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DE LA REDACCIÓN
by La Jornada
LA JORNADA DE ENMEDIO Martes 30 de noviembre de 2021
CULTURA
Rosas rojas, libros y banderas republicanas se alzaron para despedir a Almudena Grandes
Cientos de personas acudieron al funeral en el cementerio civil // Asistieron, entre otros, el presidente del gobierno español Pedro Sánchez, y los cantantes Joaquín Sabina y Ana Belén, amigos de la escritora
ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL MADRID
El adiós a Almudena Grandes fue con rosas en la mano, con poemas que hablaban de resistencia y lucha, y con libros, muchos libros, levantados con el un puño en alto para reivindicar su literatura, para afirmar que su obra es libertad y belleza, silencio y compromiso, algarabía y denuncia.
El cementerio civil de La Almudena, donde desde el siglo XIX reposan los restos de ateos, comunistas, sindicalistas y anarquistas, ahora también será la morada de la escritora madrileña más querida en España y, quizá también, en América Latina, donde era leída con voracidad, donde también se vivió con pesar su último adiós.
Almudena Grandes se fue de repente, hace sólo dos días; la sensación de orfandad en el mundo de las letras y la cultura españolas se ha sentido como pocas veces.
Tenía sólo 61 años; era una autora querida y admirada, respetada por el rigor de su literatura y, también, por el compromiso de su pensamiento. Era comunista y de la clase obrera, y lo decía con orgullo. Era feminista y antifascista, y también lo afirmaba con orgullo.
Su despedida fue un acto de resistencia, de reivindicación; en principio se trataba de un acto familiar, al que estaban invitados algunos responsables públicos, encabezados por el presidente del gobierno español, el socialista Pedro Sánchez, y la familia y los amigos más cercanos. Pero al sepelio acudieron también unas 300 personas que rodearon el féretro, que acompañaron a la familia con un gesto inspirado en el funeral de José Saramago en Portugal, cuando decenas de miles de personas salieron a las calles con sus libros en alto.
Algo similar ocurrió ayer en el sepelio de la escritora madrileña, con lectores fieles que se congregaron al llamado de un periodista, ex corresponsal de guerra y amigo suyo, Ramón Lobo, quien invitó a la gente a salir a la calle o a asistir al cementerio con sus libros.
Así ocurrió: más de 300 personas elevaron las portadas de Las edades de Lulú o Malena es un nombre de tango o Los besos en el pan para despedir a la escritora que siempre habló de los “vencidos” de la guerra civil española (1936-1939), que siempre se inclinó por la lucha obrera, por la resistencia de los pueblos, por el combate al fascismo que causó estragos en el siglo XX.
Ahí estaban, a la espera de que Almudena Grandes fuera enterrada en el cementerio civil de La Almudena, espacio icónico que figura de manera destacada en su literatura como un lugar de “obligada memoria”, porque ahí descansan los restos de personajes históricos, como La Pasionaria; el fundador del socialismo español, Pablo Iglesias; el escritor Pío Baroja, o el político Largo Caballero.
Su féretro, sencillo, de madera humilde, fue depositado en el centro de un pequeño patio que era a su vez la antesala de su tumba. Alrededor de ella se congregaron sus familiares; su pareja, el poeta y director del Instituto Cervantes, Luis García Montero; sus tres hijas; sus amigos más cercanos, entre los que se encontraba el poeta y cantautor Joaquín Sabina, y sus lectores.
Fue entonces, como hicieron en el velatorio, que alzaron los libros, como advirtiendo que también se elevaba una grande de la literatura. Y se hizo el silencio. Entonces, su pareja, García Montero, dio posiblemente los cinco pasos más difíciles de su vida: se separó de sus familiares, se dirigió al féretro y ahí depositó un ejemplar de Completamente viernes, poemario publicando en 1998 y escrito entre 1994 y 1997, en el que están los versos que escribió en los primeros años de matrimonio con la escritora madrileña y en los que figuran los que eligió para despedirse: “Nunca sé despedirme de ti, siempre me quedo con el frío de alguna palabra que no he dicho”.
