
8 minute read
ERIC NEPOMUCENO
by La Jornada
La Guardia Nacional en acción
ANTONIO GERSHENSON
En el caso ya conocido por la población acerca del robo de combustible de Petróleos Mexicanos (Pemex), para nadie era un secreto que los mismos técnicos o allegados eran quienes llevaron a cabo el robo millonario durante décadas.
Mantener el delito oculto no fue difícil para la fracción corrupta del personal petrolero, empezando por los directores. Si el robo directo de los ductos no era autorizado, abierta y flagrantemente, por lo menos existía un mecanismo de comunicación, consolidado, bien estudiado y con fachada de actividad de abasto normal.
La autorización implícita del robo se ejecutaba a través de la omisión, la discreción y el silencio de quienes observaban y estaban obligados a simular desconocimiento. Existían acuerdos: el intercambio de favores entre autoridades de la dirección general de Pemex, empleados administrativos, personal sindicalizado y apoyos externos hicieron del robo de combustible un negocio redondo consolidado, así como fructífero y, sobre todo, seguro.
Quienes especularon sobre las extraordinarias ganancias a través del robo directo de gasolinas, seguramente pensaron que sería la fuente eterna de un negocio al alcance de sus manos. Y quienes apoyaron en esta aventura ilegal, peligrosa y descarada, lo hicieron no precisamente por mejorar su sueldo paupérrimo o por salir pronto de la pobreza. Quienes aceptaron llevar a cabo la parte operativa y señalar la zona de mayor accesibilidad de los ductos, tal vez lo hicieron no para mejorar sus ingresos, pero sí obligados por la presión de las autoridades.
En pasados eventos, como las cinco reuniones del Encuentro Nacional Petrolero, organizado por la Unión Nacional de Trabajadores y Profesionistas Petroleros y algunas secciones del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana, escuchamos testimonios de obreros que fueron involucrados en el robo. Mencionaron que de su complicidad dependía obtener una plaza de base, el aumento de salario, el cambio de área, de una peligrosa a otra de menor riesgo; también se dijo que el apoyo al programa diseñado para el robo fue, en algunos casos, por saldar un favor personal de dinero o administrativo a directivos o al propio sindicato.
Atentar contra el patrimonio de la nación difícilmente será el móvil de algún desempleado que busca trabajo en cualquier empresa. Pero, en caso de verse inmiscuidos, involuntariamente, en un acto ilícito que genere ganancias, si la persona es honesta, no será difícil la decisión de evitar el delito, a menos que sea obligado.
La riqueza nacional pertenece al pueblo, y lejos de ser una expresión desgastada, repetitiva o ilusa, es un enunciado constitucional vigente. La Carta Magna lo indica en varios artículos, como el 27 y el 28. Y, por supuesto, la corrupción no es parte de la cultura en México ni está inscrita en la Constitución Política. Tal derecho a la riqueza natural del territorio nacional ha costado a todas las generaciones de México, desde la invasión europea al continente americano, cruentas y permanentes guerras, revoluciones, batallas y millones de vidas humanas. La independencia y la soberanía energética han sido costosas, por lo que se deben defender sin simulaciones.
Los delitos por corrupción no siempre son reflejo y consecuencia de la deficiente paga, ya que el personal administrativo y de dirección han percibido sueldos generosos. Muy contrario a los salarios del sector obrero. Es aquí donde se muestran las desi gualdades económicas que todavía existen y que han sido reproducidas, especialmente en el periodo neoliberal. La pauperización de la clase obrera se debió al acaparamiento de la riqueza, aun cuando han sido los trabajadores quienes se han expuesto en la búsqueda, la extracción y el procesamiento del valioso petróleo.
En cuanto al robo de combustibles (huachicoleo), ha sido una complicidad entre patrones y obreros, además de la participación de habitantes de poblaciones aledañas a las tomas clandestinas, obligadas o no. Tan sólida mancuerna ha provocado un criminal e interminable robo a la nación.
A partir del 30 de enero de 2019, el gobierno de la 4T inicia este difícil programa en contra del robo de combustibles y para la recuperación completa de la producción de las gasolinas, la protección a la infraestructura de Pemex y otras tareas.
La fuga de los recursos monetarios, provocada por el grupo que sostuvo el “robo permitido” desde la Torre de Pemex, no se esperaba que muy pronto serían descubiertos y puestos a disposición de las autoridades judiciales. Sólo esperamos que se haga justicia completa, que se juzgue y condene a uno de los huachicoleros mayores de cuello blanco, preso, pero con ciertas ventajas tramposas y legaloides para defenderse.
En 2022, la Guardia Nacional ya ha demostrado su eficacia en la vigilancia y protección ante ilícitos. Recientemente descubrieron nueve tomas vigentes y clandestinas directamente de ductos de Pemex situados en diversos lugares de Hidalgo, Jalisco, Puebla y del estado de México. La Guardia Nacional continúa avanzando.
