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¡Se viene Julio!... “De tanto correr por la vida sin freno”

GERARDO WIJNANT SAN MARTÍN Responsable Impacto y Ecosistema Banca Ética Latinoamericana trabajos y salarios dignos que impidan que las familias de nuestros colaboradores fuercen a sus hijos a trabajar?

En otras palabras, es fundamental entender y considerar que hay muchas más variables que se deben tener presentes para lograr demostrar que un producto (o servicio) es elaborado bajo una mirada de sostenibilidad más integral y en respeto de condiciones dignas y justas de trabajo, en particular, la no existencia de trabajo infantil.

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En coherencia con la búsqueda de un desarrollo sostenible, es necesario recordar que el ODS 8, en la meta 8.7 indica: “Adoptar medidas inmediatas para erradicar el trabajo forzoso, poner fin a las modernas formas de esclavitud y la trata de seres humanos y asegurar la prohibición y eliminación de las peores formas de trabajo infantil, y poner fin al trabajo infantil en todas sus formas.” Y en la meta 16.2 se persigue “Poner fin al maltrato, la explotación (…) y todas las formas de violencia contra los niños”.

En Chile, hace un tiempo entró en vigencia la Ley 21.271 que adecúa el Código del Trabajo en materia de protección de los derechos de niños, niñas y adolescentes en el mundo del trabajo, lo que es un muy buen paso, pero insuficiente aún. ¿Mucho que hacer? Por supuesto, pero se puede, porque la voluntad y la perseverancia de muchos existe.

“Me olvidé de vivir”, “Seguiré mi camino”, “La vida sigue igual”, aunque para muchos los nombres de estas canciones son del paleozoico musical, su intérprete Julio Iglesias, resulta una cara conocida cada año en estas fechas. La invasión de imágenes sonrientes y bronceadas del cantante en los feeds de millones de usuarios de redes sociales, muchos de ellos jóvenes que ni han escuchado al cantautor, resulta un fenómeno mundial que ni el propio Iglesias ha podido rehuir.

Lo que para Julio Verne, Julio Cortázar o Julio Martínez no ha resultado alcanzable en el mundo virtual, el otrora artista español más famoso del planeta, hoy convertido a un formato de encuadre humorístico, saca cancha, tiro y lado a cualquier homónimo famoso de ayer o de hoy. ¿Qué hace a este Julio y no a otros tan especial? ¿Qué hace a esta figura un referente transversal de memes socializados compulsivamente entre internautas?

Julio Iglesias de la Cueva concentra varias características únicas, en primer lugar, el madrileño de casi 80 años sigue siendo el artista latino más exitoso de la historia (por mucho que Luis Miguel aspire a esto, el mexicano no lleva por nombre ningún mes del año ni ha vendido tantos discos como Julio). Con todo, el atributo de fama histórica e incombustible del español lo reviste de un estatus de estrella atemporal, lo convierte en una imagen incorpórea separada de su origen, susceptible de reproducirse en serie, una especie de producto barato para ser consumido con rapidez, requisito indispensable para que una imagen sea apropiada por los mercados digitales.

En segundo lugar, Iglesias, es en la actualidad y a la luz de las nuevas tendencias musicales, una especie de arquetipo en extinción, por su masculinidad conquistadora pero solapada, por su imagen de vividor sin restricción aunque inofensivo, un tipo de macho edulcorado en remisión, una figura impostada de otra época, que ha servido de representación perfecta para que los usuarios de redes huyan momentáneamente de sus responsabilidades diarias, de las presiones del trabajo y de los roles agotadores, un oasis reservado para la risa fugaz y distendida, enmarcada dentro de la revisión de reels interminables.

Reímos con Julio, tropezando con él año tras año, como una de sus canciones, qué duda cabe, por esa desviación semántica al ubicar al artista en contextos inesperados o exagerados, efectos que hablan más acerca de nosotros y nuestras necesidades de matar el tiempo, que de un verdadero tributo al cantante, un fenómeno que dice más respecto de las repeticiones temporales que agregamos a la lista de Navidades, Años Nuevos, vacaciones, semanas Santas y Fiestas Patrias, que traen aparejada su propia instantaneidad desechable. Una vez más los contenidos convertidos en mercancía, disociados de su fuente original.

Julio, el cantante y el mes, tienen esa sensación de medianía, entre camino terminado y otro que reinicia, entre reconocimiento y fama histórica, y excrecencia digital descartable. Un conjunto de imágenes irrisorias que cada temporada invernal asoman con nuevas disrupciones. Los memes de Julio Iglesias se han ido levantando como una expresión simbólica y cultural que se acopia y reformula, creando un lenguaje propio y familiar que no necesita justificaciones, una mezcla de nostalgias, de absurdos, de contextos cómicos que contrastan con la opacidad de esta época, exigente y abrumadora; de hábitos de consumo informáticos apremiantes, de una vida que corre, sin frenos, como otra de sus canciones más famosas, hoy también reducidas a un meme.

Los conceptos vertidos en esta página corresponden a autores, siendo ellos de su exclusiva responsabilidad.

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