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Materia de testamento (2018)
Javier Lostalé (1942)
Esta será mi venganza:
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Ahora que ya no tengo padre ni madre ni abuelos ni tías ni parientes lejanos me pregunto por mí, por el don que me dieron, por mi vida en la vida, mi aliento en los otros.
No es fácil escribir sobre uno mismo, sobre su propio ser, su razón de existir. Pero aquí está mi voz, mi afán de estar presente en la arcilla del mundo, en la huella del tiempo.
Dejo a quienes me quieren mi recuerdo, mis afectos más hondos, mis dichas y dolores, mi manera de ser y mi modo de estar vivo, mi gesto más secreto, mi palabra más honda.
Dejo el amor, el canto, la ternura, el llanto compartido, la risa, el vino y el pan, la voz que me salía del alma, el pensamiento que unía mi existencia con la de los demás.
Dejo el frío, el vacío, la tristeza, la soledad, la angustia, el miedo y la aflicción, las lágrimas que fueron como lluvia, los sueños que me dieron aliento y vida.
Dejo la luz, la sombra, el fuego, el aire, la vida que se abre y la que se va cerrando, la mano que tendí y la que no supe dar, el tiempo que pasó y el que estoy esperando.
Dejo mi corazón, mi cuerpo, mi palabra, la lengua que aprendí, las manos que me dieron, la tierra que pisé, el cielo que miré, los versos que escribí, los ojos que leyeron.
Dejo todo lo mío, lo que fui y lo que soy, el eco de mi voz en el eco del mundo, la música que fluyó de mis entrañas, la poesía que fui y que sigo siendo.
Y al fin, si alguien pregunta quién fui yo, dirán que un hombre más, uno entre tantos, un poco de ceniza que el viento se llevó, una materia de testamento.
La herida invisible (2022)
Antonio Lucas (1975)
Esta será mi venganza:
Hay una herida invisible que no se ve, que no sangra, que no duele, una herida hecha de ausencias y silencios que no cicatriza.
Hay una herida invisible que no cierra, que se alimenta de soledades y recuerdos, una herida que nos lleva a veces hasta el borde de la muerte.
Hay una herida invisible que nos hace vulnerables y débiles, que nos obliga a caminar con cautela, a no confiar en la vida ni en los demás.
Pero también hay una herida invisible que nos hace más humanos, más empáticos, que nos permite comprender a los demás, que nos enseña a amar y a perdonar.
Así que no tengas miedo a la herida invisible, porque aunque no se vea, está ahí,
