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Una historia de amor, págs

Para el amor no hay edad, y esas cosquillas en el estómago pueden llegar en cualquier momento de la vida, sin importar la edad y etapa en que se esté. Así lo confirma la historia que les sucedió a Juan y Elena, a quienes les unió el destino cuando la juventud ya había quedado atrás, pero las ganas de querer seguían presentes. Juan y Elena, personajes de esta historia se conocieron en El centro de mayores de su ciudad, ambos eran de Écija, ciudad de gran importancia histórica, por que la cruza la Ruta Bética Romana.

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Pero, regresemos a su historia. Juan, con 92 años y después de haberse jubilado, comenzó a participar en diversas actividades recreativas para mantenerse activo, y así disfrutar de esta nueva etapa de su vida.

Elena tiene 78 años y es una ex-administrativa que, al jubilarse, se dio cuenta de que aún le quedaban muchas cosas por hacer. Es así como los dos, al participar en diferentes talleres, encontraron un nuevo pasatiempo, y también a un nuevo compañero. Cuando comenzaron a salir, Juan le contaba a ella: - Tengo 3 hijos de mi primer matrimonio, 7 nietos y 3 bisnietos.

Elena no se sorprendió en absoluto, y le contestó: - Yo tengo 2 hijos y 5 nietos.

Ambos tenían una gran afinidad, compatibilidad y compenetración, lo que les permitía enriquecer su relación, y decidieron irse a vivir juntos a un pequeño apartamento, donde se entretenían jugando al póker, al dominó y al mus. ¡Se lo pasaban muy bien juntos! Elena le comentaba a sus amigas que, lo que más le cautivó de Juan fue su simpatía y lo caballero que era, y también les cuenta, con mucha emoción, que el 14 de febrero irían a comer a un restaurante para celebrar el Día de San Valentín. De su primer encuentro, han pasado más de tres años. Actualmente están felizmente casados y aseguran que encontraron el amor en un momento de sus vidas que nunca imaginaron, el amor que creía que no volverían a sentir. Juan, en todo momento y en todo lugar, está pendiente de ella y, en ocasiones, le hace pequeñas carantoñas, aunque estén junto a los amigos, con la intención de demostrar su cariño por ella.

Durante los días que se realizan talleres, o bailes en el centro, ellos se mezclan con otros mayores, los cuales en muchas ocasiones murmuran, diciendo entre ellos, ¡qué pareja más feliz, ¿verdad? Qué cariñoso es él, y ella siempre muestra un rostro radiante de alegría. Aunque, en el hogar de Juan y Elena, no todo era alegría, también había momentos de tristeza. En una ocasión, mientras Juan preparaba el apartamento para la celebración de la navidad, y Elena se encargaba de preparar el lugar donde colocar el belén y el árbol navideño, le comentaba a su marido: - Cariño, nuestros hijos deben de estar muy ocupados, deben de tener mucho trabajo en sus nuevos proyectos.

Él le pregunta: - ¿Por qué lo dices?

Elena le contesta: - Mira cariño, de un tiempo a esta parte, nuestros hijos no nos llaman por teléfono como antes, desde que marcharon a otras ciudades, parece que les cuesta cada día más el ponerse en contacto con nosotros.

Él se acerca, la abraza con mucho cariño y le dice: - Elena, cuando yo te conocí, en mi corazón se produjo una explosión y un profundo cambio, de igual manera, en mi vida cotidiana, y me dije, “hoy, pese a mi avanzada edad, he conocido al amor de mi vida, y todo, absolutamente todo, se queda en el pasado, ¿lo entiendes amor mío?, eso no quiere decir que no me acuerde de ellos, todo lo contrario, les quiero como el primer día, pero ellos tienen derecho a hacer su vida y nosotros también hacer la nuestra.”

Ella se abraza a su marido y le dice: - Juan, tienes toda la razón, como siempre. Es verdad que, a nuestra edad, debemos de pensar en nuestro bienestar; ellos ya han iniciado su propio camino y después de escuchar tus palabras, estoy más tranquila y serena.

El amor no tiene edad. Hay que vivir intensamente hasta el final

Elena sólo pudo agregar:

- Juan, ¡Te Quiero! Él le contestó: - Elena, ¡yo te quiero con toda mi alma!

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