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Las petroleras y la
Las petroleras y la transición energética
Adrián Morales Ríos
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adrianmoralesrios@outlook.com Ingeniero Químico Industrial por el IPN. Sus líneas de especialidad se orientan al sector petrolero, con particular enfoque en la prospección petroquímica.
Desde su comienzo, el sector petrolero ha presentado un panorama favorable para los encargados de su explotación. La producción de crudo, su transformación y comercialización, representan el negocio más fructífero del sector energético, no obstante, en los últimos tiempos se han posicionado, de forma cada vez más notoria, las energías renovables. Aunque pareciera que este cambio surge de la creciente demanda de energía que se tiene en todos los sectores, lo cual terminaría por consumir las reservas de hidrocarburos a nivel mundial, esto no es del todo cierto, ya que con los nuevos avances tecnológicos –y los nuevos desarrollos en puerta– se ha determinado que se tendría crudo para satisfacer las necesidades mundiales por mucho tiempo. En realidad, lo que ha motivado una transición energética cada vez más acelerada, es el cambio climático y los efectos que este tiene en todo el globo. Es por lo que las grandes petroleras no se quieren quedar atrás en la búsqueda de seguir generando recursos económicos descomunales y, a pesar de que su principal negocio seguirá siendo el crudo, están apostando a tecnologías que les permitan competir en el mercado. Esta obligación al cambio no solo proviene de su necesidad por seguir generando recursos, sino también del compromiso con los factores ambiental y social, ya que el sector petrolero ha sido el causante de una tercera parte de los gases de efecto invernadero desde 1965, como lo indica el diario británico The Guardian. Las recientes inversiones que se han hecho en proyec tos de energías renovables demuestran la clara tendencia que se tiene hacia el futuro. Muchos de estos desarrollos han sido impulsados con capital proveniente de energías fósiles. Como se observa en las principales tendencias, las petroleras lucharán hasta alcanzar el renombre de nuevas empresas energéticas y eléctricas, buscando despojarse de la mala fama que representa la contaminación del uso de hidrocarburos. Actualmente, las energías renovables como la solar y la eólica han cobrado gran auge a nivel internacional, convenciendo a propios y extraños de generar nuevas inversiones en este sector, esto ha impulsado la transición trayendo consigo costos más competitivos y apoyo a nuevas investiga-
ciones que generen alternativas de uso. Incluso la biomasa, hasta hace poco vista como una oportunidad más, se ha posicionado como una de las principales opciones para apoyar la transición y combatir la pobreza energética. La principal ventaja con la que cuentan las petroleras hoy en día es que la pandemia, al detener en gran medida las actividades realizadas en el sector hidrocarburos, les permite contar a las grandes firmas con capital humano que pueda dedicarse a la investigación e impulso de energías renovables y que se encarguen de nuevos contratos de comercialización de electricidad. Otra de las grandes habilidades desarrolladas por estas empresas es la gestión de proyectos de gran escala. Esto, sin duda alguna, representa una ventaja competitiva con respecto a otras empresas interesadas en la inversión y desarrollo del sector de las renovables. Un ejemplo de esto es el aprovechamiento de la energía eólica mar adentro (offshore), aplicación que cobra cada vez más interés y que las petroleras tienen el pleno conocimiento de las condiciones de operación que esto implicaría. El panorama es amplio para los grandes monstruos petroleros. La mayoría está apostando por las bien cimentadas energías eólica y solar, sin embrago, algunos otros apuestan a otras alternativas como British Petroleum quien invierte “no solo proviene de su necesidad por seguir generando recursos, sino también del compromiso con los factores ambiental y social, ya que el sector petrolero ha sido el causante de una tercera parte de los gases de efecto invernadero desde 1965”

en biocombustibles y Shell que ha destinado sus recursos al negocio del hidrógeno verde. Es importante destacar que, a pesar de que se ha vuelto una tendencia, estos cambios no se presentan a la par en todo el mundo. La presión que supone la Unión Europea ha forzado a las petroleras de este continente a apresurarse, mientras que, del otro lado del atlántico, Estados Unidos parece ir más lento, política que se espera cambie con la entrada del nuevo presidente. Con respecto a México y Latinoamérica, las condiciones de negocio se mantienen en la explotación de crudo y no parece que esto pretenda cambiar. Es así como, aunque pareciera ilógico, la pandemia, en lugar de frenar un cambio hacia las energías renovables, ha generado las condiciones óptimas para que se lleve a cabo una transición más acelerada y de la mano del sector petrolero. Esto no quiere decir que es el fin de los hidrocarburos, sin embargo, se observa cada vez más, que pasarán a segundo término.
Unión Europea y pobreza energética
Esquemas adoptados para atacar la pobreza energética

