7 minute read

Imagen 1. Dibujo del espacio rural realizado por las mujeres

El espacio físico está relacionado con su materialidad, sus formas y características, para muchas mujeres el campo es el espacio que mejor describe y define a una mujer rural o, por lo menos, es el lugar que más aparece en sus significados, sea porque lo habiten actualmente o porque lo hayan habitado.

Imagen 1. Dibujo del espacio rural realizado por las mujeres

Advertisement

En sus relatos, el campo “es el que nos da la comida”, y se lo valora como un espacio “bendito y completo”al permitir el sustento alimenticio diario. En el campo las mujeres hacen una valoración especial de los patios, las fincas y las huertas como espacios de producción, pero también de experimentación y domesticación de especies.

No obstante, también hay otra percepción del campo, esta vez más asociada a las difíciles condiciones que se viven en él, que tienen que ver con el hecho de que se encuentre apartado de los centros urbanos, lo que genera dificultades para acceder a derechos sociales como la salud y la educación; también se encuentran las limitaciones en la infraestructura para disponer de servicios básicos como el agua, la energía y vías en buen estado: “No hay atención en salud, menos si hay pésimas condiciones de salud, falta de recursos económicos y altos costos de desplazamiento, falta de entradas económicas, sociales y políticas, no hay apoyo económico sostenible para mejorar la calidad de vida” (Testimonio de mujer de La Montañita). Pues una de las cosas que vivimos en el campo […] es que la vida no es igual a la que se vive en el pueblo, digamos acá no hay acceso a luz, las carreteras no son para uno andar en tacón, sino en bota. O sea, la vida es totalmente diferente, la verdad, la del campo a la de la ciudad. (Taller con mujeres Asociación de Mujeres Emprendedoras del Caguán - Cartagena del Chairá, julio de 2022) De manera similar, para una funcionaria del municipio de Curillo, la mujer rural que vive en el campo enfrenta serias restricciones frente a las ventajas y privilegios que gozan mujeres y hombres en las áreas urbanas: La mujer que vive con más dificultad para acceso a algunos programas, o pues así mismo a necesidades básicas, que son muy insatisfechas en el campo, son las que están más retiradas, las que el transporte es más dificultoso, que la comunicación también

es de dificultad, que para el mismo acceso a la salud también es complicada. La mujer rural se ha abierto muchas puertas, pero todavía tiene muchas brechas tanto sociales, como económicas para afrontar. (Entrevista a funcionaria - Curillo, julio de 2022) A la desigualdad y a estas necesidades básicas que la institucionalidad no logra satisfacer, se suman las trágicas consecuencias que ha dejado el conflicto armado en el campo caqueteño, lo que ha traído consigo efectos sobre la relación entre la mujer y el campo. Una de tantas consecuencias del conflicto tiene que ver con las dificultades que han sufrido algunas mujeres en sus emprendimientos económicos. En un relato, una mujer cuenta que una pariente propietaria de una finca y de un emprendimiento fue víctima de secuestro y extorsión: Desde hace un tiempo que nosotros vivimos el conflicto como a toda plenitud, de que fuimos muy, muy afectados, particularmente mi mamá que la secuestraron. Acá estaban esos grupos de las autodefensas y mi mamá tenía finca acá, y tenía otro negocio y estaban los otros grupos, entonces los otros grupos dijeron que era que mi mamá tenía nexos y la involucraron, fueron cosas que la enredaron y fue un tiempo muy difícil. (Taller con mujeres rurales)10 Desde la dimensión del habitar y del hacer, los relatos de las mujeres cuentan que en el campo ellas han ido construyendo un espacio de vida en el que realizan labores reproductivas y productivas según sea la necesidad, la mujer es: “la que hace todo en el hogar, lavar, planchar, cocinar, comida, cuidado de animales y niños, emprendedoras en el campo” (Testimonio de mujer de Valparaíso). De hecho, muchas definen que son “todoterreno” y que “hacen de todo”. Ese “todo” reúne, como veremos más adelante, una importante cantidad de labores en las que se ocupan, y explica la razón por la cual una buena cantidad de mujeres perciben que “hacen más de la cuenta”, y más aún cuando son mujeres cabeza de familia.

La expresión “hacer más de la cuenta”, además de que permite apreciar una sobrecarga en las labores de ellas, también deja ver (sin buscar romantizar) que las mujeres reconocen y valoran lo que hacen en un intento por desnaturalizar y sacar de la sombra su aporte al campo, a la economía y a la familia: “la mujer del campo le gusta tener la familia unida siempre con un chocolatico” (Taller con mujeres Asociación de Mujeres Emprendedoras Ayakuná - Belén de los Andaquíes, agosto de 2022).

