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Revistas peruanas de vanguardia

Contrastó ambos puntos de vista, llamó la atención sobre los problemas sociales, para finalmente optar por soluciones ponderadas».51

Revistas peruanas de vanguardia

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Es sabido el alcance cultural que tuvieron las revistas de vanguardias en Latinoamérica y en

Europa; por su carácter temporal y multifacético, por su poética en movimiento y su origen

colectivo, por su inmediatez cultural y su relación con el periodismo, el formato revista se

diferencia del libro y acoge en sí un diálogo idóneo para el intercambio de ideología y creación.

No son pocos los autores vanguardistas que colaboraron e incluso dirigieron revistas durante las

primeras décadas del siglo XX. En la presente sección trazaremos un mapa de revistas peruanas

editadas en los años veinte y nos detendremos en dos revistas capitales: Amauta, editada en

Lima, y Boletín Titikaka, editada en Puno. Ambas actúan como referentes culturales ineludibles

de la época que estudiamos. Además de César Vallejo —cuando todavía estaba en Perú e incluso

después, desde París—, Martín Adán, Magda Portal o Guillermo Mercado, la mayoría de los

intelectuales peruanos de la época publicaron en estas revistas, convirtiéndolas en un reflejo

claro de las líneas ideológicas del momento y haciéndolas testigo inigualable del movimiento

cultural que nace con el siglo XX.

Según Jorge Schwartz, fueron las revistas de vanguardia las que consiguieron presentar

líneas ideológicas más nítidas durante los años veinte, precisamente por su carácter efímero y por

su aparición y desaparición abruptas. Esta teoría se afianza en un país como Perú, donde, como

51 En Deustua y Rénique, op. cit., p. 85. Con respecto al panorama general de nuevos movimientos en las provincias, leemos: «No debe extrañarnos, pues, que en esta misma época surjan los movimientos intelectuales y políticos regionales más vigorosos que haya conocido el país en su historia republicana. Nos referimos al nacimiento y evolución del aprismo en “el sólido norte”, al indigenismo, propio del sur andino pero extensivo a todo el territorio, al liberalismo arequipeño y al descentralismo». Ibid., p. 44. 58

ya hemos dicho, no es fácil encontrar manifiestos vanguardistas a la manera europea, argentina o

chilena. Por eso es de los documentos periódicos de donde debemos extraer aquellos textos

manifestarios de los que habla Yazmín López Lenci y a los que dedicaremos el capítulo

siguiente.

Las revistas literarias crean «espacios articuladores de discursos, que son a su vez,

organizadores de un público particular». Su carácter colectivo «destaca el concepto de “grupo”

como acontecimiento cultural y social, diferenciándose de los proyectos estéticos particulares de

los integrantes más destacados». El nuevo sujeto cultural de clase media busca crear nuevos

espacios discursivos en la literatura; este fenómeno produce un crecimiento considerable tanto

del público usuario de librerías, como de los alumnos matriculados en la universidad, de las

nuevas editoriales y sobre todo de la aparición de publicaciones periódicas independientes que

comienzan a constituir la otra cara del academicismo universitario. La nueva generación de

artistas no puede considerarse sin el elemento matriz del movimiento: la actividad periodística.

La figura de Manuel González Prada fue clave para los jóvenes creadores, que buscan una prensa

libre y un modelo de escritor comprometido con la realidad social. Muchas de las revistas

andinas se centraron en definir «la naturaleza de su propia constitución como órganos liberadores de conciencias y de difusión de valores andinos».52

¿Qué fechas delimitan la aparición, el desarrollo, el auge y la muerte de las revistas de

vanguardia peruanas? Si en 1915 encontramos los primeros antecedentes de Colónida, será el

año 1930 el que marque el fin de las revistas más significativas de la época: además de Amauta y

del Boletín Titikaka, otras como La Sierra, y la ueva Revista Peruana también desaparecieron.

Ya vimos que ese año marca un cambio sustancial en el ámbito político y social del Perú, y ello

afecta también al mundo cultural. La ueva Revista Peruana fue dirigida por Alberto Ulloa,

52 López Lenci, op. cit., p. 20.

Mariano Ibérico y Alberto Ureta. Magda Portal (1901-1989) dirigió Flechas (1924), la primera

revista peruana que se declaró vanguardista. Pero fue a partir de 1926 cuando comienzan a

florecer las publicaciones más renovadoras: Trampolín-Hangar-Rascacielos-Timonel (1926-

1927), dirigida por Serafín Delmar (seudónimo de Reynaldo Bolaños, 1901-¿?) y Magda Portal,

que tuvo solo cuatro números, correspondientes a cada uno de sus nombres: la revista cambiaba

de título con cada nueva edición. Armando Bazán creó Poliedro (1926-1927), Blanca Luz Brum

editó en 1927 la revista Guerrilla, Adalberto Varallanos (Huánuco, 1905-1929) publicó las revistas Hurra53 (1927) y Jarana; su hermano José Varallanos (Huánuco, 1908-1997) El aquelarre; en Huancayo, Julián Petrovick (seudónimo de Óscar Bolaños, 1903-1978) editó la

revista Hélice. En su artículo sobre las vanguardias, Mirko Lauer señala la importancia de otros

magazines culturales del Perú, como Variedades (1908-1932), dirigida por Clemente Palma, y

Mundial (1920-1931), más amiga, según Monguió, del vanguardismo literario.

