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Saqra Warmicha la economista que se volvió Viajera

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Bitácora · Julio 2021 Saqra Warmicha: la economista que se convirtió en viajera

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Yeni Llamocca, ahora conocida como Saqra Warmicha, es una cusqueña de 24 años que estudió En julio de 2020, cuando empezaba a ejercer su carrera, decidió cambiar el rumbo de su vida y dedicarse a aquello que siempre había soñado: viajar.

Por: Patricia Ramírez Por: Patricia Ramírez

Al mirar las fotografías y videos de los viajes que ha hecho Yeni durante el último año, se la podría describir como una joven alegre, aventurera, enérgica y con un intenso amor por el Cusco. Nadie podría imaginar que antes de la pandemia solía ser una “chica de ciudad”, como ella misma reconoce. “Era la típica cusqueña que para distraerse iba al teatro, a un café o al cine y no viajaba. Del Cusco solo conocía Machu Picchu porque en primaria todos los colegios llevaban a sus alumnos”, recuerda. En 2019, después de terminar su carrera universitaria, la ruptura de una relación sentimental de dos años y medio fue el detonante para que sus padres y su psicólogo le recomendaran hacer otras actividades que la ayudaran a superar ese trance amargo. Yeni empezó a hacer caminatas y a visitar lugares cercanos, y luego publicaba algunas fotos en sus redes sociales como pasatiempo. Para su sorpresa, muchos cusqueños le confesaron que no conocían esos lugares. “Si los propios cusqueños no conocemos nuestra tierra, las personas de fuera seguro de que están más perdidas”, afirma.

A inicios de la cuarentena, Yeni tenía un trabajo estable como economista en la Universidad Continental. Ya entonces soñaba con hacer viajes para visibilizar lugares turísticos poco conocidos. Empezó por crear una página de Facebook para subir el contenido de sus recorridos, a la que nombró Saqra Warmicha, nombre nace de dos palabras en quechua: warmicha, que se usa para decir “mujercita” con cariño, y saqra que es la forma para referirse a los “niños traviesos”. Sin embargo, la falta de

tiempo era un obstáculo para hacer realidad su proyecto. En julio de 2020, una reducción de personal la dejó sin empleo. Y de pronto aquello que soñaba se empezó a convertir en una realidad. Y así, si una puerta se cerraba, otra se empezaba a abrir: Yeni Llamocca decidió ver el lado positivo y dedicar el 100 % de su tiempo y esfuerzo a su nuevo proyecto.

—¿Cómo fue su primera salida como Saqra Warmicha?

—Recuerdo que la cuarentena duró hasta el 30 de junio de 2020. Apenas acabó me animé a salir. Aún no había transporte interprovincial, entonces la primera salida que tuve fue al Bosque de Quenqo, que está cerca de la ciudad y es de acceso gratuito. Fue el primer suspiro que tuve al salir de casa. Fui en transporte público y empecé a subir fotos del recorrido para mostrarle a la gente cómo llegar. Muchas personas me agradecieron porque

querían salir a lugares abiertos. Luego bajé caminando por el barrio de San Blas hasta la Plaza de Armas. Durante junio, en el Cusco se ponen las banderas de la ciudad, y durante julio, las de Perú. Llegamos en el momento en que las estaban cambiando. Grabamos un video para TikTok y se hizo viral. Ahí comenzó mi trabajo como creadora de contenidos.

En sus viajes, Yeni pudo ver con sus propios ojos que entre los sectores más afectados por la ausencia de turistas estaban las comunidades alejadas del Cusco. Ella afirma que una de sus principales motivaciones es ayudar a la reactivación económica de las comunidades. “Cada vez que voy a un lugar y me dicen ‘por favor, ayúdanos a difundir lo que tenemos’, siento que es mi responsabilidad y, si puedo hacerlo, lo hago”, afirma.

Ella cree que haber crecido en una familia con tradiciones rurales se convirtió en una ventaja cuando decidió crear contenido propio para sus redes sociales. Su madre es de Anta, una provincia del Cusco, y su padre, de Ayacucho. Ambos tienen el quechua como lengua materna, aunque hablen variantes diferentes. Ella recuerda que desde niña escuchó los apasionados debates de sus padres sobre el significado de determinadas palabras. Cuenta que cuando ellos migraron del campo a la ciudad fueron discriminados por ser quechuahablantes. Por esa razón, se negaron a que ella aprenda su lengua materna. No querían que sea víctima, como ellos lo fueron, de los prejuicios y la exclusión. Pese a que durante 24 años escuchó a sus padres hablar el quechua en casa, Yeni admite que si bien entiende, aún le resulta difícil hablarlo. Ahora busca reivindicar no solo el idioma de sus padres, sino sus tradiciones culinarias, como la preparación de la huatia cusqueña o de la chicha de jora, que para ella son habituales, pero no tanto para sus seguidores.

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