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El mundo dejó de jugar y de acudir a los estadios

▲ El cantautor Óscar Chávez, en conferencia de prensa el 8 de agosto de 2007. Foto José

Antonio López

El músico, escritor, pintor y cineasta Luis Eduardo Aute, dejaba su cuerpo físico en un hospital de Madrid a los 76 años. Se fue solo, como casi todos los enfermos que mueren estos días en España por la pandemia. Figura del cine Latinoamericano, el argentino Fernando Solanas, conocido como Pino, fue derribado por covid. Diego Verdaguer, cantante argentino radicado en México, también cayó por la enfermedad. La actriz Pilar Pellicer pereció a los 82 años también por complicaciones derivadas de Covid-19. El músico nigeriano Tony Allen, batería y creador del afrobeat junto a su compatriota Fela Kuti, falleció en París a los 79 años.

Otros males

Otros artistas también dejaron su cuerpo físico en ese fatídico tiempo, aunque por otros males, como Johnny Pacheco, cofundador del sello de salsa Fania All Stars, fallecido a los 85 años por pulmonía. Se fueron también el actor escocés Sean Connery, el jazzista estadunidense Chick Corea, el cineasta francés Bertrand Tavernier, el productor Phil Spector, los actores mexicanos Héctor Bonilla, Manuel Ojeda y Alonso Echánove; el músico cubano Pablo Milanés, el actor Sidney Poiter, el roquero Taylor Hawkins, los histriones Ray Liotta, James Caan y Paul Sorvino. La actriz y cantante Olivia Newton John, y Rosita Quintana, una de las últimas de las leyendas de la época de oro del cine nacional.

JUAN MANUEL VÁZQUEZ Y ROSALÍA VILLANUEVA

DESDE SU FUNDACIÓN en 1896, los Juegos Olímpicos sólo se habían interrumpido en tres ocasiones; todas por causas bélicas. La Primera Guerra Mundial impidió la edición de 1916 y la Segunda Guerra Mundial, las de 1940 y 1944.

En el año 2020 se suspendieron los Juegos de Tokio por una conflagración sanitaria, la pandemia de covid-19 que dejó una estela de muerte y dolor alrededor del planeta.

Los espectáculos deportivos, masivos en su esencia más moderna, sufrieron el impacto inmediato que dejó pérdidas económicas estratosféricas en todo el mundo.

Por todas latitudes hubo partidos suspendidos, ligas canceladas, regresos temerosos con estadios vacíos y juegos tristes en silencio. Esas fueron las escenas que dejó la pandemia y cuyo clímax de este impacto fue la suspensión de los Juegos Olímpicos en el año que le correspondía.

Los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Tokio, programados en el verano de ese año, debieron aplazarse a 2021. Las máximas autoridades del Comité Olímpico Internacional y el gobierno japonés anunciaron apenas con un trimestre de anticipación a la fecha de arranque que se retrasarían un año para evitar la cancelación. Ambas justas mantuvieron la etiqueta Tokio 2020 y se desarrollaron sin público.

En enero pararon las primeras actividades deportivas como consecuencia de la emergencia. En los primeros días de 2020, por la proximidad del epicentro asiático, las ligas de futbol de China, Japón y Corea del Sur se suspen- dieron. En febrero, en Lombardía y Véneto, el epicentro de la pandemia en Occidente, se cancelaron los partidos del Inter de Milán contra Sampdoria, Atalanta ante Sassuolo y Verona frente al Cagliari de la Serie A italiana. Después de esos focos rojos, como en un dominó trágico, las principales ligas europeas de todos los deportes se interrumpieron y el mismo se expandió al continente americano y al resto del planeta. Uno de los parones más dramáticos por su interrupción inesperada mientras estaba en vivo fue la NBA –deporte que genera unos 10 mil millones de dólares por temporada– el 11 de marzo. Aquella noche en Oklahoma, el Thunder recibió a Utah Jazz y la arena estaba repleta. Todo fluía con normalidad, hasta que los jugadores notaron que retrasaban de forma extraña el inicio del duelo. Mientras por televisión la audiencia internacional no entendía lo que sucedía, en el foro deportivo los asistentes empezaron a mostrar impaciencia. En la duela, hombres enfundados en trajes oscuros hablaban con las autoridades de la liga. De pronto, una orden hizo que los basquetbolistas enfilaran rumbo a los vestidores sin conocer la causa.

Después se hizo el anuncio de desalojo en los altavoces y poco a poco se fue el público. Poco más tarde, la liga informó que se suspendía la temporada por la emergencia sanitaria.

▲ Los atletas mexicanos Gaby López y Rommel Pacheco Marrufo, durante la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Tokio, el 23 de julio de 2021. Foto Ap

El regreso de la NBA fue mediante lo que llamaron la burbuja, un dispositivo de aislamiento riguroso y sin público, donde los jugadores se sometieron a pruebas de detección frecuentes y un severo control para evitar contacto social para así poder concluir la campaña.

Fue asombroso, pero en Estados Unidos, donde el espectáculo deportivo es parte de la cultura social, la NFL sobrevivió a la pandemia prácticamente sin suspender partidos. El caso del futbol americano fue único, pero con el gasto de más de 100 millones de dólares para echar a andar todo un sistema de control y detección oportuna que evitara una propagación que se les saliera de las manos.

Pérdidas

En México, el mayor torneo deportivo, la Liga Mx, se suspendió tras varios titubeos e incluso se canceló de manera definitiva en mayo y sin decretar campeón. A diferencia de Europa, donde los torneos volvieron con estadios vacíos, en nuestro país los dirigentes de este deporte concluyeron que era inviable continuar.

Mikel Arriola, presidente de la Liga Mx, informó sobre los efectos que la pandemia tuvo en las finanzas del futbol nacional, donde se perdió 25 por ciento de sus ingresos.

La Liga Mx sufrió pérdidas por 4 mil 500 millones de pesos. Entre los rubros donde resintieron esas mermas fue principalmente en la taquilla, donde se perdió el 100 por ciento de ingresos; patrocinios, 35 por ciento y derechos de transmisión, 25 por ciento.

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