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Melatonina y epilepsia
La Melatonina es una hormona secretada por la glándula pineal de nuestro cerebro cuya función principal, entre otras, es regular los ciclos de sueño- vigilia. Debido a esto, surge como una buena alternativa complementaria al tratamiento con fármacos antiepilépticos, debido a la estrecha relación que existe entre la falta de sueño y la ocurrencia de crisis.
La Melatonina es una hormona secretada por la glándula pineal de nuestro cerebro. Su función principal es regular otras hormonas y mantener los ritmos circadianos de nuestro organismo, los que funcionan como un reloj interno de 24 horas y tienen un rol fundamental en el sueño y la vigilia.
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Esta hormona es básica para la inducción y mantención inicial del sueño y su secreción se inhibe con la luz, lo que se traduce en que se produzca exclusivamente de noche y alcance un nivel mínimo durante el día. También puede ser inhibida por exposición prolongada a estímulos lumínicos en la noche, como por ejemplo la televisión o la pantalla del computador.
El nivel de Melatonina se relaciona con la edad -es alto en los niños y decae en la vejez-, lo que explica las dificultades de sueño de los adultos mayores. En la mujer, además, la Melatonina regula las hormonas reproductivas y determina el inicio, frecuencia y duración de los ciclos menstruales; así como también el momento de inicio de la menopausia.
Adicionalmente a su rol en ritmos circadianos, esta hormona tiene un importante efecto antioxidante y parece fortalecer el sistema inmune.
EPILEPSIA Y SUEÑO Existe una relación bidireccional muy compleja entre epilepsia y sueño, ya qué este último es un potente activador de descargas epilépticas tanto focales como generalizadas en alrededor de un tercio de las personas con esta condición crónica. Además, hay otros aspectos que hay que considerar como la alta frecuencia de trastornos del sueño en personas con epilepsia y cómo ellos influyen en su epilepsia y su calidad de vida.
En algunos pacientes las crisis predominan o se dan exclusivamente en el sueño, como por ejemplo en los casos de Epilepsia Rolándica, epilepsia del área motora suplementaria y Síndrome de Lennox-Gastaut, que presentan crisis nocturnas.
Por otra parte, la privación parcial o total de sueño (más de 24 horas seguidas sin dormir) representa un factor activador de crisis en la cuarta parte de los pacientes adultos y adolescentes con epilepsia. Adicionalmente, una pobre higiene del sueño y falta de hábitos de sueño produce fragmentación de éste y exacerba la frecuencia de crisis y la somnolencia diurna.
TRATAMIENTO DE TRASTORNOS DEL SUEÑO PARA MEJORAR LA EPILEPSIA Desde el punto de vista terapéutico, existe evidencia suficiente, al menos en adultos, de que el tratamiento de un trastorno del sueño como es la apnea del sueño mejora el control de crisis y puede reducir la actividad epileptiforme interictal. Se ha relacionado este mejor control de crisis con la resolución de la deprivación crónica de sueño, la mejoría de la hipoxia cerebral y la reducción de los despertares durante el sueño. En ese contexto, el uso terapéutico de Melatonina en niños y adolescentes con epilepsia para mejorar la eficiencia del sueño y reducir su fragmentación, aparece como una buena alternativa para lograr un mejor control de las crisis.
Se ha demostrado que antes de una crisis de epilepsia el nivel de Melatonina en nuestra sangre disminuye y después de las crisis aumenta, lo que hace suponer que esta hormona tendría un rol que permitiría tratar las descargas epilépticas. Lo anterior, explica la sensación de somnolencia que se experimenta luego de producirse una crisis.
Así pues, la administración de un suplemento oral de Melatonina podría restaurar los niveles normales previos a la aparición de las crisis epilépticas, disminuyendo el número y frecuencia de crisis y la probable repetición de éstas, lo que mejoraría la calidad y cantidad de sueño. Existen pocos estudios con metodología adecuada que fundamenten el uso de Melatonina en epilepsia y no es posible establecer conclusiones acerca de la función de ella en la reducción de la frecuencia de las crisis epilépticas ni la mejoría en la calidad de vida de los pacientes. Pero, aún así, hay cierta evidencia de alguna respuesta favorable en niños con epilepsia refractaria, con buena tolerancia, aunque también está documentado que puede aumentar el número de crisis en algunas personas. Esto abre un nuevo camino terapéutico en epilepsias de difícil manejo, que es necesario continuar investigando.
Dr. Jorge Förster M. Neurólogo infantil