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Merak 2° Edición

“Levanta a ese hijo de puta”, dijo el Poeta. Segundos después la camioneta sube a la acera cerrando el paso al pobre desgraciado y dos encapuchados bajan tras él. A media cuadra le dan alcance, amagándolo a punta de pistola y, por moverse demasiado y querer correr a pesar del plomo que lo merodea, le rompen la rodilla de una patada para que se quede quieto. Finalmente le ponen una bolsa de tela en la cabeza hecha especialmente para estas ocasiones y lo suben al vehículo que aguarda con el motor encendido. Cierran las puertas, la camioneta arranca quemando llanta y desaparecen a la otra esquina.

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