Juan Guillermo Guevara Yáñez, estudiante cuzqueño radicado en Lima, fundó en la capital la revista La Sierra, en enero de 1927.54 Esta revista, de marcado corte indigenista, corrió pareja

con Amauta, hasta 1930, año en que, como se ha dicho, expiró. El grupo de colaboradores de La

Sierra estaba formado por algunos estudiantes e intelectuales serranos instalados en Lima, y su

relación con la revista de Mariátegui fue de cordial compañerismo hasta que tuvo lugar la famosa

polémica del indigenismo entre Mariátegui y Luis Alberto Sánchez; polémica de la que, según

Tamayo Herrera, los colaboradores de La Sierra se sintieron injustamente marginados. En Cuzco

se publicaron revistas como la indigenista Kosko (1924-1925/1934), dirigida por Roberto

53 Según Monguió (op. cit., nota 42, p. 193), la revista Hurra fue dirigida por Carlos Oquendo de Amat; sin embargo, él mismo afirma no haber podido consultar ningún ejemplar. 54 No debe confundirse con otra revista homónima, fundada en Cuzco en 1909, a raíz de la revuelta universitaria del mismo año, y continuada en su segunda época de 1912 a 1925. A diferencia de esta, que tuvo un marco estrictamente regional, La Sierra limeña sí fue una revista nacional, aunque por su título y sus contenidos marca una clara alusión a la revista cuzqueña, su predecesora. Para más información sobre esta revista, véase el libro de José Tamayo Herrera, El indigenismo limeño: La Sierra y Amauta. Similitudes y diferencias (1926-1930). Lima: Universidad de Lima, Cuadernos de Historia VIII, 1989. 60

Latorre, o Kuntur (1927-1928), aparecida a raíz de la fundación de la célula aprista cuzqueña

(febrero, 1927) y de la huelga universitaria (mayo, 1927). Kuntur estaba dirigida por Román

Saavedra, fundador del grupo ‘Ande’ (1925), al que también pertenecían Julio G. Gutiérrez y Óscar Rozas Tersi. Según López Lenci, esta revista se fundó «con el objetivo de denunciar y

desenmascarar el seudoindigenismo leguiísta, el racismo de la revista La Sierra editada en Lima y la posición de los catedráticos que habían limitado su acción a la actividad académica».55 Otras

revistas cuzqueñas serán Más Allá (1922), la Revista Universitaria del Cusco (1912-1940),

Pututo y Liwi (1928).

Pero fue Amauta (1926-1930) la revista peruana que mayor resonancia tuvo en toda América

Latina, pues consiguió valerse de lo experimental como herramienta para impugnar los

problemas nacionales, a través de un vanguardismo con conciencia social. De todo el continente,

Amauta podría compararse con la cubana revista de avance (1927-1930) y con Martín Fierro

(Buenos Aires, 1924-1927); las tres constituyen testimonios valiosísimos para observar el

desarrollo de la cultura latinoamericana de la época. Según Hugo Verani, Amauta consiguió

formar «un espíritu indoamericano, fundado en la reivindicación de valores autóctonos» y persiguió «la revaloración del pasado literario inmediato»,56 como en el homenaje ya

mencionado a José María Eguren (número 21, febrero-marzo, 1929). También es logro de

Amauta la promoción y publicidad de algunos poetas hasta el momento desconocidos, como

Carlos Oquendo de Amat, Martín Adán y César Moro; en definitiva, fue vehículo de todo tipo de

textos vanguardistas, cosmopolitas, nacionalistas, renovadores; textos literarios y políticos,

abiertos a reflexiones sociológicas e identitarias y con una línea socialista bien definida. Se ha

55 Yazmín López Lenci, «La creación de la nación peruana en las revistas culturales del Cusco (1910-1930)», en Revista Iberoamericana, vol. LXX, núms. 208-209 (julio-diciembre 2004), 697-720; p. 714. 56 Verani, op. cit., pp. 34-35.

criticado de Amauta que no tuviese un plan ni un objetivo claro, que difundiese a demasiados

autores muy dispares entre sí; pero su gran logro fue precisamente la promoción de un campo cultural heterogéneo que englobaba la vanguardia artística y la política.57

