6 minute read

Ciudades blindadas

FUNDADA EL 13 DE NOVIEMBRE DE 1898

124 Años al servicio de la comunidad

Advertisement

PROPIETARIA: Empresa Periodística

Curicó Limitada

PRESIDENTE:

José Ramón Palma Moraga

DIRECTOR:

Víctor Massa Barros

EDITORA GENERAL:

María José Barroso Esteban

REP. LEGAL:

Manuel Massa Mautino

DOMICILIO:

Sargento Aldea Nº 632

Curicó

Fonos: 75 2310 132 - 75 2310 453 email: director@diariolaprensa.cl avisos@diariolaprensa.cl

TALCA

1 Oriente Nº 1294

Fonos: 712 218 482 - 712 215 833 email: talcaventas@diariolaprensa.cl

Hace 10 o 20 años nos habría parecido muy extraño ver los locales comerciales, bancos, farmacias y supermercados blindados con gruesas capas de metal… algo parecido a una escena de post guerra, donde se instalaban este tipo de barreras para que las bombas no destruyeran todo al interior de los recintos.

Pero de un tiempo a esta parte, los chilenos y particularmente los maulinos, nos hemos acostumbrado a ver que todo tipo de comercio se encuentra blindado para no ser víctimas de la delincuencia.

Esta tendencia comenzó junto con el denominado “estallido social”, en octubre de 2019, cuando alguna parte de los manifestantes solo salían a las calles a destruir, quemar, robar y destrozar todo lo que encontraban a su paso.

Fue por esos días cuando los locales de diferentes rubros y tamaños comenzaron a protegerse con este tipo de elementos, convirtiendo el centro de las ciudades en lugares con escenas desoladoras, poco atractivas, intimidantes, que incluso nos hacía sentir temor.

Andrés Bello y Grecia

Entre quienes resaltan, con méritos propios, en la alta cultura de nuestro país, don Andrés Bello (1781-1865) es nombre indispensable. Sus credenciales son tan numerosas como importantes. No hace falta adjudicarle elogios postizos ni grandilocuentes a quien se ocupó de esclarecer y de fundamentar el desarrollo del naciente Chile de entonces.

Llegó en 1829, desde Londres, donde trabajó durante un lapso prolongado, en representación de su patria natal (Venezuela). En Santiago, se dedicó a enseñar, a poner en orden la documentación de la incipiente cancillería, a iniciar la crítica teatral y musical en la prensa, a escribir obras tan importantes como lo son el Código civil y Gramática castellana para uso de los americanos, sin que deban omitirse la escritura de poemas, sus ingentes traducciones, la preparación de libros filosóficos y otros memorables textos, entre los que sobresale el “Discurso inaugural de instalación de la Universidad de Chile”—17 de septiembre de 1843—de cuya atenta relectura, nadie que se dedique a la educación superior debería eximirse de conocer y de meditar. Un peligro acecha a las grandes figuras de la historia: el mármol del olvido. De tanto repetir sus nombres terminamos amedrentados ante la importancia que se les reconoce en las ceremonias de recordación y en pacientes estudios, pero sentimos tan imponentes y vastos sus aportes, que postergamos la frecuentación de sus relieves y les tributamos un desdén que nos deshonra. Opuesto a esa actitud es la del investigador y estudioso de las letras neohelénicas, principalmente, Miguel Castillo Didier. Traductor de poetas, novelistas y dramaturgos griegos, ha compartido esa predilección con el conocimiento y difusión de personalidades americanas: Francisco de Miranda, Abate Molina y Andrés Bello, por ejemplo.

Andrés Bello y Grecia (2022) es el más reciente de sus libros, publicado bajo el sello del Centro de Estudios griegos (Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile).

Castillo Didier, miembro de número de la Academia

JUAN ANTONIO MASSONE

Chilena de la Lengua, estudia y presenta facetas que reúnen la figura del gran humanista caraqueño en su relación con Grecia. Deja prolijamente establecidos los vínculos de Bello con los libros, la lengua y la historia de la Hélade, junto a la presencia señera de Miranda y del pensamiento y quehacer bellista en beneficio de Chile.

Fruto de una acuciosa investigación, cada uno de los capítulos del mencionado libro está respaldado por conocimientos que parecieran acudir sin esfuerzo en los pasajes correspondientes del texto. Y es éste otro de los méritos del profesor Castillo: equilibrar la erudición con el desarrollo del relato ofrecido en las páginas sucesivas.

Si el gran cronista que fuera Joaquín Edwards Bello dedicó numerosos textos a recordar y justipreciar a su antepasado, reunidos en “El bisabuelo de piedra”, el libro de Castillo Didier nos lo acerca en la intimidad de sus estudios y de algunos nombres imprescindibles que influyeron en la formación de Andrés Bello, siempre vital y dispuesto a enriquecer el espíritu humanista.

