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Telefonía celular y redes sociales

Hace décadas conocí a un ingenioso abogado que sufría de “telefonitis”. Llegaba a cualquier lugar y de inmediato pedía prestado el teléfono. Cierta ocasión dijo: “como quisiera un teléfono que pudiera cargarlo en el bolsillo”. Lamentablemente falleció antes de que aparecieran los teléfonos móviles. Más, junto al salto tecnológico, aparecen los males que están provocando en la humanidad.

Revisé varios estudios de famosos psiquiatras y sociólogos sobre las consecuencias de su uso en demasía y son alarmantes. Diría yo, peligrosos y hasta catastróficos. En casi todos los países del mundo el número de teléfonos celulares es superior a su población. Veamos los ejemplos más simples de porqué este sistema de comunicación ha cambiado el carácter, las rutinas, el descanso y hasta la expresión de los sentimientos. Cómo enten- la basura en los horarios establecidos, para no obstruir el sistema de aguas lluvias; y de la misma manera. Según pronósticos del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi) existen las condiciones océano-atmosféricas para que en los próximos días se registren lluvias de intensidad. METRO ECUADOR der que una pareja de enamorados encontrándose juntos miren obsesivamente la pantalla de su móvil y no el rostro del ser amado o que en reuniones familiares, especialmente los jóvenes parezcan hipnotizados con su teléfono sin prestar atención a la conversación de la mesa o de la sala.

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“Lo terrible es que cada día los sistemas tecnológicos viven una competencia, sin fin perfeccionan o crean nuevas atracciones en la telefonía móvil que entusiasman y aumentan a los usuarios su uso delirante. Solo Dios sabe qué puede pasar más adelante”.

El problema ya ha sido calificado como adicción tan peligrosa como la de las drogas, porque su dependencia es más fuerte que cualquier sentimiento. Vemos niños virtualmente atontados mirando el aparato entregado por algún mayor irresponsable para tenerlos tranquilos. Ya hay clínicas especializadas que atienden infantes y hay jóvenes hospitalizados por este mal. Y también hay muchos adultos y hasta viejos, como yo, que caen en este vicio. A todos les acelera o desarrolla un problema del sistema nervioso que se llama “ansiedad”.

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