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Albercas y oportunidad al alcance del pueblo

Utopía El Barco, un espacio para conocer acerca de los océanos y la vida marina.

La fragilidad de lo público y gratuito

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Una de las primeras Utopías en abrir sus puertas fue la de Olini, que se volvió famosa la Semana Santa de 2023 por albergar la única alberca de olas de la Ciudad. Construida en frente del deportivo Francisco I. Madero, el más grande de la Alcaldía, incluye instalaciones de gimnasia y natación olímpica, así como una pista de hielo y una serie de carpas geodésicas en las que se desarrollan diversas actividades. También se le construyó un lago artificial en el que nadan patos y alrededor del que la gente se relaja. Una de ellas es Rosa María Barragán, quien no es usuaria de los servicios de la utopía, pero que acompaña a su mamá a clases de Taichi, Yoga y Acupuntura. “Yo no vengo a los talleres que ofrecen, principalmente por mis actividades laborales que me consumen de 9 a 6, que es cuando están la mayoría de los talleres, pero cuando puedo aprovecho y acompaño a mi mamá y paseo junto al lago. Ahí, a la orilla del agua y entre los graznidos de las aves, Rosa María platica con Jessyca Torres. Ambas coinciden en que los servicios de la utopía han ido bajando su calidad e incluso revelan que en los casi tres años que lleva de servicio alguien ya se robó las regaderas de la alberca olímpica y también algunas camas del salón de acupuntura. “Tal vez si cobraran, algo, aunque fuera mínimo, la gente valoraría lo que tiene”, dice una. “O si hubiera una forma de donar algo, para mantener las instalaciones en condiciones, igual así la gente lo cuidaría más”, dicen sobre la tragedia que rodea los servicios públicos en México.Algo parecido sucede en otras Utopías. En San Miguel Teotongo, por ejemplo, Lorena Mendoza, mejor conocida como La Diabla, espera que el apoyo al deporte y a la cultura que llegó con estas instalaciones no muera con el cambio de administración.

La Diabla da clases de box a una decena de alumnos. A ninguno les cobra. Lo hace con la convicción de quien recibió una vocación de forma gratuita. “Cuando yo empecé a boxear estaba

Clara como jefa delegacional (cargo que ocupó de 2009 a 2012). En ese entonces había mucho apoyo de su parte, pero se fue y los que quedaron en el gobierno jamás nos volvieron a voltear a ver”.

La Diabla empezó a boxear en un gimnasio público y gratuito que rehabilitó un vecino de su colonia, preocupado por la juventud. El apoyo del gobierno local llegó después, cuando ya habían muchos chamacos entrenando, según cuenta. “Cuando debuté como profesional, Clara me dio para mis estudios médicos y para mi licencia de boxeadora, pero después de ella, los que siguieron, nos abandonaron”.

Hoy, La Diabla entrena a un grupo de cerca de 20 jóvenes boxeadores entre los que cree pueden haber grandes promesas del deporte, como uno de los chicos que entrena frente a ella. “Ese, el de la playera tricolor entrena conmigo desde los tres años. Ya fue campeón nacional amateur y tiene mucho potencial”, dice orgullosa. Ella, como sus alumno y miles de personas más. espera poder seguir usando estas instalaciones después de este gobierno y sueña que las nuevas Utopías que se abran no solo abarquen colonias de Iztapalapa, sino de toda la ciudad.

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