* En memoria de quienes iniciaron en 1968 la revolución de las conciencias, ¡que vivan los estudiantes y el pueblo de México! antonio.gershenson@gmail.com @AntonioGershens
Brasil: ¿qué país es éste?
ERIC NEPOMUCENO
Jair Messias Bolsonaro nació el 21 de marzo de 1955. Se presenta como capitán (retirado) del ejército y a lo largo de todo su tiempo como diputado nacional enalteció de manera incesante su formación militar y sus vínculos con colegas de uniforme. Fue electo presidente en 2018, derrotando a Fernando Haddad, candidato del Partido de los Trabajadores.
Haddad remplazaba a Lula da Silva como candidato. El ex presidente estaba detenido a raíz de la condena impuesta por el juez venal y manipulador Sergio Moro.
Fue una victoria arrolladora en la segunda vuelta, con 55 por ciento de los votos válidos frente a 45 por ciento de Haddad. Y fue también la consecuencia del intenso proceso de demonización de la política tradicional, iniciada por el mismo juez Moro, que se tornaría ministro de Justicia del presidente que ayudó a elegir al detener a Lula, con pleno respaldo de los medios de comunicación, del empresariado y contando con la omisión cómplice del Supremo Tribunal Federal.
Bolsonaro, vale reiterar, insiste en mencionar su formación de militar y en insinuar sus lazos con el ejército. Se olvida de un detalle esencial: sí pasó en el ejército 11 años, pero entre su elección como concejal en Río de Janeiro y sus sucesivas relecciones como diputado nacional han sido nada menos que 27 años. Casi el triple de tiempo como político profesional que como militar indisciplinado, que cumplió penas de detención en el ejército.
A lo largo de todos sus años como diputado nacional presentó 169 proyectos de ley. Uno –y solamente uno– fue aprobado. Si hoy está en su noveno partido político, en sus tiempos de diputado pasó por ocho. Aunque ese tránsito entre partidos sea uno de los absurdos permitidos por la legislación brasileña, son poquísimos los que transitaron tanto como Bolsonaro.
Considerado un congresista de bajísimo nivel, se hizo conocido entre sus colegas por su agresividad, su misoginia y su grosería. Una breve selección de frases dichas por él, en sus tiempos de Cámara, revelan mucho sobre su personalidad y su manera de ver la vida.
Consultado en cierta ocasión sobre cómo reaccionaría si uno de sus cuatro hijos se enamorase de una mujer negra, contestó: “No existe ese peligro, mis hijos fueron bien educados”.
Cuando le preguntaron cómo reaccionaría si uno de sus hijos fuese homosexual, dijo: “Prefiero un hijo muerto a un hijo maricón”.
En una discusión con la entonces diputada y ex ministra María do Rosario, del Partido de los Trabajadores, disparó la frase “no te estupro porque no lo mereces”.
En una conferencia de prensa, cuando quisieron saber la razón de cobrar el auxilio de vivienda de la Cámara, pese a ser propietario de un piso en Brasilia, explicó: “Uso el dinero para coger gente”. La frase, además de admitir desvío de recursos públicos, era un choque frontal con el hombre que se declara ultracatólico y conservador. El gran defensor de la familia tiene tanto aprecio por la institución familiar que se casó tres veces.
En sus tiempos de diputado se especializó –y luego entrenó a los hijos en esa práctica– en contratar funcionarios fantasmas con recursos de la Cámara. Eran en general parientes de su segunda esposa o de “milicianos”, como se llama a los sicarios en Brasil, que se quedaban a lo sumo con 10 por ciento de sus sueldos y entregaban el restante 90 por ciento a Bolsonaro.
También utilizó la tribuna de la Cámara para elogiar incesantemente a la dictadura militar que cubrió el país de tinieblas y víctimas de la brutalidad descomunal del régimen entre 1964 y 1985.
Defensor incansable de la figura del coronel Brilhante Ustra, notorio torturador y violador, cierta vez admitió que la tortura había sido una equivocación. Y aclaró: “En lugar de haber torturado a unos cuantos, el gobierno debería haber fusilado a unos 30 mil, empezando por Fernando Henrique Cardoso”.
Cardoso, exiliado en tiempos de dictadura, era el presidente en aquel momento.
Hay una larga, larguísima lista de actos y actitudes extremamente absurdas y abyectas de parte de Bolsonaro. Una vez instaurado en la presidencia, hizo el peor gobierno de la historia de la República, afectando duramente o destrozando todos –absolutamente todos– los sectores de la vida brasileña.
Que haya llegado a este 2 de octubre ostentando, en su intento de relección, alrededor de 34 por ciento de intención de votos acorde a los sondeos, no hace más que reforzar una duda: ¿qué país es éste? ¿Hasta qué punto la ignorancia tradicional, muy fomentada por la dictadura, impide que parte sustancial de los electores vea con claridad la aberración absurda que es la figura que intenta permanecer en el poder por la vía del voto popular?