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Catedral de Notre Dame


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Construida entre 1163 y 1245 en la Île de la Cité, la Catedral de Notre Dame de París es una de las catedrales góticas más antiguas del mundo. Está construida en una pequeña isla de la Cité, rodeada por las aguas del río Sena. El nombre de la catedral significa Nuestra Señora y está dedicada a la Virgen María. En sus ocho siglos de historia, la Catedral de Notre Dame ha sido reformada en varias ocasiones, siendo la más importante la de mediados del siglo XIX. A lo largo de estos años se sustituyeron los arbotantes, se insertó el rosetón sur, se reformaron las capillas y se añadieron estatuas. En Notre Dame se han celebrado importantes acontecimientos, entre los que cabría destacar la coronación de Napoleón Bonaparte, la beatificación de Juana de Arco y la coronación de Enrique VI de Inglaterra. La Catedral de Notre Dame de París fue construida sobre los restos de la primera iglesia cristiana, la basílica de Saint-Etienne en la isla de la Cité. El precursor de la catedral gótica fue el obispo Maurice de Sully, quien colocó la primera piedra en el año 1162 bajo el reinado de Louis VII. Mauricio de Sully nunca vería acabado su templo ya que la construcción finalizó a mediados del siglo XIII. Durante muchos años, ha sido uno de los puntos turísticos por excelencia dentro de París. Lamentablemente, el 15 de abril de 2019 sufrió un incendio que provocó la caída de la torre de aguja y graves daños en el tejado. Notre Dame tiene dos torres de 69 metros en su fachada. Accediendo a la parte superior de las torres, además de apreciar las fantásticas vistas, a su vez se encuentra el campanario en el que vivió el mítico Jorobado de Notre Dame y las múltiples gárgolas. Para visitar las torres se accede a través de la entrada del lateral izquierdo de la catedral y se suben 387 empinados escalones.
La Aguja de la Catedral
La majestuosa aguja central de la Catedral de Notre Dame o Fléche de roble y plomo fue construida en el siglo XIX. Estaba ubicada en el centro del edificio, encima del altar de la iglesia, con 93 metros de altura y un peso de 500 toneladas. Se decía que la torre era un pararrayos espiritual, debido a que la veleta que se encontraba en la punta de la aguja, contenía un pedazo de la Santa Corona de Espinas y reliquias de Santa Genoveva y Saint Denis.
La fachada principal
La impresionante fachada occidental de la Catedral de Notre Dame cuenta con un gran rosetón coronando a las tres entradas: la puerta central, conocida como la puerta del Juicio Final, a la derecha la dedicada a la Virgen María y la puerta de Santa Ana a la izquierda. También podrás admirar la Galería de los Reyes que representan a los reyes de Judea e Israel con sus 28 estatuas.
Foto por Dani (Tumblr)
Foto obtenida de Pinterest
Foto obtenida de Pinterest
En el interior de Notre Dame, encontrarás el gran órgano Cavaillé-Coll que se encuentra en la parte de abajo del rosetón del oeste. Igualmente podrás admirar las vidrieras simétricas del norte y del sur. Estos rosetones son considerados los más grandes de Europa con sus 13 metros de diámetro. Asimismo puedes encontrar una de las esculturas más famosas del siglo XVIII, la Piedad, esculpida en mármol por Nicolas Coustou. Alrededor se encuentran las estatuas de Luis XIII y Luis XIV. Podrás observar que la Catedral de Notre Dame es increíble tanto en el interior como en el exterior.

Subir a las torres de Norte-Damé

La fachada oeste de Notre Dame tiene dos torres de 69 metros de altura. Subir a las torres te permitirá disfrutar de unas fantásticas vistas, observar de cerca las gárgolas así como visitar el campanario donde vivió Quasimodo. Para subir debes ir a la entrada situada en el lateral izquierdo de la catedral, en la rue du Cloître Notre- Dame.

Foto obtenida de Pinterest
La cripta arqueológica
Durante las obras de construcción de un parking subterráneo, entre 1965 y 1972, se descubrieron vestigios de la época galo-romana y medieval bajo la plaza en la que se encuentra Notre Dame. Con sus 117 metros de largo, esta cripta arqueológica es la más amplia del mundo. Las gárgolas, además de proteger el edificio frente a las inclemencias del cielo y evitar que el agua de lluvia no se escurra demasiado cerca de los muros, brindan protección simbólica. Con aspectos a menudo espeluznantes, representan monstruos de bestiarios fantásticos, animales salvajes o domésticos, e incluso hombres. Estos monstruos deben espantar a los demonios y las fuerzas del mar y ahuyentarlos de los muros santificados, que albergan la comunidad de creyentes. También ofrecen una función purificadora, puesto que engullen las aguas sucias y usadas y las alejan de los muros. Su aspecto sorprendente y la mística que las rodea no ha sido indiferente a los artistas, que ven en ellas criaturas fabulosas y las incluyen en sus relatos. Víctor Hugo, en su novela Nuestra Señora de París, concede a las gárgolas un papel importante en la trama. Por su visible fealdad, pero también por su función salvadora, son el contrapunto del jorobado Quasimodo. Por lo tanto, cuando visite la isla de la Cité o se sitúe en el atrio de Notre Dame, alce la mirada al cielo y contemple las gárgolas, guardianas solitarias y silenciosas del edificio, que desafían la vileza humana, las guerras y las inclemencias desde hace siglos.
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