En ese libro está su historia con Almudena Grandes, su rutina, su trabajo diario y hasta el caos de la ciudad en el que fueron tejiendo su
▲ Al principio se trataba de una ceremonia familiar, pero finalmente acudieron al entierro lectores fieles de la autora con sus libros en mano. Sobre estas líneas, Luis García Montero, pareja de la escritora, en el momento en que deposita en el ataúd un ejemplar de su poemario Completamente viernes. Fotos y captura de pantalla de Europa Press
relación. Un libro plagado de pasión, de amor intenso, de reflexión sobre la intemperie y la vida, de mucha rabia por la injusticia que carcome al mundo.
Cuando depositó el libro, pequeño testamento de su vida, se generó un intenso silencio de dos segundos que se rompió de súbito con un potente aplauso.
Ante la atenta mirada de los familiares y los políticos que acudieron al sepelio, la cantante Ana Belén decidió tomar la palabra para recitar un fragmento de Por una falda de plátanos, de la escritora que despedían, donde aseguraba que “sin memoria no hay democracia”. Fue entonces cuando se vivió uno de los momentos más emotivos, cuando García Montero tomó también la palabra para leer, entre sollozos, que a ratos se convirtieron en llanto doliente, su gran poema de amor a Almudena, en el que dice: “Pues todo se me olvida, si tengo que aprender a olvidarte”.
Así, entre poemas, libros con el puño en alto, rosas rojas como símbolos de resistencia o simples separadores de sus novelas, se fue sumergiendo el féretro en el subsuelo del cementerio civil madrileño mientras sonaba Noches de boda, de su amigo Joaquín Sabina, especie de himno para la pareja y los amigos ahí congregados, que además portaban banderas republicanas como emblema, uno más, de su infatigable lucha contra los crímenes de la dictadura franquista.
A partir del caso Ayotzinapa, Pierre Ducrozet aborda las violencias que someten
Este martes, el autor francés hablará de La invención de los cuerpos en la feria editorial de Guadalajara
REYES MARTÍNEZ TORRIJOS
La violencia existe desde que hay cuerpos y ocurre en muchos niveles diferentes: “del Estado, de Internet, del Ejército, de la sociedad. Todos estamos viviendo dominaciones varias”, sostiene el escritor francés Pierre Ducrozet, quien hablará este martes de su novela más reciente, La invención de los cuerpos, en la edición 35 de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara.
En entrevista con La Jornada desde Nueva York, el narrador menciona que le gusta describir los cuerpos, “porque ahí se pueden ver todas esas dominaciones, esos fallos, esos intentos de libertad y de no libertad. Es lo que dice Foucault: la dominación siempre se ejerce sobre los cuerpos”.
El 4 de diciembre comentará la obra en la Ciudad de México
En el título del libro, editado por el sello mexicano Canta Mares, unifica a los personajes, agrega Ducrozet (Lyon, 1982), que “todos intentan inventar o reinventar su cuerpo a diferentes niveles. Todas estas visiones que entrechocan hacen el libro.
“Parker intenta un cuerpo sin cuerpo, perfecto o inmortal; Álvaro, en la otra punta de la vida, quiere reinventar su cuerpo desde la muerte; Adèle tiene una visión más científica, sobre lo que secreta el cuerpo y cómo funciona, y Lin, la perspectiva del biohacker del cuerpo como una pasta que podemos modelar e inventar en el nivel sexual e identitario.”
El autor refiere que construyó a los personajes a partir de sus territorios y búsquedas. “Los hago cruzarse con Werner, que es importante, que atraviesa todo el siglo XX. Voy tejiendo o dibujando todos esos recorridos, y cuando ya están marcadas sus relaciones con el mundo y las posibilidades, pues ya los lanzo a la narración”.
La novela se inicia con un personaje que escapa a la desaparición de estudiantes normalistas ocurrida el 26 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero, y luego describe los campos de concentración nazis en la Segunda Guerra Mundial.
Ducrozet recuerda que empezaba a trabajar la novela en Berlín cuando ocurrió el conocido secues-
En entrevista con La Jornada, el escritor habló de las bondades de la novela como género: “Es muy plástica; esa es su fuerza. Es una pena que no se usen esas virtudes que tiene, esa libertad que ha conquistado”. Foto ©Jean-Luc Bertini
tro en 2014, y supo que iba a empezar aquí. “Sería el principio del recorrido de Álvaro, que desde ahí ya no podría dejar de correr, porque estaba basada en la doble experiencia del cuerpo: las violencias política y tecnológica”.
