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Isabel II, la historia de una reina que no debía ser.
Por: Aldo Jaén González.
Isabel
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LA HISTORIA DE UNA REINA QUE NO DEBÍA SER II
NO ESTABA EN LA LÍNEA DE SUCESIÓN DIRECTA Y, SIN EMBARGO, LA REINA ISABEL II PORTÓ LA CORONA A LO LARGO DE MÁS DE SIETE DÉCADAS, TIEMPO EN EL QUE SE MANTUVO ESTOICA E ÍNTEGRA, A PESAR DE LOS CAMBIOS, LAS GUERRAS Y LAS POLÉMICAS.
Por: Aldo Jaén González.
Los años clave
de Isabel II

1926Nace Elizabeth Alexandra Mary en la casa de sus padres en Mayfair, alejada de los castillos y palacios y con el cobijo del modesto título de sus padres: los entonces duques de York.
1935Con solo 11 años, hace su primera aparición en el balcón del Palacio de Buckingham a lado de su abuelo –Jorge V–, como presagio de lo que estaría por venir años más tarde.
1937Tras la abdicación de su tío, Eduardo VIII, su padre es nombrado rey y su vida cambia para siempre, dejando los espacios públicos y convirtiéndose en princesa.
1947Isabel contrae nupcias con Felipe de Grecia en un evento que es televisado para más de 200 millones de personas en todo el mundo.
1948Nace Carlos, el primogénito y heredero al trono.
1950Nace Ana, actual Princesa Real.
1953Tras la muerte de su padre, Jorge VI, Elizabeth se convierte en la reina Isabel II en un acto en el que juró servir al pueblo británico.
1957Por primera vez en su calidad de reina, Isabel II visita la ciudad de Nueva York para atender una Asamblea General de la ONU. Para hablar de Isabel II hay que dar algunos pasos atrás hasta llegar a su abuelo, el rey Jorge V de Inglaterra –nieto de Victoria, la dramática reina– quien tuvo un mandato corto, aunque no tanto como su sucesor, debido a los problemas de salud que le dejaron la Primera Guerra Mundial y su exacerbado tabaquismo. Comenzaba el año de 1936 y los rumores se hacían más y más fuertes: el rey estaba viviendo sus últimos días. Todo estaba listo para que David –el príncipe, hijo mayor y heredero– tomara el cargo y, de hecho, ya desempeñaba varias funciones desde el deterioro del estado de su padre. Finalmente, el 20 de enero de ese año, su progenitor murió y a quien entonces todos llamaban simplemente David, se convirtió en Eduardo VIII de Inglaterra, encabezando quizá el reinado más breve del Reino Unido: 326 días.
A solo meses de ser nombrado rey, Eduardo VIII conoció a la socialité estadounidense Wallis Simpson, quedando flechado a pesar de la oposición que mostraron desde el inicio el gobierno británico y la propia familia real. Y es que la reputación de Simpson, con dos divorcios a cuestas y el más mínimo conocimiento sobre la corona del país, hacían poco conveniente el enlace deseado por el rey, por lo que decidió renunciar a su título antes de su coronación para poder contraer nupcias con Wallis.
Tras la abdicación de su hermano mayor, el segundo en la línea de sucesión era el tímido Alberto, quien al subir al trono se hizo llamar Jorge VI. Su reinado fue de 15 años y, tras su muerte, la mayor de sus hijas –que no estaba en el plan ni en la línea de sucesión original– ascendió al trono, convirtiéndose en Isabel II de Inglaterra.
70 AÑOS DE GRANDEZA
La cercanía de Isabel con su padre le permitió ir preparándose para lo que no estaba escrito en su destino y de lo que, sin embargo, no pudo escapar. Parte de su adolescencia estuvo marcada por uno de los eventos más trágicos de la humanidad: la Segunda Guerra Mundial, aspecto que definitivamente esculpió su carácter y la convirtió en lo que Winston Churchill expresó: “una joven con un aire de autoridad asombroso”.
Se enroló en el Servicio Territorial Auxiliar para aprender a conducir camiones y repararlos. Versada en idiomas propios del Reino Unido –el inglés, galés, irlandés y escocés–, latín y tres de sus derivados –español, italiano y francés–, flamenco y griego, así como en historia constitucional, Elizabeth Alexandra Mary tuvo la mejor preparación para convertirse en la monarca de una de las grandes potencias.
Se casó con su primo en tercer grado, el príncipe Felipe de Grecia, quien al convertirse en el rey consorte se hizo acreedor al título de Duque de Edimburgo. Juntos formaron una familia a la que se sumarían cuatro hijos: Ana, Andrés, Eduardo y Carlos, quien es el siguiente en la línea de sucesión. Tras la muerte de Jorge VI, todas las miradas voltearon hacia Isabel II pues se esperaba una nueva era, misma que llegó con súbitos y sutiles cambios –aunque también los hubo dramáticos– para todos los miembros de la realeza británica.
Quizá parezca poca cosa, pero a partir de su reinado, dejó de llamarse “monarquía” y pasó a llamarse simplemente “familia real”, un cambio impulsado por la jefa de Estado –nunca de gobierno– para mostrar una mayor cercanía con los ciudadanos, medida que fue seguida de varias otras que permitían al pueblo británico “asomarse” un poco más hacia la vida de sus reyes y romper