Luego vino la pandemia y algunos se olvidaron del panorama, y en los peores días de restricciones, cuando pocos salían a las calles, la vista era aún más amenazadora por la soledad que se sentía y ahí sí que parecía una escena de post guerra. Pues bien, esta es la única manera que muchos todavía tienen para proteger sus negocios, pero ahora no por “manifestantes” iracundos, sino por delincuentes que no se cansan de hacer daño, atemorizar y arrasar con todo y con todos para conseguir su objetivo: robar.

Es por esos que cada día se suman y se suman locales comerciales que ven en el blindaje su único método de defensa contra la delincuencia, como es un servicentro en la ciudad de Curicó, que ha sido víctima de dos robos violentos en el transcurso de un par de semana, y que ahora optó por instalar un grueso portón con ventanilla, por la que se atenderá en los horarios nocturnos para resguardar la integridad de sus colaboradores.

Qué triste y preocupante que esta sea la única manera de no resultar siendo una víctima más de la delincuencia.

Día del Padre

El próximo domingo se celebrará el Día del Padre.

¡Qué difícil es ser papá! Y creo que Ud., y yo, lo hemos experimentado en más de alguna oportunidad.

A las niñas, desde pequeñitas, se las va preparando para esa hermosa labor de ser mamá. De ahí que se les regale muñecas, en las cuales ellas vacían su futuro rol de madres. Pero a los hombres no nos preparan para ser padres.

Y tratamos de cumplir esa labor, por lo que observamos en nuestro propio padre, o en otros padres, o por lo que leemos. Pero el ser papá, no se logra con recetas. Y no basta, como dice la canción: “con traer hijos al mundo”, ya que cada uno de ellos implica un nuevo desafío que la vida nos plantea y que queremos lograr como meta.

Y son los primeros hijos los que “pagan el pato”, porque nadie nunca dijo cuál era la fórmula o la forma más adecuada de llevarlos adelante.

Y hay más gritos. Más órdenes. Más desaciertos. Más reprimendas. Más incomprensión. Más querer hacerlos grandes a destiempo.

Y el padre se va transformando, poco a poco, en el “malo de la película”, en el “ogro” que sanciona, que castiga, que ordena, que dice la última palabra, sin derecho a apelación.

Y tal vez los hijos crecen con esa impresión, que con su padre nunca pudieron jugar o dialogar o reírse juntos, porque lo vieron siempre impasible e inconmovible. Felizmente, hoy día las cosas están cambiando. Hoy veo a mi hijo mayor en su rol de padre y lo veo, gracias a Dios, distinto a mí. Más tierno, más cariñoso con sus hijos, disfrutándolos verdaderamente, y eso es muy bueno.

Pero lo que nuestros hijos nunca supieron o saben o vislumbran tal vez, un poco, es que los padres también somos seres humanos que soñamos, que sonreímos, que sentimos dolor, que sufrimos, que lloramos.

Y quizás ese sea error nuestro. No queremos que ellos se den cuenta de lo que vamos sintiendo; y que nos duele, en lo más profundo, cuando ellos fracasan o sufren; que lloramos, en silencio y a solas, cuando sentimos, a veces, su incomprensión y su juzgamiento; que deseamos hacerles cariño; que quisiéramos decirles lo mucho que los queremos y que ellos también nos lo digan.

Pero el padre ha sido desde siempre, el hombre que está solo para trabajar y aportar para la casa. Aún cuando hoy, eso está cambiando, felizmente. Y el padre es el amigo, el confidente, el compañero de juegos y diversiones.

Hoy veo a mis hijos ya grandes. Profesionales los cuatro. Y siento que no he sido mal padre, tal vez he tenido más de alguna falla, pero creo haber dado lo mejor de mí, para hacer de ellos, personas de bien y útiles a la sociedad. Felices, en una palabra. Ellos podrán decir si lo he logrado o no.

No ha sido fácil, sin duda. Nada en la vida es fácil. Todo cuesta y porque cuesta, se siente y se aprecia mejor. Y uno se siente reflejado en los hijos, en lo que ellos hacen, en sus proyectos, en sus sueños. Y se siente bien cuando llegan de visita y te saludan con un beso en la mejilla los dos mayores, el “hola, papito lindo” de la hija mayor o el beso cariñoso de la hija menor, cuando llegan a visitarnos.

En el Día del Padre, quise reflexionar sobre esto.

Si usted aún lo tiene, vaya a verlo y dele un abrazo fuerte y, tal vez, un beso. Sin palabras. Él entenderá y le gustará. Le hará muy bien y lo pondrá muy contento. Si ya no está, tenga para él un recuerdo cariñoso, una oración de agradecimiento y una flor. También lo agradecerá. Y aunque ya hace 58 años que no está conmigo: “¡Gracias, papá, por haber compartido los más hermosos instantes de mi niñez y por haberme brindado todo tu cariño y amor! ¡Gracias!”.

A todos los papás, ¡felicidades!, en su día.

This article is from: