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2.1 Datos sobre la escultura del siglo XIX en México
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A pesar de los esfuerzos de la Academia de Bellas Artes, en el siglo XIX no se presentaron logros significativos en la escultura en las que se imitaban las formas del arte grecorromano. Uno de los representantes de esta tendencia fue Manuel Vilar, quien mostró un marcado interés por representar a personajes como por ejemplo a la «Malinche».
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En el siglo XIX, la Academia de Bellas Artes aportó esculturas que imitaban formas que imitaban formas de arte grecorromano. Destacó en ello el maestro Manuel Vilar, formado en Roma.

Entre 1820 y 1880 los temas predominantes fueron, sucesivamente: imágenes religiosas, escenas bíblicas, alegorías a los símbolos del movimiento de insurgencia y escenas y personajes de la historia precortesiana, y retratos de la antigua aristocracia, de la burguesía naciente y adalides de la pre revolución. Lo trascendente consistió en introducir motivos civiles, los primeros tipos nacionales y atisbos de una corriente de expresión propia.



El escultor Miguel Noreño fue discípulo de Vilar. Su obra maestra fue la estatua de “Cuauhtémoc”, situada sobre paseo de la Reforma de la Ciudad de México. A fines del siglo XIX, Jesús Contreras; discípulo de Noreña enfatizó el romanticismo en dos esculturas de mármol.


Migue Noreño. Escultor mexicano.



La escultura del siglo XIX se desarrolló dentro del clasicismo
El romanticismo rompe las normas y modelos estrictos del clasicismo, pues perseguía ideas influenciadas de realismo y nacionalismo.
La escultura religiosa quedó reducida a una imaginería esporádica, mientras que la escultura secular prosiguió en retratos y arte monumental de carácter cívico.