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Figura 5. La entrada de Jesús a Jerusalén.

Cuando finalmente se pone por escrito la historia de Jesús (pasaron muchos años después de su muerte para que eso ocurriera), una de las preocupaciones básicas es demostrar que se cumplen todas y cada una de las profecías sobre el mesías. Es entonces cuando Mateo acuña su frase favorita: «... para que se cumpliese lo que fue dicho por el Señor, por el profeta...». Por esto, Mateo hace viajar a Jesús, junto con José y María, por diferentes localidades de Palestina, dado que las profecías hablaban de lugares diferentes. Y por eso cita diferentes fragmentos de las escrituras, adaptándolos a la vida de Jesús, y viceversa. Sin embargo, dado que Mateo al parecer no era judío, cuando narra la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, comete un error sobresaliente. Al citar la profecía de Zacarías 9:9, que dice:

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He aquí, tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, así sobre un pollino hijo de asna.

Mateo ignora el paralelismo de la poesía hebrea, por lo que para describir el cumplimiento de la profecía, él narra (Mateo 21:2):

“Id a la aldea que está delante de vosotros, y luego hallaréis una asna atada, y un pollino con ella: desatadla y traédmelos.” Y luego (Mateo 21:6):

«Y trajeron el asna y el pollino, y pusieron sobre ellos sus mantos; y se sentó sobre ellos»,

siendo que, por el paralelismo en la poesía hebrea, la profecía de Zacarías habla de un solo animal, pero reforzándolo en un paralelismo de sinónimo. Entonces, Mateo erróneamente hace a Jesús montar a dos animales al mismo tiempo. Es un buen ejercicio para la imaginación el tratar de visualizar a Jesús montando a dos animales de diferente alzada y velocidad de marcha. En este caso, el evangelio de Mateo contradice abiertamente a los otros tres evangelios. Incluso Juan, cuyo evangelio es fuente inagotable de contradicciones con los otros evangelios, hace a Jesús montar un solo animal, en total acuerdo con Marcos y Lucas. Mateo, por su ignorancia del paralelismo en la poesía hebrea, contradice a los otros tres evangelios, mostrando una vez más que la supuesta infalibilidad de la Biblia no es sino otra fantasía religiosa.

Bibliografía

Santa Biblia. Versión Reina-Valera, 1909. SBU.