Sostiene que la violencia no se puede explicar y por eso nos fascina el porqué de que haya tanta. Otro país que me interesa mucho, la India, también tiene una violencia muy fuerte, pero que se expresa de manera distinta a la de México. Cada país tiene su violencia. Francia la suya, muy potente; hay mucho racismo, mucha exclusión social”.
El novelista afirma que está por escribir una novela propia del siglo XXI, que “abrace la red de nuestras vidas, la actual realidad difractada y explotada; como una manera de entender esa complejidad y abrazarla. No puede ser una novela lineal, sino con varios puntos, géneros, territorios, países, tipos de literatura y de lenguajes. Todo eso junto. Un poco a la imagen del mundo donde nace.
“La novela es, por esencia, muy plástica. Se puede hacer lo que quieras con ella, esa es su fuerza. Por eso ha ganado un poco en el combate literario desde El Quijote. Es una pena que a veces no se usen todas estas virtudes que tiene, esa libertad que ha conquistado. En esta novela hay una parte de documento, otra científica, política, de ficción, de poesía y de periodismo. Pasar todos esos niveles de lengua y de narración es apasionante.
Concluye que ve que esta clase de narración está sustituyendo a la antigua novela, desde Roberto Bolaño: “los relatos más íntimos son muy interesantes, pero no corresponden a todo lo que estamos viviendo”.
Pierre Ducrozet presentará La invención de los cuerpos, traducida por Melina Balcázar, en la FIL de Guadalajara este martes a las 20 horas. Un día después participará en dos actividades en ese encuentro: a las 10 y a las 19 horas. El 4 de diciembre, a las 19 horas, comentará el título en la Librería Rosario Castellanos de la Ciudad de México.
Con información del corresponsal Juan Carlos G. Partida

Villoro y Quirarte darán a conocer en Guadalajara una compilación de López Velarde, “fi gura aún enigmática”
REYES MARTÍNEZ TORRIJOS
Ramón López Velarde “es nuestro contemporáneo, también es una figura desconocida y enigmática, y eso lo hace mucho más atractivo”, dice el escritor Vicente Quirarte, compilador de La última flecha, libro en torno al poeta zacatecano que será presentado este miércoles en la 35 Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara.
Quirarte sostiene en entrevista que el título fue propuesto por Juan Villoro, el otro compilador, en referencia a unas líneas del jerezano: “Nuestra última flecha será milagrosa, porque seremos tan veloces que alcanzaremos a dispararla y a recibirla, desempeñando, en un solo acto, el flechador y la víctima”.
El también poeta y ensayista refiere que, como dijo Villoro, “el flechador y la víctima son el creador y el lector, que recibe el mensaje. Y los lectores sucesivos de López Velarde han permitido que no sea un autor muerto, sino polémico, generativo.
El Colegio Nacional (Colnal) publica esta recopilación en la conmemoración de los 100 años de la muerte de López Velarde, con textos de integrantes de esa institución que han escrito sobre el poeta, empezando por José Vasconcelos.
“López Velarde ha estado vivo y polémico en todos los aspectos de escritura de los colegiados. Es un libro muy atractivo desde la portada, que hizo Alejandro Cruz Atienza, nuestro editor en el colegio”, afirma Quirarte.
Reúne textos de Alfonso Reyes, antagonista del autor de La suave patria, José Emilio Pacheco, Antonio Castro Leal, Jaime Torres Bodet, Octavio Paz, Salvador Elizondo, Gabriel Zaid, Javier Garciadiego, Vicente Quirarte y Juan Villoro, así como reflexiones de Fernando del Paso y Carlos Fuentes, quienes no abordaron de manera deliberada a López Velarde, pero lo aluden.
La edición contó con el apoyo de los gobiernos de Aguascalientes y San Luis Potosí. “Eso es importante porque en esos lugares se desarrolló la adolescencia y la formación de López Velarde. Fueron sus puntos de partida para ser el gran poeta que todavía nos inquieta y nos deslumbra”, agrega Vicente Quirarte.
Queda mucho por revelar
Explica que “las últimas generaciones lo están leyendo de manera diferente. Decía Xavier Villaurrutia, uno de los primeros críticos y más autorizados de López Velarde, que la admiración ciega era alguna forma de injusticia y, fieles a ese espíritu, los jóvenes han visto la obra del poeta zacatecano desde una perspectiva analítica.
