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Grutas en la Mixteca
Texto: TELÉSFORO MENDOZA GUERRERO
En mi concepto, el estudio de estos accidentes naturales es importante, por tres razones principales, que son:
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• Porque fueron la casa habitación del hombre primitivo.
• Porque fueron lugares consagrados a rendir culto a los dioses, cuyas imágenes de piedra, oro, cobre y obsidiana, aún existen y han servido para la investigación histórica,
• Porque muchas grutas están relacionadas con leyendas y tradiciones de nuestros ancestros, narraciones que al escucharlas son gratas al oído por su auténtico sabor nacional.
He aquí algunas: Al NW y como a dos kilómetros de Huajuapan está la Gruta del Zacate Amarillo o de Tío Chico que es lugar para comidas campestres de las familias de Huajuapan. La pequeña gruta de las Campanas se localiza sobre la margen derecha de un pequeño arroyo y tiene estalactitas que, como sabemos, son concreciones calcáreas formadas por el agua a través del tiempo. Al golpear dichas formaciones suenan como campanas, de donde le viene el nombre a la gruta, que sirve de refugio a las familias y parejas que en veranos van a cortar azucenas silvestres.
La Cueva de la Minas, en el cerrito del mismo nombre que se cree sea un cono truncado artificial levantado por los antiguos para esconder sus reliquias arqueológicas. De las excavaciones hechas en este lugar obtuvieron un monolito como de dos metros de largo, con jeroglíficos de la cultura azteca y que estuvo muchos años en el Palacio Municipal. Actualmente (1992) se encuentra en un museo de la capital.
En terrenos del Municipio de Huajolotitlán está una cueva que albergó a los soldados del General León y posteriormente a los del Coronel Francisco Herrera En Cuyotepejí y en los cerros de Yucuñaña y del Órgano se encuentran las cuevas de Cahuandiatu y Texicicano, respectivamente. La primera sirvió como casa consistorial y la segunda como lugar de adoración de los antiguos pobladores.
En jurisdicción de Suchiltepec tenemos la Cueva de las Tres Puertas, llamada así porque efectivamente presenta tres entradas. Sirvió como lugar de oración. El piso y la bóveda son de roca natural y allí fue encontrado un ídolo representado a un hombre parado con las manos sobre el pecho.
Al oriente del pueblo de San Juan Nochixtlán, se encuentra la Cueva del Obispo, de donde se ha extraído buena cantidad de guano. Es muy extensa y profunda y cuentan los que han entrado con lámpara de mano que han oído rodar de piedras y correr de agua. En cierta ocasión tiraron limones y para que pocos días después aparecieran en las fuentes naturales de Tamazulapan. Esto es creíble en virtud de existir corrientes subterráneas.
En jurisdicción de Tonalá tenemos el Cerro deI Itoqué en donde se encuentra la Cueva de Muertos, debido a que en su interior se encuentra un altar de piedra y fueron hallados muchos esqueletos humanos y vasijas de barro con una substancia como sangre seca. Se cree que dicha gruta sirvió para sacrificios humanos.
En El Boquerón se encuentra la Cueva de la Tumba y las gentes que fueron a traer salitre allí, encontraron muchos huesos humanos, por lo cual deducen que los antiguos pobladores de santa Catarina guardaban sus muertos en ese lugar.
En la Cuesta del Obispo hay una gruta de forma triangular llamada del cristo. Se cree que tiene entrada oculta, pues en cierta ocasión los campesinos vieron en la puerta del frente que es altísima e inaccesible, un chivo que acosado seguramente por el hambre y la sed se arrojó de la altura, cayendo despedazado. En el piso de dicha cueva hay un círculo brillante con jeroglíficos que no se ha procurado descifrar.

Más abajo de la anterior existe otra cueva de la que se dice: Que allá por el año 1870, el cacique José Ma. Ríos mandó sacar salitre y al hacer la excavación encontraron un ídolo precioso, representando a un hombre como de sesenta centímetros de altura vestido con traje talar y un peto adornado con siete brillantes. En 1875 dicho señor lo vendió al cura don Felipe Néstor Arenas, quien prometió remitirlo al Museo de Puebla.
