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3.2.4. Territorio indígena y actividades económicas

existe en la zona boliviana; estos asentamientos llegaron incluso al lado brasileño (Balza, 2001: 200).

Durante la construcción del tren, uno de los centros comerciales más importantes fue Roboré, por su ubicación estratégica. Las comunidades de la actual tierra comunitaria de origen (TCO) Turubó llevaban sus productos agrícolas y ganaderos para comercializar a Roboré y no a San José, que es el centro comercial actualmente. Cabe señalar que, hasta la segunda mitad del siglo XX, la conexión de las vías terrestres entre Santa Cruz de la Sierra y la Chiquitanía estaba en tan malas condiciones que era prácticamente inaccesible si no inexistente. La comunicación de Santa Cruz de la Sierra con los demás pueblos misionales se daba a través de San José, que era un pueblo bastante importante porque era el ingreso a la Chiquitanía y un centro comercial para los demás pueblos de las reducciones.

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3.2.4. Territorio indígena y actividades económicas

La reforma agraria implementada en el país a partir de 1953 llega al oriente una década después y con connotaciones distintas de las establecidas en el altiplano y valles. En primer lugar hay que señalar que en el oriente no había un problema de escasez de tierra como en los valles y el altiplano, más bien se consideró una zona “despoblada” con amplios espacios de territorio “baldío”. En relación con los pueblos indígenas, la Ley de Reforma Agraria establecía que “los ‘grupos silvícolas’ quedarían bajo la protección del Estado y que sus tierras de propiedad colectiva o individual son inalienables […] en ningún momento se fijó criterio alguno para determinar cuáles son las tierras que les pertenecía” (Balza, 2001: 28).

Este desdén hacia los pueblos indígenas se entiende puesto que la reforma agraria fue una medida de modernización del país que permitió en valles y altiplano la liberación de mano de obra de las haciendas con la finalidad de desarrollar el oriente, por lo que se impulsaron asentamientos de colonizadores en Santa Cruz de la Sierra. En este contexto, el Estado privilegió la inversión pública en el oriente y la creación de una burguesía agrícola. “En el Oriente no había todavía presión sobre la tierra, no se tocaron las haciendas cruceñas, más bien se las consideró como el puntal de la transformación capitalista” (Soruco, 2008: 59). Por esta razón, cuando llega la reforma agraria al oriente, en vez de acabar con el latifundio, como en los valles y el altiplano, lo consolida. Es decir, a partir de entonces se sentaron las bases de un desarrollo de largo aliento en el país y se “estimuló la transformación de las haciendas agrícolas preexistentes en Santa Cruz de la Sierra en medianas y grandes empresas capitalistas” (Webber, 2017: 162).

En esta época se consideraba (y aún se considera) que la producción de la agroempresa implicaba la modernización de las relaciones de producción, mientras que lo “atrasado” y tradicional estaba relacionado con la lógica campesina e indígena de producción familiar o a baja escala. Bajo esta lógica, la titulación de territorios indígenas era más bien considerada un atraso y se impulsó la consolidación de estancias para producción ganadera en la zona, particularmente en San José. Además de la ganadería, la región fue un espacio de importante vínculo comercial con Brasil. La extracción de madera para el mercado brasilero fue, y aún es, un significativo impulso económico en la zona.

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