“Luis Vicente de Aguinaga, Ernesto Lumbreras, Carlos Ulises Mata y Fernando Fernández han demostrado muchos nuevos aspectos de la vida y la obra de López Velarde que aún están por revelarse.”
Quirarte refiere que Marco Antonio Campos publicó recientemente una antología de Ramón López Velarde en la que sostiene que “ningún poeta mexicano es más secreto que él, y es quizás el único a quien con los años al descubrirle los investigadores jóvenes nuevos textos, en vez de disminuirlo o echarle una paletada de tierra sobre la tumba lo vuelven más enigmático y significativo”.





Gombrowicz mentalista
VILMA FUENTES
Acaso ningún lugar tan propicio como un hospital siquiátrico para leer a Witold Gombrowicz. Desde luego, no pretendo recomendar a nadie internarse en un manicomio para leer sus novelas, aunque el ambiente entre locos convenga al universo descrito por el escritor: indicios, a la vez claros y oscuros, interpretaciones delirantes de una realidad aún más insensata. Las absurdas situaciones y peripecias extravagantes de sus personajes, las cuales podrían parecer imposibles a un lector que cree gozar de sentido común, se revelan de una lógica imposible entre los llamados enfermos mentales. Alarmar a todo el personal hospitalario por una hoja de árbol a punto de caer o un grano de arena cambiado de lugar es una acción que parece de una absoluta coherencia a todos los internos y a buena parte del personal médico. Rejuvenecer como el protagonista de Ferdidurke es parte de la vida cotidiana en un manicomio. El lector residente en el desaparecido hospital siquiátrico del Floresta puede sumergirse a su antojo en la novela de la cual se transforma en un personaje más, al mismo tiempo imaginario y real, visible e invisible. A la manera del espectador de Las meninas, quien se sumerge en la tela que pinta Velázquez y se sitúa en el espacio contemplado por el artista, en un juego de escondidillas, donde es visto sin verse, el lector de Cosmos se sumerge en la escritura de Gombrowicz, asediado por señales que, en lugar de indicarle el camino, lo extravían en él.
En Gombrowicz mentalista, ensayo y testimonio recién aparecido, nuestro amigo Georges Sebbag ofrece nuevas perspectivas de la obra del autor polonés. Recuerda que en 1967, dos años antes de su muerte, el escritor preconizaba el suicidio asistido. En este sentido, le declaró durante una entrevista: “Nosotros tenemos actualmente necesidad de casa de la muerte o de especialistas humanos y amigables para acoger a todos aquellos que deben morir y quieren evitar sufrimientos inútiles”.
A la pregunta de Sebbag sobre su manera de considerar la muerte, Gombrowicz respondió: “Me parece que en la cultura europea contemporánea se exagera este problema; en el fondo es una cuestión artificial, puesto que el hombre es mortal y por naturaleza está preparado a sufrir su destino. Tengo la misma opinión de ese filósofo que dijo que, mientras vivimos, la muerte no está presente y, cuando llega la muerte, ya no existimos. No temo la muerte, sino la agonía. Es un verdadero escándalo que la sociedad moderna no haya sabido procurar al hombre una muerte tranquila y decente. A causa de nuestros prejuicios y quizá también por nuestro miedo de considerar la muerte, nos vemos obligados a morir de manera salvaje y atroz. Me parece ridículo que la sociedad moderna, capaz de ofrecer los medios para mudarse cómodamente de una casa a otra no haya sabido procurarse una mudanza civilizada al otro mundo”.
La visión de Gombrowicz propuesta por Sebbag, que abre la puerta a otra lectura de su obra, es la de un “mentalista”: “Un mentalista, escribe, es un vidente. Puede resolver, como en la serie estadunidense The Mentalist, los crímenes más terribles, los asuntos más enredados. Gombrowicz, en su novelafolletín Los hechizados, recurrió a un vidente. Hizo él mismo prueba de extralucidez a lo largo de su vida y sus escritos. El escritor polonés enunció algunas intuiciones fuertes: Witold posee un yo irreductible que habla en su propio nombre; cada yo es un cosmos que expresa el universo; el individuo se ve amenazado cuando el horizonte humano se ve abarrotado por el gran número; más se es inteligente, más sabio se es, más se es idiota”.
