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Bandoleros navarros

HISTORIAS DE BANDOLEROS, FACINEROSOS Y MALEANTES

(PARTE I)

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Juan José Úcar

Nuestros montes, ora sierra de Gerinda, ora sierra de Izko y estribaciones de la sierra de Uxue, repleto de matorrales, masas arbóreas de haya, encina y quejigo, siempre han sido el lugar idóneo para dar escondite a tantos bandidos, facinerosos y malhechores perseguidos por la justicia.

El apogeo de dicha actividad delictiva se dio en el s. XIX. La francesada con sus partidas de guerrilleros, quienes muchos terminaron en el bandidaje; tres guerras carlistas en dicha centuria, junto con la pésima gestión económica del país; la inestabilidad política del estado; la peste de 1855 y la plaga de fi loxera de 1870 empobrecieron y embrutecieron lo suyo. Es por ello que el refrán “más vale vivir como un bandolero que como un miserable“ era una opción muy socorrida a sabiendas, incluso, que si eran apresados, podían ser ahorcados in situ sin ningún tipo de miramiento.

Las partidas se nutrían fundamentalmente de excombatientes liberales, llamados por entonces los cívicos o urbanos, y de carlistones que nada tenían que perder. Ni se les esperaba ni se les echaba en falta en sus pueblos. Incluso muchos requetés antes de ir al exilio preferían quedarse en el monte buscándose la vida. Habiéndose pasado años matando liberales o viceversa, el bandidaje suponía una actividad la mar de venial y muchos no sabían hacer otra cosa.

Las cuadrillas de bandidos eran grupos pequeños en cuanto al número y de rápidos movimientos, tanto para poder actuar y ocultarse como para conseguir víveres u otros objetos necesarios para el devenir de la partida. Los bandoleros eran generalmente oriundos de nuestra región que actuaban en las tierras cercanas a las que se había vivido, lo que les proporcionaba un gran conocimiento del entorno, imprescindible para la supervivencia.

En Tafalla en el año 1845, y más tarde en los pueblos de la comarca, se instauró el servicio de serenos para incrementar la vigilancia nocturna, evitar trifulcas y asaltos del bandidaje.

la guardia civil cambia las reglas

La fundación del cuerpo de la Guardia Civil en 1844 y su progresivo como lento despliegue por toda la geografía estatal fue menguando sin duda la actividad del bandolerismo. Los guardias no se andaban con chiquitas. El cronista uxuetarra Mikel Burgi tiene documentado un suceso acaecido entre Lumbier y Aibar publicado en el periódico madrileño La Correspondencia de España el 26 de septiembre de 1881, donde un asaltacaminos natural de Uxue fue abatido por la Guardia Civil. En Uxue y San Martín de Unx no hubo cuartel de la benemérita hasta 1875, por lo que los desmanes camparon a sus anchas por estos lares hasta esa fecha. La mayoría de las acciones se realizaban al caer la noche, para tener horas de oscuridad y alejarse de la zona afectada. los recursos de los bandoleros

Para el alojamiento de invierno por lo general se aprovechaban los innumerables corrales situados en nuestras sierras. Durante el buen tiempo se acampaba a la intemperie. La prenda más preciada en el monte era la manta llevada en bandolera. La manta zamorana, prenda textil tejida artesanalmente con lana de oveja y utilizada como abrigo principalmente por pastores y labradores. Los colores predominantes de dicha prenda iban del blanco al negro pasando por todas las tonalidades de grises y marrones. Los bandoleros hicieron todo un arte de su uso: para dormir, como toalla, para camufl arse en el entorno, para cobij arse a modo de tienda de campaña, como mantel e incluso como servilleta.

Las armas utilizadas eran básicamente trabucos y grandes navajas de lengua de vaca. Las albaceteñas llevaban grabadas en sus mangos nacarados o en la hoja la siguiente expresión: “Si esta víbora te pica, no hay remedio en la botica“. Esta alocución se hizo famosa entre el bandidaje en el momento del asalto y rescatada de innumerables testimonios de las víctimas.

Los pueblos de Navarra ya desde antiguo formaban cuadrillas para limpiar el monte de salteadores de caminos. Hay constancia documental. El Reinando Juana I de Navarra (1302) en varios pueblos de Navarra y Aragón crearon una hermandad para defenderse de los malhechores. Literalmente se decía en unos de los artículos de la misma que “cogiendo a los malhechores in fraganti los ahorcasen, sin esperar orden del rey y justicia”.

Sanchicorrota vigilando la Bardena.

bandidos de renombre

La historia nos da nombres de insignes bandoleros navarros de épocas diferentes; “El Trapo”, “El Gordillo” “El Mala cara”, “El Moneos”… pero el que sin duda alguna alcanzó mayor fama en Navarra tuvo por nombre Sancho de Rota, aunque fue más conocido por el sobrenombre de “Sanchicorrota. El Rey de las Bardenas” La leyenda cuenta que las herraduras de su caballo iban dispuestas del revés, con el fi n de despistar a la justicia. Finalmente en 1452 Juan II de Aragón consorte de Blanca, reina de Navarra, organizó un ejército de 200 caballeros que cercaron y aniquilaron la banda de Santxikorrota, pero no a él, quien antes de ser capturado, al verse rodeado se suicidó con un puñal. Su cadáver fue mostrado por los pueblos colindantes y fi nalmente llevado a Tudela y colgado de una horca. El bandido que más notoriedad adquirió en la Zona Media sin lugar a dudas fue Gabriel Marcuello. El 3 de enero de 1821 Marcuello, alias “Páxara”, después de asaltar el palacio de los Munárriz en Mélida, torturó y quemó viva a su dueña. Fue condenado por la Real Corte de Navarra a la horca, ejecutándose la sentencia el 12 de diciembre de 1825. Su cuerpo fue descuartizado y su cabeza metida en una jaula para ser expuesta en la propia localidad. La pierna izquierda se clavó en un poste junto a la Ermita del Yugo, mientras la otra pierna y los brazos fueron colgados en Caparroso, Muruarte de Reta y en Pitillas respectivamente. Todavía queda el dicho por la zona: “Eres más ladrón que Marcuello”.•

diferentes; “El Trapo”, “El Gordillo” “El Mala la propia localidad. La pierna izquierda se clavó en un poste junto a la Ermita del Yugo, mientras la otra pierna y los brazos fueron colgados en Caparroso, Muruarte de Reta y en Pitillas respectivamente. Todavía queda el dicho por la zona: “Eres más ladrón que Marcuello”.•

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