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Ruido

RAÚL ROMERO*

La luz del día se va apagando y la oscuridad anuncia que está por comenzar la función. La noche es fría y los testimonios que se comparten al micrófono la hacen más fría todavía. A la palabra, una a una, van pasando madres con hijas víctimas de feminicidio o desaparecidas. Comparten sus dolorosas experiencias, hablan sobre la impunidad y la revictimización. Los corazones se estrujan. La mayoría de asistentes mujeres escuchan atentas. Algunas lloran, muchas se abrazan. El acto es en sí mismo un abrazo colectivo. De vez en vez, varias personas hacen sonar cazuelas, tambores y silbatos para hacer ruido, para hacerse escuchar.

Es viernes 27 de enero y las colectivas que sostienen la Glorieta de las mujeres que luchan se han organizado para proyectar la fícil de llevar para los que piensan que Perú requiere cambios urgentes.

El otro fantasma que reaparece en los nubarrones de la costa y sierra peruana es el del Chino Fujimori y su alter ego Vladimiro Montesinos, otro protagonista de la historia reciente que logró derrotar militarmente a los senderistas y los del MRTA en una guerra que enfrentó a los peruanos, con un saldo aproximado de 70 mil muertos. Es cierto, terminó con el terrorismo y encarceló a su líder Abimael Guzmán, pero su gobierno propició la mayor degradación moral e institucional que se recuerde. Todo fue corrompido y degradado.

Para remate, Fujimori dejó otra herencia: la Constitución de 1993, de corte neoliberal extremo, que le deja al Estado las manos atadas para intervenir y regular; se privatizaron y malbarataron empresas y recursos públicos, se propició los monopolios y dio paso, sin condiciones mínimas, a la rapiña de las trasnacionales y los grupos de poder. A estas alturas, son evidentes los fracasos del neoliberalismo y de la política unicameral peruana. Debe ajustarse la Constitución a otros tiempos, no estar ligada a un único modelo económico y el Congreso debe tener un contrapeso en una cámara de senadores.

Otra herencia envenenada fue su hija Keiko Fujimori, que fue primera dama del padre cuando éste metió en el manicomio a su esposa Susana Higuchi y luego Keiko propició la destitución del Congreso de su propio hermano Kenji, porque maniobró de manera irregular para lograr la excarcelación de su padre Alberto por medio de un indulto, dicen que en ese momento su padre le hacía sombra. Linda familia.

Keiko Fujimori compitió y perdió en tres ocasiones seguidas en la segunda vuelta más reciente película de Natalia Beristáin, Ruido. El filme recopila también un conjunto de dolorosos testimonios, parecidos a los que se comparten al micrófono. Pero también es esperanzador, igual que el acto en el que se proyecta la película. La directora ha llevado al cine una lamentable historia en la que muchas se ven reflejadas. No se trata de un documental, sino de una película en la que se hace imposible distinguir la ficción de la realidad. Con la actuación magistral de Julieta Egurrola, el filme visibiliza desde una historia particular muchos de los problemas de nuestra sociedad: feminicidios, desaparición de personas, asesinato de periodistas, crimen organizado, trata de mujeres, corrupción. También lleva a la pantalla algo de las resistencias que afloran en este territorio, el de las madres buscadoras y el de las mujeres que luchan, dos de los movimientos sociales más representativos de nuestra época. Entre las asistentes está doña María Herrera, madre con cuatro hijos desaparecidos. Doña Mary, como la llaman cariñosamente, ha tocado todas las puertas en la búsqueda de sus hijos. Ha recorrido el país entero. Le exigió a Felipe Calderón, a Enrique Peña Nieto y también al actual presidente políticas eficientes para buscar a sus hijos y a todas las personas desaparecidas, así como vías para pacificar el país y poner alto a las violencias. Doña electoral. Dice que no va a volver a participar, pero en 2021 también había dicho que no lo haría y terminó siendo candidata. Tiene pocas credenciales, salvo que estudio inglés en Boston y que la chequera de Montesinos pagaba la cuenta. No obstante, tiene habilidades extraordinarias para la intriga palaciega y lo demostró con creces al controlar el Congreso y hacerle la vida imposible al presidente en turno. También le hizo la vida imposible a Castillo, al denunciar un fraude electoral que nunca existió y que por medio de los mejores bufetes de abogados quiso eliminar los votos de ciertas comunidades campesinas indígenas que votaron mayoritariamente por Castillo. Detrás del populismo de derecha de los Fujimori se esconde un numeroso grupo de empresarios, terratenientes, contratistas y sectores medios y altos peruanos que están dispuestos a votar por ella en la segunda vuelta.

Un último fantasma que ronda entre la población es el del chavismo. Se dice que Perú se convertirá en Venezuela. La población sabe perfectamente qué pasa en aquel país, debido a que llegaron a Perú cerca de un millón de venezolanos que han contado sus penurias y peripecias.

La coyuntura se sigue complicando, el Congreso no quiere irse y ponerse de acuerdo para fijar un adelanto de elecciones para 2023, además van tomar sus vacaciones de verano.

La única salida posible para tener elecciones en 2023 es la renuncia de Dina Boluarte, pero ella se enfrenta a sus propios fantasmas. Primero se debe investigar y aclarar la muerte de 58 manifestantes, la mayoría por balas de soldados y policías. Si no lo hace, le van a pasar la factura y podríamos verla acompañando a Castillo y Fujimori.

Mary ha viajado a Estados Unidos para exigir el alto de la “guerra contra las drogas”. También se ha entrevistado con el Papa Francisco para contarle de la situación de las víctimas en México. Hace tiempo que doña Mary aprendió a caminar en colectivo y ahora acompaña a otras madres que están en una situación similar a la suya. Al terminar de ver Ruido, al micrófono, doña Mary agradece a la directora por la película y manda saludos a Julieta Egurrola. Doña Mary conoce a Julieta, la actriz ha acompañado en distintos momentos a los movimientos de víctimas.

El 8 de marzo de 2019, frente al Palacio de Bellas Artes, fue colocada por diferentes colectivas la Antimonumenta, una forma de protesta “contra un país feminicida”. El 25 de septiembre de 2021, muchas de estas mismas mujeres realizaron la toma de la antigua glorieta a Cristóbal Colón, que renombraron la Glorieta de las mujeres que luchan y donde antes estaba una estatua al conquistador colocaron la estatua de una mujer.

Junto a la Glorieta de las mujeres que luchan, en otros puntos de la Ciudad de México, existen al menos otros 13 antimonumentos: a Samir Flores, a las víctimas del 2 de octubre de 1968, a los mineros atrapados en Pasta de Conchos, a los 49 niños y niñas de la Guardería ABC, a los 43 estudiantes de Ayotzinapa, a los 72 migrantes en San Fernando... Se trata de espacios públicos recuperados para recordar que hay crímenes que siguen sin justicia y sin verdad. Crímenes, como los feminicidios y la desaparición de personas, que siguen ocurriendo cotidianamente. Desde su nacimiento, la Glorieta de las mujeres que luchan se convirtió en un memorial desde abajo, sostenido por colectivas de mujeres y de víctimas, así como por personas de la comunidad artística. Mujeres de muy distintas luchas han pasado por ahí a enriquecer el memorial y participar del mantenimiento. Magdalena García, mazahua y víctima de la represión en San Salvador Atenco en 2006, es una de ellas. También han estado ahí madres de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, así como mujeres mazatecas de Eloxochitlán de Flores Magón que luchan por la libertad de sus presos políticos. Por eso no es casual que a la proyección de Ruido acudan también decenas de activistas, artistas, madres buscadoras y periodistas solidarias.

En Ruido, Natalia Beristáin logró comunicar parte de los dolores de este país. Lo hizo desde la potencia del arte con la fuerza de las resistencias. Organizaciones de víctimas y de mujeres han comenzado a hacer suyo el filme. Converge en ese diálogo parte de lo nuevo y también de lo urgente. Sigamos haciendo Ruido

* Sociólogo

@RaulRomero_mx

Antonio Gershenson

Algo inusitado, una junta de gobierno de reconstrucción nacional toma las riendas para restablecer la paz y dar inicio a una nueva etapa de recuperación. Nicaragua fue un país profundamente lastimado por una familia millonaria y de rancio linaje, también millonario y, además, criminal. Al triunfar la revolución, la etapa oscura de saqueos, despojos y crímenes había llegado a su fin.

