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CUANDO LAS MASCOTAS VAN AL SALÓN DE BELLEZA
LA COOPERATIVA CARA’S PET SHOP, QUE CRECE GRACIAS AL PROGRAMA DE ECONOMÍA SOCIAL DE LA SECRETARÍA DEL TRABAJO, SE DISTINGUE POR SU BUEN TRATO A LOS ANIMALES DE COMPAÑÍA

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Lucía Melgoza adora a Cara, su perrita de seis años, y precisamente fue ese amor lo que la llevó a abrir una Pet Shop. Hoy la tienda está por cumplir cinco años y, aunque al principio las ventas eran bastante buenas, la pandemia de COVID-19 afectó su negocio. Como la gente solicitaba con insistencia el servicio de estética, decidió implementarlo y tratar de que fuera el impulso necesario para volver a tomar vuelo. La idea funcionó a medias: subieron las ventas pero no lo suficiente como para solventar los gastos y obtener ganancia. Cuando estaba en la disyuntiva de cerrar o cambiar de giro, una amiga le hizo saber del programa Economía Social de la Secretaría del Trabajo, que otorga apoyos a emprendedores. No lo pensó mucho y puso manos a la obra para obtener el crédito. “Obtuve un apoyo de 80 mil pesos y fue el impulso que necesitaba. Invertí el dinero para transformar mi negocio: compré maquinaria, renové el mobiliario y modernicé el espacio; aún vivo al día pero mi negocio va repuntando poco a poco. Todavía me falta comprar más equipo aunque, por lo pronto, me estoy recuperando”, dice con optimismo. La cooperativa con la que se dio de alta se llama Cara’s Pet Shop y está integrada por ocho elementos y espera pronto participar por otro apoyo económico que le ayude definitivamente a estabilizarse.
Amor Incondicional
Lucía comenta que poner una tienda para mascotas no es cualquier cosa. “Antes que nada necesitas tener un amor incondicional por los animales porque no es fácil, debes tener el carácter y la sensibilidad para conectar con ellos. Si te pones agresivo, ellos también, y todo se vuelve un caos”. Hay muchos negocios similares pero su diferenciador es el trato. “Cuando les corto el pelo y los baño, les pongo música relajante y les doy masaje para que se desestresen; nunca pierdo de vista que trato con seres vivos que requieren de paciencia y amor. Todos los días termino besada y lamida pero me encanta mi trabajo. Por el contacto que tengo con los perros, gatos y hasta conejos o tortugas que me han traído, me someto a desparasitación cada tres meses, pero eso no importa porque lo hago con mucho gusto. Tomo cursos para mantenerme al día y los productos que aplico son de calidad. Lo que quiero es que el cliente esté contento y vuelva con confianza”.