Aban Moreno Aguilar
abano_moreno@hotmail.com Especialista en Energía Eléctrica por la UNAM. Investigador y consultor energético y docen- te de la Facultad de Ingeniería de la UNAM.
Más del 40% de los países pertenecientes a la Unión Europea utilizan medidas de intervención financiera como base principal para apoyar a los consumidores que se encuentran en alguna situación vulnerable. En general, la implementación de estos apoyos se realiza a través del gobierno, ya que se trata de provisión de fondos adicionales, a menudo de presupuestos de bienestar social. Sin embargo, este tipo de medidas solo brindan una solución temporal, dejando en segundo plano los problemas estructurales subyacentes por los cuales ciertos grupos de la sociedad se encuentran en pobreza energética. Para muchos países, el apoyo social tiene dos funciones: servir como medio principal para identificar consumidores vulnerables y brindar apoyo económico a los que más lo necesiten. Las medidas de apoyo se realizan a través de programas de bienestar social o a través de pagos directos para ayudar a cubrir el costo de energía. La mayoría de los subsidios a los costos de energía, así como los pagos directos realizados, se focalizan a través de los sistemas de seguridad social, y en algunos casos, como en Reino Unido, Dinamarca y Suecia, los apoyos se dirigen a un sector vulnerable de la sociedad, en este caso, específicamente a las personas de la tercera edad. En varios paises del sur de Europa como Chipre, España, Francia, Grecia, Portugal y Bélgica también se ofrecen “tarifas sociales”, que son una tarifa fija disponible para los consumidores vulnerables, que garantiza que tengan acceso a la energía a precios justos. En Bélgica, por ejemplo, todos los proveedores de electricidad y gas deben ofrecer una tarifa social a clientes protegidos y el cargo por servicio no se aplica. Las tarifas sociales plantean importantes cuestiones de focalización e igualdad en cuanto a apoyos financieros. La tarifa social de Bélgica se maneja como una condición que se le otorga a un hogar si uno de sus miembros pertenece a determinadas categorías sociales, como son: beneficiarios de determinados programas sociales, minusválidos, ancianos, extranjeros, y personas que viven en ciertas viviendas de carácter social que utilizan calefacción a gas. La eficiencia de este sistema es criticada por considerar solamente la condición social de uno de los miembros de la familia y no el ingreso global del hogar.

En Francia, los criterios para ser beneficiario de una tarifa social se basan en la atribución de seguros médicos. Sin embargo, una parte sustancial de los consumidores elegibles para estos mecanismos no reciben estos apoyos, ya que no son detectados por el sistema. Además, incluso cuando las tarifas llegan a los beneficiarios, el apoyo es demasiado bajo para proporcionarles un beneficio sustancial. Esto llevó a los franceses a recomendar reemplazar las tarifas sociales por apoyos directos y a ampliar la base de datos de los beneficiarios para mejorar su focalización. Además, han concluido que las tarifas sociales perjudican seriamente a las personas que se encuentran justo por encima del umbral de elegibilidad para recibir estos apoyos, ya que además de no recibir el apoyo, deben de contribuir a su financiación. Algunos países se han preguntado si contar con un sistema de seguridad social es la mejor forma de identificar a las personas vulnerables o en situación de pobreza energética, o a través de otros criterios, como la edad de jubilación. Por ejemplo, el pago de combustible para calefacción en invierno a las personas mayores en el Reino Unido se ha considerado desde hace tiempo como un medio relativamente directo de proporcionar apoyo adicional a aquellos que realmente lo necesitan. La forma en la que se proporciona la asistencia financiera también es importante, particularmente en términos de asimilación y acceso. Algunas medidas requieren que los consumidores sean proactivos, mientras que a otros se les paga directamente como parte de un paquete de bienestar social. En conclusión, las medidas financieras que brindan apoyo al pago de facturas energéticas ofrecen un beneficio importante a los consumidores vulnerables y de bajos ingresos. Los problemas estructurales que provocan la pobreza energética suelen requerir muchos años para abordarse, por lo que las soluciones a corto plazo sin duda son necesarias. Sin embargo, hay dos cuestionamientos que no deben perderse de vista: ¿Los apoyos financieros deben ser focalizados de mejor manera? Y ¿Existen otros métodos que permitan la reducción de la dependencia de apoyos financieros? Sin duda, se requiere idear otras alternativas de largo plazo que aborden a detalle los problemas estructurales que derivan en pobreza energética, considerando la volatilidad del precio de la energía y el panorama ambiental actual, el cual se encuentra en un estado crítico. Como ejemplo, se puede analizar el caso de algunos países escandinavos y de Holanda, que ya cuentan con políticas energéticas que han hecho un fuerte énfasis en la eficiencia energética en sectores claves de la sociedad, como el desarrollo de conjuntos habitacionales sustentables.