El nacimiento de todos estos movimientos periodísticos muestra el afán común por crear

un nuevo discurso crítico alejado de la idea tradicional de periodismo. José Carlos Mariátegui

encarna este proceso de búsqueda: desde sus primeros pasos como colaborador en los diarios La Prensa y El Tiempo, pasando por los primeros periódicos que funda, como uestra Época

(1918), La Razón (1919) o Claridad (1923-1924), hasta llegar a la culminación de su ideal periodístico con Amauta (1926-1930). Según López Lenci, el primer número de uestra Época

(22-6-1918) representó un primer intento por crear el espacio cultural de la nueva voz

generacional, y en este sentido es heredero directo de la labor comenzada por Colónida, que si

bien inauguró un periodismo rebelde, nunca superó su carácter elitista, bohemio y aristocrático. uestra Época supuso el salto ideológico en favor del socialismo y de la libertad que Colónida

nunca dio, aunque, obviamente, «lo nuevo de Amauta no hubiese sido posible sin el esteticismo decadente de Colónida». 58 Dice López Lenci que precisamente el carácter efímero de uestra Época y de La Razón representa la eficacia de su intento por crear un discurso que saliese de la

órbita periodística tradicional, y les otorga el puesto de portavoces insurgentes de la nueva

generación. Después, con Claridad, queda establecido el interés por integrar a las masas

trabajadoras en la renovada vida cultural, mediante un periodismo que aboga por el conocimiento

y la interpretación crítica de la época. Así, mediante la renuncia del pretendido objetivismo

57 Dice Monguió (op. cit., p. 85) que un índice de los poetas que colaboraron en Amauta podría constituir el índice general de casi todos los poetas que desarrollaron la poesía nueva en el Perú, ya sea revolucionaria (Magda Portal, Serafín Delmar, Julián Petrovick, Esteban Pavletich, César Miró, C. Alberto Espinosa Bravo), ya indigenista (Alejandro Peralta, Mario Chabes, Luis de Rodrigo, Guillermo Mercado, Gamaliel Churata, Nazario Chávez, José Varallanos, Nicanor A. de la Fuente), ya pura o deliberadamente vanguardista (Carlos Oquendo de Amat, Xavier Abril, Martín Adán, Enrique y Ricardo Peña, Emilio Adolfo Westphalen), etc. 58 Mónica Bernabé, Vidas de artista. Bohemia y dandismo en Mariátegui, Valdelomar y Eguren (Lima, 1911-1922), Rosario-Lima: Beatriz Viterbo, Instituto de Estudios Peruanos, 2006, p. 154. 62

imparcial, el periodista, productor del discurso, presenta sus textos a la vez como testimonio y

como documento crítico, en tanto desestructura la órbita de poder tradicional.

El convencimiento profundo de esta idea lleva a Mariátegui a fundar Amauta, «concebida

como la representación del movimiento intelectual y espiritual peruano, articulado sobre la

voluntad de creación de un país nuevo. Encarna el momento o fase de definición de tal

movimiento, pues nace bajo el amparo de un proceso renovador ya iniciado, pero que reconoce

desarticulado». En el número 1, Amauta es definida por Mariátegui no como el producto de un

grupo intelectual concreto, sino como un movimiento que representa la inquietud global de las

nuevas generaciones. La ironía frente a la prensa tradicional, el rescate de lo autóctono, el

estudio de la realidad nacional y su vinculación con los acontecimientos internacionales, así

como el constante diálogo con la intelectualidad extranjera son las líneas perseguidas y reiteradas

constantemente en los números de Amauta. Durante su trayectoria defiende con convicción la

elaboración de ‘ideas-gérmenes’, que ayuden a formar la opinión crítica del público, y acabará

declarándose revista socialista, con motivo de su segundo aniversario y a causa de la polémica

con Haya de la Torre. Además, Mariátegui extiende y amplía el objetivo de Amauta al fundar en

1928 el periódico Labor. Quincenario de Información e ideas. «Si Amauta representa la

orientación hacia el tipo de revista doctrinaria, Labor es la extensión de la obra de Amauta y tiende al tipo de periódico de información».59

El Boletín Titikaka (1926-1930, con algunas interrupciones) aparece como expresión del grupo

Orkopata, en Puno, y supone otra llamada cultural desde las provincias, un intento por «articular

su posición en el debate sobre la identidad nacional y continental que dominó la discusión

latinoamericana de ese entonces». Aunque suele considerarse que el Boletín proponía una visión