Lo productivo y lo reproductivo son labores que se desarrollan en una frontera muy porosa. En lo reproductivo, realizan diferentes labores o trabajos que no son remunerados, como el cuidado del hogar y la familia, que incluye la realización de los alimentos, el mantenimiento del hogar, el cuidado a los hijos y a los demás integrantes de la familia: “la que hace todo en el hogar: lavar, planchar, cocinar, comida”. Además, están también las actividades en espacios como los patios, las fincas o predios donde hacen siembra y domesticación de especies, cuya destinación es en buena parte para el autoconsumo.

Dentro de las actividades productivas, se han reconocido aquellas que tienen que ver con los proyectos productivos que desarrollan en las asociaciones, y por las cuales reciben cierto recurso monetario. En este aspecto, también se reconocen como actividades productivas aquellas que ejercen de manera informal: venta por catálogo, confección, venta de huevos, leche, así como la elaboración de alimentos como panes y pasteles. De acuerdo con esto, se puede decir que la mujer realiza una pluriactividad rural, entendida como la combinación de

actividades agrícolas y no agrícolas para la generación de ingresos (Loughrey 2013 en Jarquín Sánchez, Castellanos Suárez, & Sangerman-Jarquín, 2017).

Algunas mujeres en los talleres expresaron: Las mujeres rurales son personas que hacemos de todo, somos todoterreno. No tenemos como algo definido, sino que hacemos diferentes oficios. A uno del campo nos dedicamos a la agricultura, a la yuca, el plátano, el pasto. Sembramos todo lo de la huerta, orégano, jengibre. También se le da el cuido al ganado, la comida de los animales. Aprender uno a vacunar, y en sí a lo de la comida de los animales. Poder uno defenderse, queda uno solo y el marido no está, saber qué droga necesita el animal. (Taller Asociación Curillo, julio de 2022)

La economía de nosotras es dependiente de la finca, todas. Adicionalmente, pues, todas hacemos cositas de más. Johana tiene su estética, la otra vende tenis, comerciantes, salón de belleza, contratistas con el Estado, ¿si me entiende? (Taller con mujeres ASOMACP - Puerto Rico, julio de 2022) Y con esto, no se pretende indicar que hay cosas innatas en las mujeres rurales como si ellas nacieran con ciertos atributos y habilidades para estar y subsistir en donde sea que estén. Ser mujer rural hace parte de un aprendizaje: “la mujer en el campo tiene que aprender de todo” (Testimonio de mujer de Curillo). Y es de ese estar y hacer cotidianos que se derivan ciertos saberes, habilidades y destrezas: Digamos que uno tiene que aprender de todo. Aprender de todo un poquito, ser veterinario, ser papá, ser mamá, ser hermano, ser todo, ¿cierto? Tener como ese cuidado hacia los animales, porque digamos el campesino, tiene saber que un animal siente, es un animal sintiente. En sí el concepto de mujer rural es, digamos, que uno a veces se cierra, se cierra a muchas cosas que yo no, yo no puedo hacer tal cosa, pero si uno se propone, uno lo puede lograr, y digamos uno aquí uno aprende como digamos lo que es ganadería, lo que es agricultura, pero una persona que de vaya para otra parte como una zona cafetera, si usted tiene las ganas de aprender aprende, así sea donde sea y como sea, ¿por qué?, porque esa es la mujer rural, no hay dificultad, es ganas de aprender y hacer las cosas. (Taller con mujeres AMEC - Curillo, julio de 2022) Muchos de los relatos expresan lo “duro” de vivir en el campo porque allí “no hay descanso”. Expresiones como “fuerza”, “esfuerzo” y “persistencia” de vivir, de estar y trabajar en el campo, corresponden a la dimensión de sentido y a la emocionalidad con que las mujeres se refieren a este. Aun así, ellas han ido respondiendo y resolviendo por sí mismas necesidades específicas de manutención, de seguridad alimentaria, aprovisionamiento de agua, construcción de casas y de carreteras, etc. en convites con sus esposos y familiares.

A su vez, lo “duro” de ser mujer rural, también tiene que ver con que su libertad para ser, hacer y pensar se ha visto afectada por las situaciones de discriminación y exclusión que han vivido dentro de sus hogares, esto debido a la estructura patriarcal de la sociedad rural. En efecto, “la brecha de género está muy marcada en el área rural, los roles de género se imponen sobre las personas, siendo el hogar donde más se acentúan las disparidades de género, dada la asignación inequitativa de los recursos” (Silva Jiménez et al., 2020, p. 83).

This article is from: