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Semillas en concreto
En un país donde los centros penitenciarios enfrentan grandes retos estructurales y humanos, hablar de re-socialización es una necesidad urgente.
Re-socializar no significa justificar el delito, sino creer que los seres humanos pueden cambiar cuando se les brindan las herramientas adecuadas. Es darle sentido a la pena, reconociendo que el verdadero fin de la justicia no es castigar por castigar, sino transformar, reconstruir, sanar.
Cada persona privada de la libertad es también un ciudadano con derechos, con historias rotas que merecen nuevas oportunidades. Y es precisamente ahí, en el núcleo de esa segunda oportunidad, donde entra el proceso de resocialización: como puente entre el encierro y la libertad, entre el error y el aprendizaje, entre el aislamiento y la posibilidad de volver a pertenecer.

Desde la Ley 65 de 1993, Colombia declaró que el fin de la pena no es el castigo por sí mismo, sino la resocialización: ese proceso mediante el cual una persona que ha cometido un delito puede reconstruirse, volver a creer en sí misma y reinsertarse en la sociedad con nuevas herramientas.
Pero una cosa es lo que dicta el papel, y otra lo que se vive entre paredes de concreto, hacinamiento y estigmas sociales.
Un estudio reciente desarrollado en el Establecimiento
Penitenciario de Socorro (Santander) por el grupo Iuris Terra (Unisangil), y divulgado en la revista de la ECJP-UNAD, se atrevió a hacer lo que muchos ignoran: escuchar a las personas privadas de la libertad. "Resocialización en el sistema penitenciario colombiano. Percepción de las personas privadas de la libertad"
Resocializar no es una fórmula mágica, ni se consigue solo con asistir a clases o redimir pena por trabajo. Es un proceso complejo, profundo y altamente humano que, según el estudio realizado en el Establecimiento Penitenciario de Socorro, descansa sobre cuatro grandes pilares. Cada uno representa una dimensión clave que debe articularse para que el proceso realmente funcione:
El 49% de los internos cree que su cárcel promueve la re-socialización, pero el 51% piensa que no es suficiente o simplemente no existe. Entonces… ¿estamos re-socializando o simplemente conteniendo personas?
La verdadera re-socialización no es asistir a un taller para redimir pena, sino un proceso integral que transforme desde adentro, que despierte la conciencia, que inspire a construir un proyecto de vida y, sobre todo, que abra las puertas para ser aceptados nuevamente por la sociedad.