No es un ensayo sobre Gombrowicz, sino con Gombrowicz, aclara Sebbag, quien, al tamizar clarividencias y fulgores del artista, nos ofrece visiones e ideas, planos y secuencias, relatos y diálogos, más actuales que nunca. Como su personaje, el escritor y su escritura emergen de la fuente de la eterna juventud... de un manicomio.
FRIDA KAHLO EN DELICIAS

▲ Una experiencia audiovisual a gran escala, integrada por un centenar de obras plásticas y literarias, además de 2 mil 500 fotogramas pintados a mano por distintos artistas, articula la muestra Vida y obra de Frida Kahlo, cuya inauguración será el 2 de diciembre en el barrio madrileño de Delicias, en España. “Conocer a profundidad la vida y la obra de esta creadora mexicana es la finalidad del proyecto, pero, sobre todo, contextualizar su figura, resiliencia y fortaleza personal”, apuntó la comisaria de la iniciativa, Roxana Velásquez Martínez del Campo. En la imagen, pieza incluida en la exposición. Foto Europa Press
LA JORNADA DE ENMEDIO Martes 30 de noviembre de 2021
ESPECTÁCULOS


Anarchy in the UK, parteaguas y raíz de la música alternativa en Reino Unido: Matlock
El tema surgió hace 45 años e inspiró a una generación de jóvenes cansada de la disco y el rock orquestal
DE LA REDACCIÓN
Hace 45 años el tema Anarchy in the UK, de los Sex Pistols, fue escuchado por primera vez en Reino Unido. Lo que entonces había sido condenado por la clase media inglesa, por considerar a la banda indignante y aterrorizante con sus salvajes gritos de sedición, fue además inspiración para una generación de fanáticos cansada de la música disco y el rock orquestal.
“Algo tenía que pasar para agitar las cosas entonces”, destacó Glen Matlock, el bajista original del grupo en 1976. “Todo estaba muy saturado. Si hubiéramos hecho lo que todos los demás en ese momento, hubiéramos sido una banda de suave jazz y funk, algo como Kokomo... sabes, ese pedacito en The Blues Brothers donde John Belushi afirma: ‘Estamos juntando a la banda de rock porque tenemos una misión de Dios’. No sé si nosotros teníamos una misión del Señor, pero sí creo que nuestra tarea era educar a las masas, proveer una voz alternativa”, señaló a The Independent.
Durante sus primeros días, los Sex Pistols eran un tipo de pandilla disfuncional, inspirada por haber pasado seis meses en la escena punk de Nueva York, junto a bandas como The Ramones, los New York Dolls y Television. Matlock, Jones y el baterista Paul Cook ya tocaban juntos como The Strand, antes de que John Lydon, rebautizado Johnny Rotten, se sumara.
“Cuando haces algo así, son sólo los cuatro, y la gente que te ayuda, contra el mundo –sostuvo Matlock– nos llevábamos como gatos y perros, nos odiábamos, pero como unidad trabajamos bien.”
El bajista también admitió que sus condiciones eran especiales. “Estábamos en el epicentro del lugar más jipi de Londres, en una época en que nada pasaba. (Malcolm McLaren, su mánager) era amigo de un tipo llamado Nick Kent, que terminó convirtiéndose en el escritor estrella de NME. Él nos dio una cinta con una canción y nos encantó, así que la hicimos. No sabíamos de qué se trataba, no nos dábamos cuenta de que iba de un coche, era Roadrunner, de Jonathan Richman, su amigo era John Cale, quien había producido el álbum; se trataba de un casete con la mitad del disco casi un año antes de que se lanzara al mercado. Nadie está en la posición de ir tan a la vanguardia, y ahí estábamos”.
Inundación sónica
La inundación sónica se elevaba, y pronto le siguió la furia. Lydon era temperamental, y ocasionalmente tenía una presencia destructiva sobre el escenario, lo que disminuyó la audiencia de la banda.
