3 minute read

El juego, págs

María y Josefa eran amigas desde siempre. Crecieron en el mismo barrio, fueron al mismo colegio, compartieron amigos, juegos, se casaron, tuvieron hijos, nietos...

En realidad, eran tres las amigas del alma, como les gustaba llamarse. La otra amiga era Luisa. Cuando eran jóvenes y llegaban las vísperas de Navidad tenían por costumbre reunirse a cenar en un buen restaurante. Decían: - Un día es un día. Llevaban años haciéndolo; cenaban, hablaban de sus cosas …, en fin, se ponían al día. Se dijeron que mientras pudieran, la cena de las Fiestas de Navidad sería “sagrada”.

Advertisement

Hace años que Luisa no se encontraba bien, tenía problemas en las piernas y la movilidad muy reducida. Siempre decía: - Tengo la circulación peor que una capital en las horas punta, pero con el andador no veas que velocidad alcanzo y sonreía. Luisa era alegre y muy parlanchina.

Sus amigas María y Josefa iban a visitarla a menudo. Cuando se acercaban las Navidades acudían con más frecuencia a verla y, como siempre, volvían a comentar cosas de sus vidas. Siempre que iban le llevaban un pequeño regalo, unos dulces, un pañuelo para el cuello…, que ella agradecía de corazón. Cada una contaba cómo les iba la vida, con los hijos ya casados, los estudios de los nietos, el trabajo, las dificultades, los yernos, las nueras, ... Luisa, ¡cómo ha cambiado todo, en nuestra época ni salir de noche!

María, que siempre era la más pizpireta, le dijo a Luisa: - Menudo mocetón que nos ha abierto la puerta.

Luisa rápidamente contestó: - Es Daniel, uno de mis nietos. Ya sabéis que están conmigo por los estudios y así tengo compañía. No me dejan hacer nada, ¡no sabéis como me cuidan!

Luisa comentó: - Ahora por Navidad limpio el cardo, -en Navidad es típico el cardo en Aragón-. La tradición, es la tradición. Luisa extendió las manos hacía sus amigas: - Mirar cómo se me han puesto las manos, negras de limpiar el cardo.

Las manos que mostraba Luisa eran blancas y suaves. María y Josefa se miraron. María preguntó: - ¿Cómo van tus labores de ganchillo?

A Luisa se le iluminaron los ojos. Llamó a Daniel, el mocetón que les había abierto la puerta: - Por favor Daniel, ¿quieres ir a mi habitación y coger del armario unas puntillas de ganchillo? Si no fuera por estas piernas, iría yo. No es por nada, pero me han quedado preciosas. Ahora que tengo tiempo estoy haciendo ajuares para todos.

Daniel volvió con una caja llena de puntillas y pañitos, mil veces vistas por sus amigas.

De vez en cuando entraba Daniel, preguntaba a Luisa si necesitaba algo, o sus amigas, y ella siempre contestaba: - Daniel, lo tengo todo, no te preocupes, gracias.

Tomaron un café con leche y se sintieron felices por compartirlo.

Josefa miró el reloj y dijo: - Se hace tarde y aún nos queda trozo para llegar a casa. Se está aquí muy bien, pero tenemos que irnos; prometemos volver otro día, Luisa.

Desde el salón, se veía un jardín muy cuidado. Ya estaba anocheciendo, y empezaba a caer la niebla. María miró a Luisa y le dijo: - Tú con la excusa de las piernas, aquí como una reina.

Se abrazaron fuerte durante un buen rato, -querían prolongar el momento-. Se desearon FELICES FIESTAS.

Luisa llamó a Daniel para que las acompañara. Sintió que aquella despedida le dolía más que otras veces.

Al salir a la calle las dos amigas se abrigaron bien, las luces de Navidad lo iluminaban todo, había caído rápidamente la noche y la niebla se hacía más espesa.

Josefa exclamó: - ¡qué bien cuidada está! ¡Qué feliz se le ve a Luisa!

María no escuchaba, mas dijo con un hilo de voz: “ - Este juego me parece ya muy triste. Van pasando los años y, cada vez me duele más la situación. Siento mucho frío y esta niebla se me cuela hasta el alma. ¿Te has dado cuenta que Luisa tiene muchas lagunas en su memoria? ¿Por qué, a Luisa, la vida le ha llenado las manos de caricias, y no las puede dar? Es injusto.

Josefa dijo: - Bueno, nuestros hijos suplen quizá esa carencia, para ella son sus hijos y nietos. Yo creo que es feliz.

Nada sabemos de los días venideros, pero todos pensamos en ellos. ¡FELIZ NAVIDAD!

This article is from: