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EL MIEDO Y LA ANSIEDAD, ¿ALIADOS O ENEMIGOS?

A veces quisiéramos vivir libres del miedo y la ansiedad, pero sería algo contraproducente. Son dos emociones muy parecidas que, en muchas ocasiones, nos paralizan, impiden que concretemos planes o, lo que es peor, entorpecen nuestras vidas y las de quienes nos rodean.

LOS SERES HUMANOS generamos el miedo en el cerebro, en particular desde la llamada amígdala que forma parte del sistema límbico, la de los instintos humanos. Por lo tanto, es una respuesta espontánea de sobrevivencia ante un peligro detectado a través de los sentidos.

La ansiedad, en cambio, es una emoción que se genera también en el cerebro, desde la parte prefrontal, a través de nuestros pensamientos, incluso cuando no hay una amenaza percibida por los sentidos.

Esta es una primera clave para entender si el miedo está presente para ayudarme o si me está privando de responder adecuadamente en mi realidad. Modular nuestra respuesta resulta vital.

Hoy en día, cuando la mayoría de los seres humanos no vivimos bajo la amenaza de ser tragados por un animal salvaje o destruidos por las inclemencias del clima, la gran dificultad es reconocer si lo que vivimos es un peligro inminente o solo producto de nuestros pensamientos. Las sensaciones son muy parecidas, por lo tanto, difíciles de distinguir.

Pero irremediablemente si la mente te atormenta con una idea negativa, se activa la respuesta instintiva de la amígdala de miedo porque tiene memorias emocionales que generan esa sensación generalizada de que algo malo va a pasar y la corteza no sabe porqué.

Piensa en una actividad que te genera algún nivel de estrés o ansiedad, por ejemplo, dar un reporte ante un equipo de los líderes de la organización. ¿Esta ansiedad viene de la amígdala o de la corteza prefrontal de tu cerebro?. Es decir, ¿hay una amenaza real o es tu pensamiento? Te propongo que intentes observar cuáles son los “detonadores” de los pensamientos estresantes y los prevengas, o cambies el detonador por otro hábito.

Dar una presentación ante líderes de alto nivel es una experiencia que puede generar ansiedad porque tiene que ver con nuestras metas de vida, desempeño o plan de carrera, pero también puede ser un miedo generalizado a hablar en público. Obsérvate para que halles la razón de la ansiedad.

Para lograrlo, te propongo dos soluciones:

1. Si la ansiedad proviene de un pensamiento que ponga en riesgo tu plan de vida, objetivos y visiones de futuro, entonces debes dejar de pensar en el obstáculo y mejor enfocarte en la meta. Es decir, no piensas en qué pasa si sale mal, sino cómo te puede beneficiar si todo sale bien.

2. Si la situación viene por una memoria que hace que te dé estrés hablar en público, enfócate en manejar el estrés a través de ejercicios de respiración o de pensar en algo agradable.

Recuerda: la ansiedad siempre es una sensación excesiva y frecuente. Si no la puedes controlar, quiere decir que debes acudir al médico. Sin embargo, percibir cierto temor por algo que no es inminente, digamos una ansiedad sana que también podemos llamar responsabilidad, resulta útil cuando te acuerdas que debes avanzar en elaborar el reporte del próximo mes.

El miedo es normal, responde a un peligro que ya puedes ver, por ejemplo, que un cliente canceló el pedido. La adrenalina que genera te debe poner activo para solucionar el problema.

Como te decía, el miedo y cierta ansiedad pueden ser útiles para mejorar nuestras respuestas ante la vida.

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