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Mis vacaciones en el verano pasado

→ Por Aranza Mundaca

Mis vacaciones en el verano pasado no fueron igual a ninguna otra, con mi familia decidimos ir a pasar nuestras vacaciones a la costa, como familia no acostumbramos a salir mucho para estas fechas, pero este verano fue diferente. Decidimos ir a la costa porque deseábamos cambiar de ambiente, y la costa tiene ese aire de paz, tranquilidad, y diversión que hace que no quieras que acabe el verano. Decidimos quedarnos en una cabaña cerca del mar, era grande y hermosa, tenía una fachada de madera blanca y la puerta tenía un color verde oscuro, también tenía un jardín muy bonito lleno de flores y árboles muy hermosos.

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Llegamos a la casa y nos acomodamos en ella. Tenía cinco dormitorios, así que decidir dónde dormir no fue muy difícil, yo escogí un dormitorio que quedaba por la parte de atrás de la casa que daba hacía en patio trasero, me gusto porque tenía una gran ventana blanca en donde por las tardes, entraba la luz del sol, además la vista daba hacia un cobertizo que entre los

árboles se podía ver el mar. Durante la primera noche tuve un sueño muy extraño, soñé con una mujer que vivía en la casa en donde estábamos, vagamente recuerdo también un hermoso caballo blanco muy alto y refinado, no recuerdo mucho del sueño, pero me dejó una sensación muy extraña en el cuerpo, como de preocupación. Durante el día esa sensación desapareció, no le tome mucha importancia al suceso. Disfrutamos un lindo día soleado a la orilla del mar junto a mi familia, dimos un paseo por la playa y después fuimos a un restaurante en donde disfrutamos de un rico almuerzo, yo ordené mi plato favorito, “fetuccini con salsa Alfredo y jugo de frambuesa”.

Al llegar por la tarde a la casa entre al dormitorio, la ventana estaba abierta y entraba un aire tibio, al mirar por la ventana vi caminar al lado del cobertizo un caballo blanco con dirección a los árboles, frote mis ojos porque pensé que era mi imaginación, a lo mejor lo confundí con las largas cortinas blancas que colgaban de la ventana, no me quise quedar con la duda, así que decidí salir por la puerta que daba hacia el patio, corrí hacia los árboles llegando al cobertizo, pero no había nada, me sentí algo desilusionada.

- ¿Había sido mi imaginación? -, ¿tenía que ver con el sueño que había tenido? No lo sabía, estaba muy confundida, pero de pronto otra interrogante invadió mi mente, ¿Por qué después de tanto tiempo viendo el cobertizo por la ventana del dormitorio no me dirigí a él?

Inmediatamente decidida me dirigí a él, tenía un aire un poco escalofriante, pero a la vez acogedor, se veía viejo y con las tejas gastadas y la pintura en la madera descascarada por la brisa marina. Intenté abrir la puerta, pero estaba un poco atascada, se notaba que no había sido abierta en mucho tiempo, empuje con

más fuerza hasta que pude abrirla, cuando entré a este pequeño lugar vi muchos muebles, estaban llenos de polvo y eran muy antiguos. Había un escritorio con muchos papeles, un sillón pequeño, una alfombra muy gastada y un mueble en donde había muchas herraduras y colgado en la pared, había una silla de montar. Todo me parecía muy extraño y decidí evadir el tema. Al anochecer, me preparé para ir a dormir y decidí cerrar la ventana y las cortinas, de esa forma no iba a poder ver al cobertizo, después de eso simplemente me fui a dormir con la esperanza de olvidar el tema, pero estaba muy equivocada... volví a tener un sueño, más bien una pesadilla, en el sueño me veía a mí misma con una ropa antigua intentando esconderme, era de noche y llovía mucho, tenía mucho miedo y corrí hacia el cobertizo para esconderme, en él había un gran closet con un espejo en el medio, entre en él y me escondí, me quedé en completo silencio al punto de escuchar mi propio latido, de pronto escuchó la puerta abrirse de golpe, la puerta quedó entreabierta y pude ver a un hombre parado en ella, traía en su mano una herradura, se veía muy enojado. Intenté llegar al fondo del clóset cuando en el descuido y la desesperación la madera cruje, escuché los pasos fuertes con dirección a mi escondite y desperté.