Estábamos a la expectativa de lo que pasaba en el país hermano. A través de La Jornada recibíamos información permanente de los enfrentamientos armados entre la guardia nacional somocista y el ejército sandinista. Prácticamente eran partes de guerra recibidos desde los mismos sitios donde se llevaban a cabo los operativos.

También leíamos reportajes que detallaban los pasos de la población civil, ya fuera con el fin de integrarse a la guerrilla o de cómo se organizaban para la resistencia en las ciudades, pues el temor de una contrarrevolución era una realidad.

La esperanza y el anhelo consistían en que esa nueva posibilidad para el pueblo nicaragüense nos alcanzara también a los países de la región. Sentimientos que fueron alimentando la decisión de apoyar a esa heroica revolución. Un proceso creativo que no tenía marcha atrás. Eso deseábamos y, por esa razón, seguimos haciendo votos para que no muera el espíritu de Augusto César Sandino, de Carlos Fonseca Amador y de tantas mujeres, hombres, niños y niñas combatientes que se unieron a la lucha. Demasiados crímenes, demasiada pobreza, hambre y enfermedades obligaron a la población tan dañada a dar el paso definitivo. ¿Qué otras razones pueden existir para no tomar las armas y defenderse?

Un estacionamiento y un baldío en pocas horas se convirtieron en la actual Plaza de la Revolución por sugerencia del militante sandinista Miguel Blandino Nerio, quien coordinó al grupo de militantes y de civiles a fin de acondicionar este espacio necesario para proclamar el triunfo de la revolución sandinista.

La celebración fue multitudinaria. El pueblo nicaragüense, junto con el ejército sandinista, tenía derecho a celebrar la derrota sobre las tres generaciones de dictadores. La familia de Anastasio

Somoza Debayle, última en ocupar la presidencia de Nicaragua, iniciaba su peregrinación buscando un país que le diera asilo. Llegó a Paraguay, país sometido por otro dictador, Alfredo Stroessner Matiauda, pero la justicia lo alcanzó gracias a la “Operación Reptil”. Somoza fue ultimado con ráfagas de fusiles de asalto M-16 cuando viajaba en su limusina Mercedes Benz Clase S, el tiro de gracia fue con un certero disparo de lanzacohetes antitanques RPG-2 de fabricación soviética.

La consigna del ejército revolucionario del pueblo, solidarios con la revolución sandinista, fue: “No podemos tolerar la existencia de playboys millonarios mientras miles de latinoamericanos mueren de hambre. Estamos perfectamente dispuestos a dar nuestras vidas por esta causa”. No son pocos los países en América, en esta segunda década del siglo XXI, que han logrado su liberación y continúan en la batalla democrática hacia la consolidación de sus proyectos revolucionarios y progresistas. El triunfo del FMLN sigue inspirando a la lucha.

En 2018 en México, con el triunfo de la coalición Juntos Hacemos Historia, millones sentimos ese especial ambiente de triunfo sobre los horrores de las mafias neoliberales. Sin embargo, también es importante tener presente la historia, pues el recuerdo de aquellas nefastas y fascistoides dictaduras militares, aunque van quedando atrás, de alguna forma siguen en la memoria de nuestros pueblos.

Próximamente recordaremos con alegría, pero también con preocupación, aquel 19 de julio de 1979. Han pasado 44 años y las esperanzas de una Nicaragua revolucionaria, socialista y defensora de los mejores principios sigue enriqueciéndonos.

Las luchas internas de cada partido político siempre están presentes. Lo importante es conservar ese espíritu combativo del cual hemos hablado. Junto con otros movimientos de liberación en nuestro continente, queremos hacer votos para que las diferencias y las decisiones extremas no ocupen el lugar de los principios revolucionarios.

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