59 López Lenci, El laboratorio de la vanguardia…, op. cit., la cita anterior y esta en las pp. 55 y 57. 63

indigenista en contra del cosmopolitismo y de la pasiva asimilación de lo extranjero, Cyntia Vich

afirma que en realidad supuso uno más de los intentos latinoamericanos por «crear un arte

esencialmente heterogéneo, que buscó rescatar la tradición regional desde la perspectiva de la

modernidad técnica» propuesta por la estética vanguardista. Además, su relación con Lima no

era en modo alguno dependiente, sino más bien dialogante: se construyó como una interacción

entre las provincias y la capital, superando así el tradicional centralismo limeño: «Regiones tan

marginales como Puno fueron el lugar de nacimiento de propuestas plenamente originales en

tanto que surgían de una relación dialéctica entre la cultura local y las influencias que venían de fuera, en un auténtico proceso de transculturación». 60 Así lo demuestran los intercambios y la

relación cordial que el Boletín mantuvo con Amauta y con otras revistas latinoamericanas. La

reivindicación del mundo andino como base para configurar una identidad peruana, unida a la

estética vanguardista y revolucionaria, fue la carta de presentación con que los editores del

Boletín pretendieron resolver el problema nacional y cultural al que se enfrentaban.

Codirigían el Boletín Titikaka los hermanos Arturo y Alejandro Peralta, aunque parece que

fue Arturo (Gamaliel Churata) quien se ocupó de la mayor parte de las tareas. Su faceta como

agitador intelectual se compara con la que desempeñaron Valdelomar o Mariátegui y, del mismo

modo, la labor del Boletín tiene su paralelo en Colónida y Amauta, pues desde Puno fue

distribuida con regularidad por todo el continente y su actividad ejerció una influencia similar a la de dichas revistas en la esfera cultural nacional.61 El poemario Ande (1926), de Alejandro

60 Las tres citas pertenecen al estudio de Cyntia Vich Indigenismo de vanguardia en el Perú: un estudio sobre el Boletín Titikaka (Lima: Fondo Editorial PUCP, 2000), p. 14-15. Sigo de cerca este estudio para la presente sección sobre el grupo Orkopata y su labor literaria en el Boletín Titikaka. 61 Vich insiste en lo insólito de esta situación (ibid., p. 22-23), pues la ciudad de Puno se encuentra en una zona rural considerablemente aislada, situada entre los 3500 y los 4000 metros sobre el nivel del mar y con un clima extremadamente violento. Además, Puno es el departamento con mayor población indígena del Perú y con un nivel de analfabetismo muy elevado; a principios del siglo XX, durante la labor cultural del grupo Orkopata, solo contaba con un colegio de secundaria y no existía ninguna universidad. Estos factores no impidieron el nacimiento de un grupo de intelectuales vanguardistas, quizá en parte gracias a la renovación cultural y política que en las primeras 64

Peralta, fue uno de los motivos para la creación del Boletín, en cuyo primer número se

incluyeron también reseñas de Federico More, Enrique González Martínez e incluso Oliverio

Girondo. Durante toda su existencia, en la revista predominaron los textos poéticos, así como las

reseñas o los textos críticos relacionados con la poesía de la época.

Ya en 1915, Churata había promovido la formación del grupo ‘Bohemia Andina’, cuyos

integrantes formarían parte más tarde del grupo Orkopata. La Bohemia Andina publicó una

revista literaria, entre 1917 y 1919, llamada La Tea —también dirigida por Churata, que por

aquel entonces firmaba como Juan Cajal—. Esta revista se caracterizó por sus tintes modernistas

y su elitismo literario, en gran parte influida por el ya mítico Abraham Valdelomar, que visitó

Puno en 1919. En este mismo año comienza a formarse el grupo Orkopata, cuyo plantel de

integrantes es difícil definir, pues su actividad cultural consistía en tertulias organizadas por

Churata a las que podía asistir cualquier persona interesada en la cultura. Fruto de estas

reuniones es el nacimiento del Boletín, cuyos colaboradores más asiduos fueron los hermanos

Peralta, Luis de Rodrigo, Dante Nava, Inocencio Mamani, Mateo Jaika, Emilio Vásquez, Emilio

Armaza, Benjamín Camacho y Francisco Chuquiwanka. Estos autores no tenían por qué

pertenecer al grupo ni asistir a sus tertulias, y muchos de ellos ni siquiera eran puneños.

En sus páginas, Churata proponía la recuperación del hombre andino a través de su

apertura a la modernidad, única vía para salvar el futuro del indígena, mediante una

reelaboración creativa de su identidad. La estructura del Boletín fue bastante variable a lo largo

de su historia, y poco a poco fue adquiriendo la solidez y la fuerza de una revista consagrada.

Los motivos de su final se desconocen, y su último número, el de 1930, estuvo dedicado a

Mariátegui, que había muerto ese mismo año en Lima.

décadas del siglo ejercieron los misioneros adventistas, promoviendo los proyectos educativos y la independencia económica del indio.

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