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Hasta 1 millón de autos no pasaría verificación
Los expertos Mario Córdova Espala y Héctor Castañón advierten que se necesitará una política pública para quienes no pasen las revisiones AGUSTÍN DEL CASTILLO GUADALAJARA
Con los estándares que tiene el Programa de Verificación Responsable (PVR), podría ser 1 millón de vehículos, la tercera parte de los que circulan en el Área Metropolitana de Guadalajara (AMG), el que no estaría en posibilidad de aprobar los exámenes por tratarse de autos que tienen de 15 a 40 años de antigüedad y, por ende, carecer de la tecnología adecuada para mitigar emisiones.
Y aunque la recomendación simple es invertir en modernizarlos, mecánicos consultados señalan que no se trata de un proceso barato. Luis Vázquez, quién tiene su taller en el Sector Reforma, señala que hizo al dueño de un Chevy 2007 un diagnóstico con la garantía de que esa inversión le permitiría pasar el proceso de revisión y obtener holograma: la cotización rondó en 14 mil pesos.
De estos vehículos, más de 400 mil son anteriores a 1992 y, por ende, carecen de convertidor catalítico, que fue el gran invento de la industria automotriz para mejorar la eficiencia de los motores de combustión interna y reducir su contaminación. Los otros 600 mil tenían originalmente ese implemento tecnológico, pero tantos
SERÁ VIRTUAL años de uso lo han dejado inoperante. Sin convertidor catalítico es imposible pasar la nueva prueba de verificación dinámica, a cinco gases, lo admiten técnicos ligados al programa.
Una vez que pase el primer ciclo completo de autos particulares verificados, quedará en uno de cada tres los que deban salir de la circulación. Y entonces se necesitará una respuesta pública contundente para hacerle frente, señalan los investigadores Mario Córdova España, de la Universidad de Guadalajara (UdeG), y Héctor Castañón, del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO).
Los pros del programa, dijo Córdova España, son la necesidad de medir la contaminación para fundamentar políticas públicas contra ésta, además de que el auto pague las externalidades que provoca en temas como medio ambiente y la salud pública, mientras que los contra son el daño a la economía y estilo de vida de cientos de miles de familias depauperadas, en el corto plazo, al no poder usar su automóvil y no tener disponible en la realidad el transporte público, pues 25 por ciento de la ciudad no tiene acceso a ese servicio.
“Significa 1.2 millones de personas, si hablamos de los promedios; el transporte público apenas atiende y mal y con una cobertura de 75 por ciento por ciento la demanda, en términos espaciales. Habría que ver la localización de ese millón de autos, cuál es la condición económica de sus propietarios y cuál es el plan que tiene el gobierno para cacharrizarlos y ofrecer a cambio créditos accesibles a quienes no tienen otra opción que el automóvil”, refirió.
Sigue desdén hacia Covid persistente; harán foro
LAURO RODRÍGUEZ GUADALAJARA E l colectivo Covid Persistente

México Comunidad Solidaria prepara un encuentro virtual a realizar el 15 de marzo en sus redes sociales con el fin de mostrar los avances científicos que hay respecto al Covid largo, experiencias en otros estados sobre su manejo y el desdén que existe en México.
César Lepe Medina, integrante del colectivo, indicó que en Jalisco y México ni siquiera se quiere reconocer la existencia de la enfermedad por parte de las autoridades.
“Quisimos organizar un encuentro virtual para y por los pacientes, la intención es un poco enlazar esfuerzos entre la parte médica y de investigación. Es importante en México porque hasta la fecha las auto-
PENDIENTE. Desde el colectivo Covid Persistente México Comunidad Solidaria se lamenta que no se reconozca la enfermedad en el país.
Sin embargo, el gobierno del estado sólo opera un fondo superior a 70 millones de pesos (mdp) y la intención es que sea útil para los pequeños comerciantes y dueños de negocios. Mientras tanto, la opción de cientos de miles ya es la motocicleta.
“Pero es muy grave también; porque son motocicletas de bajo cilindraje que contaminan mucho, además de la alta accidentalidad. Es muy criticable que el gobierno ponga la cara tan alta sin ofrecer nada a cambio, ni transporte público suficiente ni opciones de sustitución vehicular, además de que sigue con planes expansivos ahora ocultos bajo más de 70 supuestas centralidades; cada una de las centralidades periféricas serán puntos de expansión territorial y vehicular, porque es ilusorio que las personas encuentren trabajo y todos sus satisfactorios a 15 minutos, y más aún en la periferia”, añadió.
Por su parte, el urbanista Hector Castañón observó: “La mayoría de ellos no tiene acceso al crédito bancario y tendría que recurrir a un préstamo para renovar su flotilla y esto le conviene a los distribuidores de vehículos, pero compromete mucho las finanzas de quienes no han podido resolver sus necesidades de movilidad a través del transporte público. Quizá cambia el auto por motocicleta como pasa en muchas ciudades de países en vías de desarrollo”.
Finalmente, recalca, el PVR no es una solución ambiental: “Exactamente, porque el ideal es que todos tengan calcomanía cero vehículo nuevo o vehículo eléctrico. Por eso refuerza el modelo de la movilidad vehicular y ahí se queda instalado”.
