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LA ESCLAVITUD Y PROLETIZACIÓN
Durante el gobierno de Porfirio Díaz en México, tanto la esclavitud como la proletización de amplios sectores de la población fueron fenómenos destacados que contribuyeron a la pobreza y la desigualdad en el país. A lo largo de su mandato, estas condiciones de explotación y marginalización se agravaron, dejando profundas cicatrices en la sociedad mexicana.
En primer lugar, cabe mencionar que la esclavitud existía en México antes del Porfiriato, pero durante su gobierno, esta práctica fue oficialmente abolida en 1829. Sin embargo, la realidad es que muchas personas, principalmente de origen indígena y afrodescendiente, continuaron siendo sometidas a condiciones de trabajo análogas a la esclavitud. Estas personas eran tratadas como mano de obra barata y fácilmente reemplazable, sin acceso a derechos laborales básicos ni protección legal. El sistema de peonaje, una forma de servidumbre, fue una manifestación de esta explotación, en la que los trabajadores estaban atrapados en un ciclo de endeudamiento y dependencia de los terratenientes.
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En relación con la proletización, durante el Porfiriato se produjo un cambio significativo en las estructuras económicas y sociales de México. A medida que el país experimentaba una rápida modernización y se abría a la inversión extranjera, muchas personas fueron desplazadas de sus formas tradicionales de subsistencia, como la agricultura, y se vieron obligadas a buscar trabajo en las incipientes industrias y en la construcción de infraestructuras como los ferrocarriles. Este proceso de proletización condujo a la formación de una clase trabajadora urbana y rural, con condiciones laborales precarias, salarios bajos y una falta de derechos y protecciones laborales.
Tanto la esclavitud como la proletización contribuyeron a la profundización de la pobreza y la desigualdad social durante el Porfiriato. Las personas sometidas a estas condiciones laborales inhumanas apenas tenían acceso a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades básicas, como la alimentación, la vivienda y la educación. A menudo, las familias enteras se veían forzadas a trabajar largas horas en condiciones peligrosas para poder sobrevivir, perpetuando así el ciclo de pobreza y desigualdad intergeneracional.
Ciertamente existe un paradigma relacionado, las famosas tiendas de raya, que esclavizaban endeudando al trabajador mexicano, que apenas podia ir al dia. Estas tiendas eran establecimientos controlados por los patrones o terratenientes, donde los trabajadores debían adquirir bienes básicos a crédito, generando una deuda perpetua que los mantenía atrapados en un ciclo de pobreza y dependencia. Las tiendas de raya funcionaban como un monopolio en manos de los patrones, quienes establecían los precios y condiciones de crédito a su conveniencia. Los trabajadores, a menudo provenientes de comunidades indígenas o campesinas, se veían obligados a adquirir alimentos, ropa y otros productos en estas tiendas, ya que muchas veces no tenían otra opción cercana. Sin embargo, los precios eran inflados y los trabajadores recibían salarios insuficientes, lo que los empujaba a endeudarse para poder cubrir sus necesidades básicas.
El problema radicaba en que los trabajadores no tenían la capacidad de pagar sus deudas en su totalidad debido a los bajos salarios y las condiciones de explotación laboral. Como resultado, quedaban atrapados en un ciclo perpetuo de endeudamiento, donde sus salarios eran destinados principalmente a pagar sus deudas con las tiendas de raya.