Desperté temblorosa y sudando, mi mamá fue a verme al dormitorio y le conté lo que estaba pasando, me dijo que en la tarde fuéramos a dar una vuelta para distraernos.

Durante la mañana desayunamos y nos fuimos a la playa, con el mar, la brisa y la arena pude relajarme tanto como necesitaba, era un día caluroso y mi mamá propuso tomar unos helados, yo me ofrecí a ir por ellos a unas tiendas que estaban frente a la playa, al entrar a la heladería había una mujer muy amable, conversamos un rato y él la conversación me preguntó dónde

nos estábamos hospedando, le comente que era en la casa blanca, con puertas verdes que estaba frente al mar, su sonrisa se fue apagando poco a poco, le pregunté qué había pasado y me contó que había un rumor sobre esa casa. Hace muchos años había una pareja que vivía en esa casa, él trabajaba en una minera de la época y ella tenía una tienda de flores, pero su pasión eran los caballos, un día un hombre de la zona le regaló un hermoso caballo blanco, la mujer dedicó todo su tiempo para cuidar de él, despertaba muy temprano para alimentarlo y darle los cuidados necesarios, con el tiempo su cariño fue creciendo aún más, eran grandes amigos, daban paseos eternos por el mar, eran conocidos por las personas de la zona ya que siempre la veían andar con su caballo blanco. El hombre comenzó a tomar mal esta situación, invadido de celos porque su esposa le daba todo su tiempo a su caballo y no a él, cada vez que veía a la mujer junto al caballo su mente se nublaba completamente. En un acto de arrebato el hombre decidió poner fin a ese sentimiento y arremetió contra su esposa, en esa casa, en ese cobertizo.

-¿Qué paso con el hombre?, pregunté.

Cuando el hombre salió del cobertizo lleno de irá se dirigió donde el caballo blanco, el caballo asustado elevó sus largas patas golpeando al hombre en su cabeza, dándole fin al sentimiento, muchas personas de la zona dicen haber visto al caballo merodear por el lugar, pero son solo mitos, -. añadió. En ese momento entendí todo lo que estaba pasando, quería decir que, si había visto al caballo blanco y que mis sueños no eran realmente sueños, si no que recuerdos. Al salir de la tienda fui a la casa, y al entrar tenía una sensación diferente a todas las otras veces, sentí nostalgia, y un poco de pena por la historia.

La última noche que íbamos a estar en esa casa me fui a dormir, ya sin miedo ni nada, solo con la esperanza de descansar. Cerré los ojos y entre en un profundo sueño, abrí mis ojos y estaba en un corral, veía todo desde otra perspectiva, me agacho y veo mis largas patas blancas, por alguna razón esto no me causo ninguna impresión, solo me sentía perdida, que algo me faltaba, estaba un poco cansada y decidí acostarme en el suelo que estaba lleno de lodo, de a poco comenzaron a cerrarse mis ojos, de alguna manera tenía la sensación de que me iba a quedar profundamente dormida, pero que estaría bien. En efecto cerré mis ojos y al abrirlos pude verla a ella, mi corazón latió con fuerza, acaricio mi lomo y luego mis orejas, juntamos nuestras narices y nos fuimos juntos a dar un paseo, en el cual me invadió una paz enorme, tanto que hizo que me despertara.

Desperté feliz, con una sensación muy bonita en mí, una sensación de tranquilidad y alegría, comprendí que la mujer y su caballo se habían reencontrado en algún momento y que estaban juntos de nuevo a pesar de todo, ambos ya estaban en paz sin ningún tipo de maldad. Esa mañana llego el momento de irnos, hicimos nuestras maletas y me despedí de ese lugar, que me enseño un mundo nuevo e hizo que mis vacaciones no fueran igual a ninguna otra.

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