GATO NEGRO PERLA VELASCO @perlavelasco
Arder
Después de leer Fahrenheit 451, de Ray Bradbury, lo primero que me pregunté fue qué libro sería si llegáramos al punto de tener unos bomberos dedicados a quemar los libros. Esta obra maestra de la literatura distópica, como suele pasar, a veces pareciera estar tan vigente, sin importar los años que han transcurrido desde su escritura, o nos muestra una posibilidad a la que podríamos sucumbir como sociedad en nuestros siguientes pasos.
Escrita hace 70 años, desarrolla la historia de una sociedad en la que los libros están prohibidos y los bomberos están encargados de quemarlos. El protagonista, Montag, es un bombero que comienza a cuestionar el orden social en el que vive después de conocer a Clarisse, y con el tiempo se une a un grupo rebelde que busca preservar la cultura y la sabiduría de la humanidad a través de los libros.
Habría que ver la localización de ese millón de autos, cuál es la condición económica de sus propietarios y cuál es el plan que tiene el gobierno para cacharrizarlos y ofrecer a cambio créditos accesibles” MARIO CÓRDOVA ESPAÑA INVESTIGADOR DE LA UDEG ridades de salud no han reconocido la enfermedad cuando desde octubre del 2021 la OMS ya la tipificó”.
Ante la inminente desaparición de las obras literarias surgen personas que deciden convertirse ellas mismas en libros. Memorizan lo escrito y lo guardan dentro de sí para entonces, en una muy preciosa metáfora, compartir los libros, pero a la vez compartirse a sí mismas con quienes quieran escucharlas. No hay libros físicos, hay libros en la cabeza de cada persona-libro. Bradbury reflejó momentos en la historia en los que las obras literarias (sean o no de ficción) han sido censuradas e incluso prohibidas por motivos políticos, religiosos, culturales o sociales. La Alemania nazi, la Unión Soviética, las dictaduras latinoamericanas, la Inquisición.
Y es que he tenido a Fahrenheit 451 en la mente estas últimas semanas por un par de casos particulares relacionados con la reedición de obras que ya tienen sus décadas en las librerías con la intención de cambiar situaciones o palabras que ahora se consideran ofensivas, grotescas, groseras, inadmisibles, por aquellas que ahora se consideran adecuadas, respetuosas, correctas, apropiadas.
Ya desde 2021 Ian Fleming Publications anunció que reeditaría las novelas de la saga de James Bond debido a ciertos estereotipos. La editorial dijo que trabajaría con expertos para actualizar el lenguaje de estas novelas escritas entre los 50 y 60 del siglo pasado, y eliminar cualquier material que se considere ofensivo para las audiencias actuales, de forma particular aquel relacionado con el racismo y la misoginia.
Por alguna razón, este tema volvió a retomarse a inicios de esta semana, a raíz del otro caso, el del anuncio de la editorial Puffin UK sobre que reeditaría los libros infantiles de Roald Dahl, en especial Charlie y la fábrica de chocolate (1964), para quitar términos y descripciones que ahora son peyorativos y denigrantes. Hace un par de días la editorial desistió y desechó la idea de hacer una edición que sería adecuada para estos tiempos.
No es mi intención hacer un juicio sobre si estas reediciones son correctas o no y querer que todos piensen igual a mí (sería una terrible contradicción), sino compartir mis piensos en torno a ello.
Creo que las obras deberían mantenerse como están, pero tal vez ofreciendo un nuevo prólogo o una nueva introducción en la que se explique el contexto en el que fue escrita, más con el interés de entender también que los tiempos cambian y que no tendríamos por qué, en muchos casos, volver a hacer (y a ser) lo que antes ya hicimos (y fuimos).

Precisó que es “un tema de negligencia y también un tema de falta de voluntad política porque ahí está la información, o sea, hay mucha investigación al respecto”.
El encuentro será el 15 de marzo a las 12 del día a través del grupo de Facebook del colectivo. Lepe Medi - na hizo un llamado a unirse si se cuenta o tiene la sospecha de la enfermedad.
“Invitarlos a que si se sienten identificados con este tema de Covid persistente, han tenido algunos problemas de salud después de alguna infección de Covid, pues que sepan que acá hay una comunidad que tienen todo el apoyo”.
Porque pienso que en la misma solución que pretende encontrarse puede hallarse también el peligro de que, en un futuro lejano, se perpetúe la idea de que esos prejuicios no existieron, nadie los escribió, los dijo o los utilizó porque precisamente ya no estarían en los libros (o en el cine o en el teatro o en la música), mutilando una parte (ahora sabemos que incorrecta) de lo que hemos sido como humanidad.
Como lectora, deseo obras que me confronten y me cuestionen, pero también que me hagan cuestionarlas y confrontarlas, porque al final quiero ser yo quien lo haga y no que alguien más decida por mí.
Y entonces juzgarlas, pero sin que implique que otros no puedan leerlas. Sin fuego.
ARENALES TAPATÍOS