos a la intimidad o considerados tabú en algunas culturas (muerte, homosexualidad, desnudez). Por el contrario, la parte anglófona de Canadá está bajo la influencia indirecta de su vecino, los Estados Unidos, uno de los países más conservadores en lo que respecta a literatura infantil. Un tabú estadounidenses en los libros de niños es la desnudez. El libro La tribu qui pue (La tribu que apesta), realizado por la quebequesa Elise Gravel y la francesa Magalie Le Huche, dos creadoras internacionalmente conocidas, no está traducido y no ha cruzado la frontera entre Quebec y el resto del país. Su problema: representa una tribu de niños y niñas sin padres y salvajes, completamente desnudos, con sus sexos visibles. Si algún día una editorial se arriesgara a traducirlo al inglés, ¿podríamos encontrarlo en librerías o en bibliotecas de Canadá o EEUU?
En definitiva, podemos pensar en la literatura infantil como la propuesta de una visión del futuro, una propuesta que se mueve con los cambios sociales y culturales actuales.
Noémie Bellanger, editora francesa y exploradora de la literatura infantil por el mundo. Es licenciada en Humanidades y Ciencias Sociales y Máster en Edición por la Universidad de París X.
