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Libertad de pensamiento
Unade las principales conquistas de la vida civilizada, la Declaración Universal de los Derechos Humanos , fue proclamada en París, el 10 de diciembre de 1948, por la Asamblea General de las Naciones Unidas, que tuvo antecedentes notables, como la Independencia de los Estados Unidos (1776) y su Constitución, que influyeron en la Declaración del Hombre y del Ciudadano, emitida por la Asamblea Nacional Constituyente francesa, en 1789, que enarboló los principios de libertad, igualdad y fraternidad.
En el documento de 1948, Art. 18, se establece que toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión, en los ámbitos individual y colectivo , lo que se complementa, en el siguiente artículo, con el respaldo a la libertad de opinión y de expresión.
Estos antecedentes se vuelven menester recordar en todo tiempo y lugar. Hoy lo hago, por cuanto el tercer domingo del presente mes, como viene aconteciendo desde hace setenta y tres años, se conmemoró el Día Mundial de la Religión, con el objetivo de establecer un ambiente de concordia y tolerancia entre las aproximadamente 42 mil 200 religiones existentes en el planeta, según un estudio de Pew Research Center, en el que aparecen estos porcentajes de las religiones más difundidas en la actualidad: Cristianismo 31%, con 2400 millones de seguidores; Islamismo 24%, Hinduismo 15%, Budismo 7%. Qué reconfortante es saber que ya no existen guerras declaradas de religión; no obstante y lamentablemente, en este campo perduran extremismos que no han desaparecido, que alientan clérigos que castigan la blasfemia, de mentalidad primitiva, incrustados en decisiones políticas, inclusive. La libertad de pensamiento ha facilitado positivos avances para la dignidad humana, sobre todo en lo que respecta al rechazo al absolutismo político o religioso.
Comenzó
la VII Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y el Caribe en Buenos Aires cuyos mandatarios son recibidos por el presidente Alberto Fernández, a la que asisten 31 países. El presidente Fernández sin ambages calificó de legítimos presidentes a Maduro, Díaz Canel y Ortega, y a los que no están de acuerdo calificó de miembros de la “derecha radical”. El objetivo de esta cumbre es la integración que sabe a desintegración, pues se ha dividido a Latinoamérica en buenos y malos (los que tienen gobiernos democráticos).
Comenzó tal reunión, con tremendo engaño, pues en igualdad asisten gobiernos ilegítimos, enemigos de la libertad y represores. Se critica la violencia en Perú y Brasil y se olvida del éxodo masivo de venezolanos y de los presos políticos en Cuba, Venezuela y Nicaragua y de que Bukele va prorrogando 10 meses el estado de excepción.
Con valor el presidente de Paraguay, Mario Abdo , emplazó para que la cumbre busque solución a la diáspora venezolana y se detenga la violación de los derechos humanos de Maduro, DiazCanel y Ortega; afirmó que la forma de fortalecer la integración regional solo se puede dar en un ambiente de diversidad, legitimidad y diálogo, aceptando a la democracia como sistema de gobierno: “elecciones libres, periódicas y transparentes” y que culmine allí, pues los socialismos lo que tratan es de perennizarse en el poder, lejos de cualquier pluralidad política Es evidente que está cumbre, a través de Lula, Fernández, Petro, trata de debilitar la credibilidad de la democracia, bajo consignas hipócritas y rebuscadas, pues su amor al pueblo solo consiste en apoyar a gobiernos totalitarios y repre- sores.
En Ecuador, el 5 de febrero próximo tendremos elecciones. Entre otros, Pabel Muñoz, Jorge Yunda, Luisa Maldonado, María José Carrión, Paola Pabón, no creen en la democracia, salvo en las urnas para implantar su socialismo totalitario y saqueador, que ya vivimos con Correa. La “verdad en el fondo es triste” como dijo Buda. Está en nuestras manos votar bien, sin alucinaciones demagógicas, cercanas a la conspiración antidemocrática internacional.