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Moreno, el incómodo
Exiliado, ignorado y ahora a punto de ser procesado, el expresidente Lenín Moreno es ese viejo compañero incómodo del que todos buscan desmarcarse. Por su versatilidad ideológica, casi no quedan políticos ecuatorianos que no hayan comulgado con él en algún momento.
Amplios sectores de la izquierda, del ecologismo y del socialismo activista fueron fervientes simpatizantes del correísmo temprano —que devastó la institucionalidad y alumbró la Constitución de Montecristi—, cuando Lenín Moreno era vicepresidente. Muchos de ellos tomaron parte luego, junto a grandes nombres de la casta política, en la ‘descorreización’ posterior a la consulta popular de 2018, también bajo Moreno. Lo mismo sucedió al otro lado del espectro político; su temprano viraje contó con la abnegada asistencia de bloques políticos tradicionales e importantes grupos económicos, entre ellos el del futuro presidente Guillermo Lasso. Rafael Correa y sus lugartenientes —que no lo olviden—, incubaron a Moreno, lo tuvieron como funcionario por más de una década y lo llevaron a la Presidencia. Incluso la propia Justicia, que hoy lo ausculta, le debe su alineación actual a las maniobras de Moreno.
Al momento de lidiar con el legado del expresidente, la Justicia insiste en el juego de querer tocar a unos sin tocar a otros, de revisar ciertos rincones pero fingir que no percibe otros adyacentes. ¿Cuándo se escuchará, finalmente, el pedido de justicia total y verdad completa de la ciudadanía, en lugar de dejar que sea siempre la marea política quien dicta el rumbo y selecciona los blancos?
Escenario cuántico
Encaramos condiciones de riesgo por el desarrollo de tecnologías como la IA que aún no se comprende bien y su acelerado desarrollo hará que en una década la sociedad mundial sea otra. Las grandes empresas tecnológicas que desarrollan sistemas de ‘inteligencia artificial’, término no aceptado por algunos científicos, están en la posibilidad de convertirse en óptimo elemento de control social, a pesar de lo que sostengan algunos líderes del sistema.
Tendemos a ir por el camino del menor esfuerzo y el conocimiento superficial, que nos hará víctimas en el ciberespacio y con la operación de máquinas que procesan información a nivel cuántico, sus administradores tendrán los datos de todos quienes poseen un dispositivo electrónico de comunicación, la gente coloca fotos y actividades para sus conocidos, todo va a la gran memoria en la ‘nube’, de tal forma que, si Google, Microsoft o cualquier operadora en las sombras quieren saber de alguien o algo lo obtienen al instante.
Donde el derecho impere las normas legales podrían regular, pero la debilidad del sistema no asegura justicia, el futuro cercano mostrará sorpresas, el ‘gran hermano’ tomará forma e incidirá directa o indirectamente en los comportamientos de poblaciones, asunto que ya pasó en algunos casos.
La distopía se materializa, los algoritmos saben mucho de cada quien, viajes, preferencias incluso dialogan con extraños parlamentos. Si estos ‘mecanismos’ logran generar pensamientos autónomos, es difícil predecir. El dominio de la pantalla sobre niños y jóvenes es abrumador, perfila actitudes que aseguran una sociedad que en su avance tendrá grandes retos que resolver.
¿Reaccionará la muchedumbre cuando se percate de que somos solo un número, que será conducido donde el ‘gran hermano’ desee? ¿Será entonces un mundo feliz, como dice Huxley? El precio de los beneficios del sistema puede ser alto.
ROCÍO SILVA rsilvamayorga09gmail.com amigas. Estoy convencida que caminaría horas y horas entre escollos y chilcas para contemplar nuevamente las manos de mi madre desnudando al membrillo y urgiendo su pulpa ambarina, para luego transformarlo en ese manjar tan propio de las quimeras infantiles en ese mi Ambato de adoquín y feria de lunes.
Mientras estos aromas de dulce nostalgia me invaden, veo la imagen de mi padre que en un rito silencioso exorciza el ácido blanquecino de los higos, para ennegrecerlos al fuego, clavo de olor y panela; vendrá el momento cuando caída la tarde, ya no podremos más y abandonados de toda voluntad opositora nos dejaremos, mis hermanos y yo, arrastrar por las cadenas de esas fragancias, y nos serviremos el dulce de higos con queso tierno, cobijándonos de ese modo en la paterna sombra protectora. Entrada la noche, luego de buscar el perdón a mi destierro y rendir cuentas de mi ausencia, mi madre me conferirá la absolución con un vaso de colada tibia de manzana. Esa noche entre sábanas almidonadas y cobijas cardadas soñaré lo que escribo es lo que creo, y que lo que descubro lo que escribo, pediré no tener ningún control sobre lo que añoro. Me despertarán trinos de pájaros y rumores de río, con mi hijo beberemos el paisaje, mientras la jalea de claudia cubrirá los panes, y el zumo de babaco nos llevará a conjurar el día; en la mañana parti- da por mitad, me encontraré con los ojos profundos y azabaches de Alonso, desvestiremos al unísono duraznos, abridores y guaytambos; nos encontraremos sin recelos, nos reembarcaremos en el afecto, le diré cuánto disfruto con sus logros, me reconfortaré en sus anhelos, reviviremos los caminos andados, retomaremos el sendero del compromiso con la antropología; y, si hay que volver a la ausencia, la asumiré sin reparos; total ya tomé fuerza en este tiempo de frutas.