La reina Isabel II y el príncipe Felipe / Bettmann Archive
así con diversos mitos e ideas en su contra. Y aunque esto logró quebrar la burbuja y el misticismo atribuido a los habitantes del Palacio de Buckingham, definitivamente lograron aumentar su popularidad y buena reputación, lo cual más tarde les serviría para recuperarse de una serie de escándalos que siempre fueron elegantemente sorteados por su majestad.
Con la llegada de los noventa, los desastres tocaron la puerta de la familia: los divorcios de tres de sus hijos, incluido el de Carlos, quien contrajo nupcias con una carismática mujer que –dicen– se convertiría en el azote más firme de la realeza británica: Diana Spencer. A los escándalos alrededor de la unión de Lady Di y el príncipe Carlos, le siguieron los dimes y diretes en torno a su vida familiar y, posteriormente, la separación, divorcio y muerte de Diana significaron una serie de embates que la reina resistió pacientemente.
Todos estos hechos significaron una dura batalla que tuvo como estocada final el incendio del Castillo de Windsor, cuyos gastos por reparaciones no fueron absorbidos por el pueblo como hasta entonces se acostumbraba. La familia no tenía más el goce de máxima aprobación que tuvieron en antaño y no quedó más que abrir algunas propiedades al público, cobrar visitas y que la reina pagara sus respectivos impuestos, aspecto que se mantiene y mantendrá hasta el fin de la realeza en el Reino Unido.
Por: Aldo Jaén González. 1960Nace Andrés, actual Duque de York.
1961Nace Eduardo, actual Conde de Wessex.
1965Isabel II visita Alemania Occidental, siendo la primera monarca británica en hacerlo tras la
Segunda Guerra Mundial.
1977Se lleva a cabo la celebración del Jubileo de Plata de la reina, a la que se une más de un millón de británicos.
1981Carlos y Diana contraen nupcias en la catedral de San
Paul, en Londres.
1992El Castillo de Windsor es destruido parcialmente por un incendio. Ese mismo año, Carlos y
Diana hacen oficial su separación.
1993El Palacio de Buckingham se abre al público por órdenes de la reina para obtener fondos que paguen la restauración del Palacio de
Windsor.
2002El jubileo de oro es llevado a cabo, mismo que fue anunciado por la propia Isabel II en ambas cámaras del parlamento británico.
2007El Duque de Edimburgo y la Reina celebran el 60 Aniversario de su boda, al tiempo que Isabel II se convierte en la monarca reinante de mayor edad.
2011La reina Isabel II visita Irlanda, convirtiéndose en la primera reina en hacerlo desde la independencia del país en 1921.
2012Se anuncian los eventos para celebrar el jubileo de diamante de su majestad. Ese mismo año, inaugura los Juegos Olímpicos de Londres 2012.
2017Isabel II es la primera monarca de Inglaterra en celebrar su jubileo de zafiro.
2021el Duque de Edimburgo fallece a la edad de 99 años en el Palacio de Windsor, justo dos meses antes de cumplir los 100 años.
2022La reina celebra su jubileo de platino tras 70 años en el trono. Este mismo año le da la bienvenida a la Primera Ministra –Liz Truss– y días más tarde fallece en el Castillo de Balmoral.

Retrato / Instagram THE ROYAL FAMILY.
EL ÚLTIMO REINADO DEL DEBER
Durante su vida, poco habló y reveló de sí misma. Siempre se mostró tímida, aunque más bien cauta, a la hora de emitir un mensaje. De hecho, la emisión de estos siempre estuvieron ad hoc a las circunstancias, incluido el discurso que pronunció tras la muerte de Diana, una decisión tomada por ella misma, ante las constantes manifestaciones de su pueblo para que tomara una postura. De esta forma, se dieron cambios importantes para todo el Reino Unido, aunque la reina –estoica y fiel a su formación– más que un cambio, siempre manifestó una manera muy propia de adaptarse a las circunstancias.
Del papel abnegado que las mujeres desempeñaban en los hogares de su pueblo a su incorporación laboral y la transformación social que ello traería, Isabel II fue testigo de múltiples movimientos sociales y cambios de paradigma. Los titulares atacando a sus hijos y ahora a sus nietos, se convirtieron en el mayor reto a la paciencia de su majestad, cualidad que la llevó a convertirse en la monarca con el reinado más extenso en la historia británica, a pesar de nunca haber aspirado a tal hazaña.
En 2021, la pérdida de su fiel compañero a través de todos estos años –Felipe de Edimburgo– fue un momento que marcó el principio del fin. Su fortaleza, como ella misma le llamó, se marchó de este mundo pero no dejándola desprotegida. Su temple fue tan fuerte que le permitió un jubileo más –el de platino– a principios de este 2022, otorgando así un último agradecimiento a los británicos por haberle permitido servirlos pues, aunque la familia real no es lo que fue cuando ella tomó el cetro, será por siempre recordada como el último gran símbolo de una monarquía que, con su partida, desaparece poco a poco y lo más seguro es que sea para siempre.