Matlock recordó un concierto en Dundee donde la banda guardó dos canciones. “Nos escondimos detrás de una puerta hasta que se dejó de escuchar que arrojaban vasos. Salimos y tomamos algo cuando pensamos que todos se habían ido. Había unos sujetos en el bar que preguntaron: ‘¿Por qué no salieron y tocaron más?’. Les respondimos: ‘Bueno, nos estaban aventando vasos’. Ellos contestaron: ‘Leímos que les gustaba eso’”.
Encuentro icónico
Un encuentro icónico tuvo lugar en el cine londinense Screen on the Green en agosto, donde The Clash hizo su debut. “No tenían un escenario ahí. Así que el trato era que nos apoyaran para conseguir uno juntos. ¡Tuvieron que construirlo! Salimos y tocamos. John había ido al dentista unos días antes, le habían puesto una corona que se le cayó ante el micrófono, así que en la primera fila todos miraban el diente. Siouxsie usaba un atuendo bondage y Billy Idol se arrastaba en el piso en busca de la corona de John”, contó Matlock.
La clave para que se volvieran un fenómeno es algo que Matlock
Nos llevábamos como perros y gatos, pero trabajábamos bien, afi rma
llama “la carta del llamado” de los Pistols: Anarchy in the UK, escrita en el estudio de la banda, en la calle Denmark, emergiendo como una bravata típica de la agrupación. “Se suponía que Steve llegaría con algo y no tenía nada. En cierto modo lo increpé. Le dije: ‘Siento que hago todo el trabajo’. Él respondió: ‘Si eres tan inteligente, ¿qué tienes, entonces?’. En realidad no tenía nada. Un par de ideas en la cabeza con las que había jugado con mi acústica en casa”, agregó.
Lluvia de ideas
La secuencia de acordes de apertura fue un intento por emular el tema musical de Sunday Night, en el London Palladium. “Es una obertura”, precisó Matlock. Mientras la pieza tomaba forma, Lydon, quien regularmente se guardaba sus letras para él, sacó una frase. Aseguró: ‘Es genial, nunca pensé que se te ocurriría una idea que encajara con estas palabras’. Ni una vez había dicho, ‘escribí esto, ¿se te ocurre algo?’ Respecto de la anarquía, sabía que había hablado con Malcolm y Jamie Reid, como todos nosotros, rebotando ideas”, añadió.
Esas palabras fueron entonces adoptadas por el bajista. “En esa época las apoyé. Sentía que las cosas necesitaban sacudirse un poco. Creo que tenía razón sobre el hecho de que el sueño para el futuro era un esquema de compras, eso es lo que la mayoría de la gente parecía desear, lo que es un poco triste. Anarquía en el Reino Unido… no sé qué tan políticamente astuta fue. Es un poco ingenuo, pero teníamos 19 en ese entonces. Sin embargo, (Lydon) ha resultado partidista de Trump y Farage”.
Integrantes de la banda captados en Soho, en 1976, a la izquierda; en Luxemburgo, al año siguiente, a la derecha. Fotos Peter Vernon y Bob Gruen
Cuando se lanzó, Anarcky in the UK llegó a las listas de las más escuchadas, volando la tapa del punk a la desencantada juventud de la nación. “Fue un parteaguas. Su feroz ataque puede ser considerado, sin duda, la raíz de mucha música alternativa en Reino Unido”, puntualizó el bajista. Sin embargo, su impacto cultural fue pronto opacado por la tormenta de la controversia.
El primero de diciembre, la banda hizo una aparición controvertida, por la manera de hablar de Steve Jones durante un programa de televisión. En la noche, los Sex Pistols se habían vuelto el enemigo público número uno. La prensa dedicó a la banda encabezados que derivaron en la cancelación de muchos conciertos. “Ése fue el principio del fin para mí y la banda, y también para Steve”, sostuvo Matlock, quien dejó la agrupación por diferencias con Lydon.
“Era mucho en poco tiempo. Fue divertido, pero también aburrido porque éramos cooptados todo el tiempo, y teníamos que seguir yendo a lugares para ser vistos, y tocar frente al alcalde, que aprobaba y censuraba. Además, pensaba que era estúpido porque podíamos dar una versión mansa en la tarde, y cuando se voltearan, hacer lo que nosotros queríamos”, añadió.
Si bien la anarquía no logró apoderarse del Reino Unido, el punk sí, y algo logró: poner sus salvajes mensajes sónicos en una escena abarrotada de rock.