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Susana González Dávila

Promotora en Tlaltenango de Sánchez Román, Zacatecas Ingresé a Misioneros de Guadalupe por insistencia de mi mamá, quien colaboró con el Instituto durante 20 años y me animó a entrar.

Lo que más me gusta es visitar a las Madrinas y brindarles un poco de atención, escuchar sus preocupaciones, ganarme su confianza y cariño.

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En una ocasión, al llegar a casa de una Madrina, le habían regalado un perro, el cual era muy agresivo, y por más que trataba, no lograba ganármelo; en dos ocasiones me escapé de que me mordiera. Al mes siguiente, encontré que el perrito actuaba diferente, corría y gemía al interior de la casa, sentí que algo andaba mal. Entré con cuidado y el perro jaloneaba mi bolsa y me daba empujones; yo llamaba a la Madrina, pero no respondía, al llegar a su cuarto, la encontré en cama, enferma, me comentó que tenía rato pidiéndole a Dios que alguien fuera a visitarla; afortunadamente llegué y pude llamar a un familiar para que la auxiliara. A partir de ese día, el perrito y yo nos hicimos muy amigos, me recibe y despide hasta la puerta con gusto.

Agradezco infinitamente a ustedes, Madrinas y Padrinos, por su confianza y el gusto con el que me dan su donativo, con la seguridad de que llega para apoyar a las Misiones, y también por sus demostraciones de cariño; cuentan con un lugar especial en mi corazón, que Dios los colme de bendiciones. h

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