Cerca del Río de San Francisco Tindú se encuentra la Cueva de Santa Cruz, en torno de la cual se ha tejido esta bonita leyenda: únicamente en el día de santo Tomás Apóstol, se oía en esa cueva una música celestial, por lo que los pueblos circunvecinos sintieron curiosidad de averiguar el fenómeno. A la sazón había en Tonalá un reo que debía ser ejecutado; pero antes se acordó que fuera a mirar lo que hubiera en la referida cueva. En efecto, las autoridades y muchas gentes se trasladaron al lugar aquel. Ataron el reo con unas reatas, le dieron dos pistolas para que disparara una al entrar y otra al salir, ordenándole que trajera lo más importante que encontrara. Con gran curiosidad esperaban arriba y cuando subió el preso temblando de terror y de fatiga dijo: Que en la entrada de la cueva estaba un águila de gran tamaño que le impedía el paso, pero que al disparar el arma voló. Entonces penetró, habiendo encontrado un cadáver tendido, unos libros y pergaminos, una disciplina, una calavera y una cruz que fue lo único que pudo sacar, ya que al pretender tomar los libros el muerto se levantó y le prohibió hacerlo. A continuación dejaron en absoluta libertad al reo, quien a los tres días murió de fiebre fulminante.
Luego se suscitó una dificultad entre las gentes de Tindú y Tonalá por querer ambos llevarse la cruz. En esos momentos, un viejecito muy astuto propuso: Que se pidiera prestado un asno alfardado al vecino pueblo de Tepejillo, que sobre ese animal se colocara la cruz, que al llegar al punto de bifurcación de los caminos se dejara completamente solo al jumento y que para el pueblo donde caminara sería la cruz en discusión. Muy correcta les pareció esta opinión salomónica, por lo que procedieron a realizarla dando como resultado que la famosa y legendaria cruz pasó a pertenecer al pueblo de Tonalá. Se refiere que mide dos metros, es de una madera exótica de dureza extraordinaria, y una de las pocas cruces que existen en América como insignia de los apóstoles del cristianismo. Después de haber sacado aquella cruz, no volvió a oírse la música misteriosa y desde entonces se estableció en Tonalá la fiesta del Tres de Mayo, fecha de leyenda, de oración y de comercio.
En Tezoatlán se encuentra la cueva de las Peñas, precisamente al suroeste, en el paraje conocido como “Las Peñitas”, lugar primoroso que en verano es alfombra de esmeralda y plata, porque el verde césped está bordado con blancas azucenas, paisaje inspirador y confidente de idilios de Afrodita. El agua que se filtra en las Peñitas tiene un sabor delicioso, mágico, que atrae y arraiga al visitante.
En el Cerro de la culebra que pertenece a San Marcos Arteaga, hay una gruta de la cual se conserva la siguiente leyenda: en el año de 1840 un jovencito de 16 años, de nombre Matías Corro, fue enviado por el Sr. Ceballos a traer leña al monte, y dice que hallándose en las faldas de dicho cerro, se le apareció un hombre, jinete en hermoso caballo negro comenzó a platicar amablemente de cosas pasadas e interesantes, le refirió sus aventuras, invitándole a que se fuera con él, al tiempo que le ofreció unos membrillos. Convencido por bondad, decidió seguir a tan distinguido caballero y montado en ancas del corcel, se remontó a las alturas en vuelo vertiginoso, perdiendo totalmente el conocimiento. Cuando volvió en sí, estaba solo en el interior de la cueva mencionada, de donde regresó al pueblo totalmente cambiado, pues corría con tal velocidad que nadie era capaz de alcanzarlo, se paraba en las ramas débiles de los árboles, saltaba de un árbol a otro, por lo que los vecinos creyeron que estaba endiablado. Y desde entonces tuvieron temor de pasar y penetra a dicha gruta.
En el Cerro Coate, cerca de los límites entre Miltepec y Ahuehuetitlán existe una caverna grande, refugio que fue de los zapatistas en la pasada revuelta. Respecto a esta cueva se cuenta que: Dos pastorcillos del pueblo de Miltepec fueron a este cerro a cuidar a su ganado. El mayor dijo a su hermanito que lo esperara mientras iba a regresar el rebaño que se estaba alejando. El pequeño esperó y esperó, llamando a gritos a su hermano y cuando caía la tarde, llorando amargamente regresó con sus cabritas a su pueblo, a dar la novedad a sus padres, quienes inmediatamente fueron al cerro a buscar al hijo sin haberlo encontrado jamás. La leyenda dice que algunos leñadores aseguran haber visto a un muchacho como de diez años que sale de la cueva y les grita y los llama: pero al aproximarse, desaparece. En el Cerro Verde de la jurisdicción de Ayú, se encuentra la Cueva del Muerto, llamada así por haberse hallado en su interior esqueletos humanos, quizá de soldados muertos en combates.
Fuente: Monografía del distrito de Huajuapan, Oax. Telésforo Mendoza Guerrero, 1992. Título original: Grutas interesantes en el distrito de Huajuapan.
En El Boquerón se encuentra la Cueva de la Tumba y las gentes que fueron a traer salitre allí, encontraron muchos huesos humanos, por lo cual deducen que los antiguos pobladores de santa Catarina guardaban sus muertos en ese lugar.
